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Sin medias tintas. Pedro Sánchez rechazó este domingo la petición que Alberto Núñez Feijóo le había hecho llegar horas antes por carta urgiéndole a reunirse esta semana para «iniciar un diálogo responsable en beneficio de la estabilidad política e institucional de España». El presidente en ... funciones, que se encuentra de vacaciones en Lanzarote, emplaza a su rival, en cambio, a hablar a partir del 17 de agosto, una vez que se constituya el Congreso de los Diputados y Felipe VI deba designar a un candidato a la investidura a la que el presidente del Gobierno en funciones ambiciona que acuda Feijóo, pero solo para que se desgaste antes de intentarlo él.
Aun sabiendo que no le dan los números –los escaños–, el líder del PP no está dispuesto a renunciar a llevar la iniciativa en la tarea de postularse para presidir el Ejecutivo. Con el apoyo de Junts prácticamente descartado –aunque desde Génova no renuncian a él si se mantiene «en el marco constitucional»–, la única posibilidad de que el líder de la oposición deje de serlo para entrar en la Moncloa es que el PSOE se abstenga en el Congreso. Y eso es precisamente lo que este domingo le pidió en su misiva a Sánchez.
Feijóo recuerda en varias ocasiones a lo largo del texto que el PP fue el ganador de las generales y defiende que la complejidad del tablero electoral «no debe minar (...) la mejor gobernabilidad en interés de España, de su cohesión y del marco de convivencia definido por la Constitución», en alusión implícita a la dependencia de su oponente de las fuerzas independentistas. El líder gallego reconoce «las marcadas diferencias» que les separan e insinúa a Sánchez que el resultado del 23-J «responde a un sentir ampliamente extendido más allá de las preferencias electorales que los votantes acaban de expresar». Un argumento que ya trató de explorar la pasada semana desde Santiago de Compostela, el día de la festividad del Apóstol, cuando afirmó que PP y PSOE son «dos partidos de Estado que han ganado apoyos en estas elecciones».
Los socialistas, como demuestra la respuesta de Sánchez, no tienen prisa y se aferran, en un primer escalón de su estrategia, a una investidura fallida del líder gallego, al que ven «desgastado». También creen que la estrategia de Génova parece más bien destinada a reforzar su relato en el caso de que el Rey proponga a Feijóo como candidato y este fracase. No en vano, en el cara a cara celebrado en Atresmedia enla campaña electoral, Sánchez ya se negó a firmar un documento que el presidente del PP le presentó para que ambos se comprometieran a dejar gobernar a la lista más votada.
Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo no congenian y, en medio de un ciclo electoral polarizado al extremo, apenas han mantenido un hilo de diálogo institucional. Ambos mantuvieron dos encuentros en la Moncloa –abril y octubre de 2022–, el primero tras el estreno del dirigente gallego como líder de la oposición y el segundo, el que forzó la dimisión de Carlos Lesmes a modo de presión para renovar el Consejo General del Poder Judicial. Es conocido lo baldío de la cita. El presidente y el líder del PP han librado media docena de duelos en el Senado –broncos en términos generales– y un debate electoral que extendió la impresión, luego desmentida por las urnas, de que Feijóo tenía a su alcance el Gobierno del país.
En su respuesta, el líder de los socialistas vuelve a descartar esa posibilidad y marca distancias con su rival. Ya en el primer párrafo critica que la comunicación entre ambos partidos se viera «interrumpida de manera abrupta y unilateral con la ruptura del preacuerdo» para la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Incluso afea a Feijóo que se valga de una carta «existiendo medios más ágiles» para restablecer el diálogo.
Sánchez constata a su oponente que España es una democracia parlamentaria «que fija en el ámbito del Congreso el espacio en que deberán articularse las mayorías que permitan la investidura del candidato que recabe los apoyos necesarios». Y rebate la posición de fuerza que trata de enarbolar Feijóo echándole en cara que el PP «ha gobernado sistemáticamente sin ser el más votado», con la última referencia en el pacto cerrado con Vox en Extremadura, donde los socialistas ganaron votos el 28-M. Y describe el 23-J como un plebiscito entre «proseguir por el camino del avance y la consolidación de derechos o respaldar a las fuerzas políticas que han enarbolado la bandera de la derogación de los avances».
Frente a esta interpretación del veredicto por las urnas, y en un cruce que traluce la imposibilidad de un entendimiento, Feijóo critica la pretensión de Sánchez de ser investido gracias a los soberanistas vascos catalanes. «Combinaciones negativas –le advierte– que polarizan a la sociedad, dañan gravemente la cohesión territorial y llevan al límite a nuestro sistema constitucional». «España no se merece una situación ingobernable y tampoco podemos permitirnos un bloqueo en un momento tan relevante», zanja el líder del PP, que ha ganado un escaño gracias al voto exterior –137 frente a 121– obligando a Sánchez a dotarse del 'sí' de Junts para superar al bloque de la derecha.
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