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Después de dar por sentado que el Gobierno prefiere aliados con «manos manchadas de sangre», a Pablo Casado no le cuadra el último barómetro del CIS. El presidente del PP restó hoy toda credibilidad a un sondeo en el que el PSOE dobla ... a los populares y no se castiga a Pedro Sánchez por haber recibido en el Congreso el apoyo de los independentistas, Podemos y, sobre todo, EH Bildu. «Supuestamente, los pactos con Otegi, Torra, Puigdemont e Iglesias no le pasan factura -desacreditó el estudio-; todo lo contrario, es el mejor presidente del mundo mundial». En todo caso, optó por suprimir de su discurso la polémica expresión del día anterior.
No habló de «manos manchadas de sangre», pero sí se reafirmó en el mensaje, en su reproche al Ejecutivo por buscar a los socios de la moción de censura y, sobre todo, por no desmentir a Arnaldo Otegi cuando aspira a que la izquierda abertzale sea «decisiva» en la próxima legislatura. «No voy a admitir que nos hagan pasar por el aro del secesionismo, del comunismo y del terrorismo de ETA -reiteró-, sinceramente, y lo digo con las palabras tan bellas y sonrientes como quieran, yo no voy a sentarme a hablar con Bildu, porque son los terroristas que han matado a 800 personas».
Lejos de rectificar, el líder de los populares justificó su reacción del día anterior y confió en que el Ejecutivo exija a la izquierda abertzale la condena de los asesinatos de ETA y rechace los homenajes a los miembros de la banda terrorista que abandonan la prisión. «Digan ustedes que no van a admitir que ultrajen a las víctimas del terrorismo y entonces yo no me enfadaré», instó al gabinete de Sánchez, que la semana pasada advirtió, tras el Consejo de Ministros y en plena controversia con el PP, de las «cuestiones pendientes» que EH Bildu tiene aún con la democracia.
Casado responsabilizó, además, a los socialistas de ser «tremendamente fuertes» contra la oposición y «tremendamente débiles» con los que quieren «romper» la Constitución, incluidos los independentistas y los autores de actos violentos en Cataluña. «Igual que son tremendamente exigentes con los dictadores muertos -añadió en referencia a Francisco Franco- y tremendamente alegres con los dictadores en Cuba y Venezuela».
El PP se debatió entre el respaldo a la estrategia de Casado y el cuestionamiento de expresiones llevadas al extremo. El vicesecretario de Organización, Javier Maroto, defendió que con la alusión a las «manos manchadas de sangre», Casado sólo trataba de «describir» que el Gobierno prefiere pactar con la izquierda abertzale, con «personas que defendieron el terrorismo durante muchos años». Y el número dos de la lista de Madrid, Adolfo Suárez Illana, avaló sin ambages la frase en la Cadena Cope: «Es extremadamente suave si tenemos en cuenta las barbaridades cometidas por los 'bilduetarras'».
En el PP vasco, sin embargo, se recibió con más reservas. «Cuando uno quiere ser contundente, a veces las palabras pueden ser un poco desafortunadas», trasladó el cabeza de lista de los populares por Guipúzcoa, Iñigo Arcauz, a quien en el partido sitúan en la órbita de Casado.
Hace meses, en realidad desde las primarias del PP en julio, que sectores del partido esperan que la dirección nacional modere el discurso y recurra a otro tipo de lenguaje, que no acepte el marco de Vox en la campaña. Son los mismos dirigentes que temen que el camino emprendido no reporte beneficios electorales y sí reste en las urnas. En todo caso, reconocen que por «arriesgada» que sea la jugada, sólo el 28 de abril se podrán medir sus efectos.
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