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Los gallegos de dentro y fuera de su tierra han votado y los partidos contienen el aliento ante las autonómicas que las encuestas han presentado como las más reñidas en años. El repunte de la participación hasta el 49,13% en balance ofrecido por la ... Xunta a las 17.00 horas casi iguala el registrado a media tarde también en los comicios de 2009, los que desembocaron en la primera mayoría absoluta de Alberto Núñez Feijóo. El escrutinio determinará si la coincidencia ejerce de talismán para el PP o es el nacionalismo y la izquierda, confiados en campaña en que un repunte en la concurrencia a las urnas podría favorecerlos, los que logran consumar su conquista de la Xunta. Los datos de la participación siempre esconden paradojas: porque en esa misma cita con las urnas de hace 15 años, Feijóo vio cómo sus 39 escaños se quedaban en la mayoría justa -38- al arrebatarle el PSdeG un asiento en el Parlamento por Orense gracias al voto extranjero. Un voto que representaba este 18-F el 17,6% del censo, casi medio millón de electores, aunque solo lo ha ejercido el 6,15% de los que podían hacerlo.
No hay que abandonar 2009 porque ahí está fijado el récord de participación de las gallegas, con un 64,21%. Los comicios de hace un cuatrienio, aplazados como los vascos a un 12 de julio en plena pandemia, resultaron tan atípicos que no permiten establecer una comparación análoga con otras elecciones celebradas sin un condicionante tan agudo. De hecho, los colegios registraron un fuerte descenso en la afluencia de votantes que no compensó -tampoco lo hizo en Euskadi- el incremento del sufragio por correo. La abstención fue del 51% y Feijóo dejó el listón del PP en 42 escaños, con un 48% de las papeletas. En esta ocasión, el voto exterior -desplomado a un 1,2%, apenas 5.400 sufragios- redondeó la hegemonía del hoy líder del PP, que logró su último asiento en la Cámara de Santiago por Pontevedra a costa del PSdeG. Cuatro años antes, Manuel Fraga se encomendó a los ciudadanos de origen gallego fuera de las fronteras de la comunidad -esta bolsa se recuenta días después del primer escrutinio-, confiado en que podía cortocircuitar el bipartito del socialista Emilio Pérez Touriño con el BNG. Fue en vano, porque no le bastó para alcanzar el ansiado escaño 38.
Son leyenda política las queimadas compartidas por Fraga con Fidel Castro en Galicia y en Cuba, un insólito gesto de fraternidad entre quienes, sobre el papel, tenían que detestarse ideológicamente. Durante años, el voto exterior pesó lo suyo en el resultado, hasta el punto de que el 34,7% de los llamados a entregar su papeleta desde la 'quinta provincia' de la diáspora -la citada Cuba, Argentina, Brasil, Uruguay y hasta Suiza- lo hizo en 2005. Pero a partir de 2011, con la introducción del voto rogado que exigía múltiples y trabajosos trámites, la cifra de participación cayó notablemente hasta ese 1,2% de hace cuatro años. Hoy, tras la anulación de ese voto rogado en 2022 y ante unas elecciones reñidas, ese porcentaje se ha elevado aunque lejos de guarismos pasados. Han ejercido su derecho el citado 6,15% del censo, 29.300 gallegos de primera, segunda o tercera generación. Cómo acabe la noche permitirá saber si ese caladero influye en el escrutinio. En ese caso, la emoción se prolongará, porque el conteo no empieza hasta el lunes 26.
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