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La dimisión de Yolanda Díaz de sus cargos al frente de Sumar tras el batacazo del partido en las europeas empañó este lunes el relato con el que Ferraz trataba de transformar en un éxito el segundo puesto del PSOE el 9-J, a cuatro puntos y dos eurodiputados de distancia del PP. La decisión de la líder gallega, que no renuncia a la vicepresidencia segunda del Ejecutivo ni al liderazgo del grupo parlamentario magenta, fue el vivo retrato del fuerte retroceso y la división que ha azotado al espacio político situado a la izquierda de los socialistas a lo largo de un ciclo electoral que finalizó el domingo con la obtención de solo tres eurodiputados (uno más que Podemos). También debilita al Gobierno al dejar en el aire el futuro del socio minoritario, clave en las dos últimas legislaturas para aglutinar una mayoría parlamentaria frente a la alternativa que lideran los populares.
Mientras la portavoz del PSOE, EstherPeña, descartaba cualquier posibilidad de adelanto electoral «porque tenemos gobierno progresista para rato», la Ejecutiva de Sumar, con Díaz a la cabeza era una olla a presión azuzada por las críticas de Izquierda Unida –que el domingo quedó por primera vez en su historia sin representación en el Europarlamento después de verse relegados a un cuarto puesto en la lista tras los comunes o Compromís– y al cuestionamiento del liderazgo de la organización por parte de Más Madrid.
La vicepresidenta segunda abandonó prematuramente la reunión que se celebraba en la sede de la madrileña calle Larra y, seguidamente, el partido anunció que comparecería a las tres de la tarde. Lo hizo en una declaración en vídeo, sin la presencia de medios ni preguntas. «Siento que no he hecho las cosas bien. La ciudadanía lo ha percibido y sin duda es mi responsabilidad», reconocía, con rostro de circunstancias, durante la alocución. «Es necesario que haya un debate y con esta decisión abro el camino», lanzaba tan solo 79 días después de su nombramiento como coordinadora general de Sumar en la asamblea fundacional del partido. Acto seguido, reivindicó su papel en el Gobierno.
Pero lo cierto es que la crisis de liderazgo que se abre ahora en Sumar salpica de lleno a la acción parlamentaria del PSOE, que durante este periodo de incertidumbre tendrá que negociar con la quincena de organizaciones que se agrupaban bajo el paraguas de Díaz. Ya en diciembre, cuando Podemos saltó al Grupo Mixto y abandonó la disciplina magenta, los socialistas afearon a Díaz la «falta de control» sobre su coalición. Posteriormente, cuando el propio Pedro Sánchez se lanzó en la campaña del 9-J a tratar de «arañar» votos del electorado de Díaz, en el PSOE reconocieron que lo hacían para quedar en buen lugar en el plebiscito que habían planteado contra Alberto Núñez Feijóo, pero no para acabar con su aliado.
La portavoz socialista reconoció que las decisiones «inmediatas o a medio y largo plazo» deben tomarlas en la dirección de Sumar, que ahora cuenta con un plazo de dos semanas para elegir al nuevo líder, con una votación simple de los 80 miembros que forman parte del grupo coordinador, al tiempo que aseguró que respetan su autonomía. Pero a la vez, Peña les pidió que miren «con claridad y de frente» y vean «los retos» que tienen por delante y quién se ha situado como alternativa de Gobierno.
Con su decisión de permanecer al frente del Ministerio de Trabajo,Díaz defiende que su intención es «dar un paso a un lado para dar un paso adelante en la política que importa a la gente». La vicepresidenta segunda llevaba semanas exigiendo al socio mayoritario de Gobierno impulsar medidas sociales para «llenar de contenido» el «punto y a parte» anunciado por el presidente en su decisión de no dimitir a finales de abril.
Pero el Gobierno llega al final de este ciclo electoral con los Presupuestos Generales del Estado prorrogados, con el socio minoritario en pleno proceso de «reflexión»interna y en medio de una aritmética parlamentaria que se complica después de que Junts,ERC y la CUP pactaran este lunes controlar la Mesa del Parlament de Cataluña e investir a Josep Rull como presidente del órgano.
Tras la dimisión de Yolanda Díaz de todos sus cargos al frente de Sumar, la coalición de izquierdas buscará acabar con el actual periodo de interinidad en una o dos semanas y elegir al nuevo líder de una organización con un carácter muy personalista desde su nacimiento hace algo más de un año en el polideportivo Magariños de Madrid.
El nuevo dirigente saldrá elegido, como fijan los estatutos del partido, por votación simple de los 80 miembros que integran el grupo coordinador de Sumar. En este órgano están integrados los principales aliados de Sumar como son Más Madrid, Izquierda Unida, los comunes o Verdes Equo, a los que inicialmente se reservaba una cuota del 30% de su composición pero cuya entrada finalmente se paralizó en paralelo a las tensiones surgidas por la negociación a las elecciones europeas. Otros como Compromís directamente renunciaron a entrar en la dirección.
Sí figuran, en cambio, dirigentes como el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, el portavoz parlamentario, Iñigo Errejón, la secretaria de Organización, Lara Hernández, la de comunicación, Elizabeth Duval, y diversos diputados.
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