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Los socialistas, que hace apenas mes y medio daban por sentado que no podrían exhibir un buen resultado en las europeas, rezuman ahora optimismo y hablan, como mínimo, de empate

Viernes, 7 de junio 2024, 14:13

El optimismo se ha apoderado del PSOE. El ánimo con el que el partido afrontaba las elecciones al Parlamento Europeo de este domingo hace apenas mes y medio se ha convertido en una referencia lejana. Entonces, daban por sentado que no podrían exhibir un buen resultado en una cita, decían, tradicionalmente difícil para el partido en el Gobierno. Las cosas empezaron a cambiar cuando, tras el varapalo de las gallegas de febrero, superaron las vascas de abril mejor de lo esperado. Pero fue el resultado logrado por el PSC en las catalanas del pasado 12 de mayo – la victoria de Salvador Illa y el retroceso del independentismo– lo que los puso en la cresta de la ola. «Y hemos ido de menos a más», aseguraban este viernes en la organización.

Ni la actitud retadora del independentismo, que ha interpretado como trampolín definitivo hacia el referéndum de autodeterminación la controvertida amnistía al 'procés' -aprobada hace tan solo una semana- ni tampoco la última entrega del ‘caso Begoña Gómez’ –la citación del juez Juan Carlos Peinado como investigada el próximo 5 de julio– han desinflado las expectativas con las que el principal partido del Gobierno llegó el pasado 23 de mayo a la pegada de carteles para una cita que las fuerzas políticas afrontan casi como segunda vuelta de las generales de hace casi un año. Al contrario.

Pedro Sánchez, que se ha volcado en la contienda consciente de que no era su candidata, la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, quien se la estaba jugando sino él mismo, cerró exultante la campaña en Madrid, con un acto con UGT por la mañana y un mitin por la noche en Fuenlabrada, en el que también participó José Luis Rodríguez Zapatero. «Tengo muy buenas vibraciones para este 9 de junio . Hace un mes decían ‘¡Vamos a arrasar!’ y ahora gritan ‘¡Vamos a empatar! –dijo en alusión al PP–.’ . ¡Pues nosotros estamos preparados para ganar y es lo que vamos a hacer!».

Arengas como esta son habituales en todo proceso electoral, independientemente de cuánto se las crean sus protagonistas. Pero, en este caso, fuentes de la dirección del partido aseguran que no van de farol. «Nuestras encuestas nos dan por delante», dicen. Algunos se muestran más cautos y matizan que la ventaja en sus propios sondeos, que cifran en tres puntos, es solo en intención directa de voto, sin cocina (es decir, sin los necesarios ajustes por factores diversos como desvíos en la muestra), pero que en cualquier caso todos los parámetros son «positivos». «Vamos a ‘photo finish’», dicen los más prudentes.

Pese a que, en los últimos días, desde el PSOE se aseguraba que, lejos de perjudicarle, la imputación a la mujer del presidente podía tener un efecto reactivo en el electorado progresista, las mismas fuentes admiten que la polémica no se refleja en sus datos, pero entienden que tampoco ha reportado beneficio alguno a Alberto Núñez Feijóo, el gran rival a batir, y con el que Sánchez realmente pretende medirse. «Esta semana se ha movido poco, tanto para nosotros como para el PP», dicen en la sala de máquinas de Ferraz.

Quizá por ello, después de haberla llevado incluso a un mitin en Málaga, el pasado miércoles, y de haber atribuido al juez instructor connivencia con la derecha y la ultraderecha, las referencias del jefe del Ejecutivo al asunto fueron ya este viernes someras.

El ‘fenómeno Alvise’

El cálculo que se hacen los socialistas es que todo está al albur de cómo responda el cuerpo electoral al arreón final que los dos grandes partidos demandan para una cita que habitualmente tiene poca participación. Y, singularmente, de cuán dividido quede el voto de la derecha por el que compiten PP y Vox pero también el ‘infuencer’ Alvise Pérez, que disputa votantes a Santiago Abascal y puede dar la sorpresa con entre uno o dos escaños, como Pablo Iglesias en 2014. Por lo pronto, el presidente lo ha citado estratégicamente en sus intervenciones tres días seguidos.

Esa es su gran baza, generar el mismo marco que le permitió salir airoso del envite del 23 de julio pasado, gracias a la insuficiente victoria de un PP sin más aliados que Vox: hay que frenar la «internacional ultraderechista». Este viernes, agradeció el apoyo a su familia, sí. Pero en su discurso no faltaron tampoco las referencias a Javier Milei, Benjamin Netanyahu o Giorgia Meloni.

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