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Mañueco se comprometió ante Feijóo, y mil y pico afiliados y cargos del PP pongo por testigo, a que iba a conseguir un triunfo incontestable para aupar al líder en el plebiscito contra Pedro Sánchez. Porque eran unas elecciones al parlamento europeo, pero en el PP quisieron que fueran un duelo con vistas a unas hipotéticas generales.
Y Mañueco y sus alcaldes, movilizados en una campaña intensa, han cumplido. Trescientos eventos de campaña, pueblo a pueblo, para obtener un 44,55% de los votos. Casi uno de cada dos votos. Lo que es como decir que ha batido a su propio partido, en la media de España, por diez puntos de diferencia. Deja pequeño incluso el 41,55% logrado en las generales de julio del año pasado. En porcentaje, solo La Rioja, una comunidad uniprovincial con un censo de 250.000 habitantes, fue más rotunda: 44,70%. Ni Galicia, tierra del presidente popular, se acercó al hito del PP castellano y leonés: un 43,62%. A casi un punto. A nivel nacional, el PP también ha ganado, pero el PSOE resiste.
A Mañueco, a modo de guinda, le queda además el prurito de haber arrasado en su provincia. Salamanca apoyó a los populares al 49,88%. La que más de todo Castilla y León, en la que el PP logró vencer en las nueve provincias y en todas por encima del 42% salvo León, que se quedó en el 41,7%.
En esta política de vasos comunicantes, lo que uno gana, el otro lo pierde. Y en el caso del PP, su triunfo dejó un reguero de damnificados. El primero, obvio, Ciudadanos. La referencia comparativa con estos comicios europeos es la de las elecciones de 2019. Cinco años ha. Casi nada en esta política del vértigo, que ya ha pasado la fase líquida, que diría Zygmunt Baumann, y se encuentra inmersa en lo gaseoso. Así, se evaporaron en Castilla y León los 208.000 votos de Ciudadanos, reducidos a poco más de ocho mil. Solo hay que echar cuentas. El PP ha mejorado 14,04 puntos respecto a 2019. Ciudadanos se ha dejado 14,41.
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Pero es que tampoco Vox ha obtenido un crecimiento significativo en la primera comunidad autónoma en la que ocupó puestos de Gobierno. Aunque se ha situado por encima de la media nacional, 9,62%, con un 10,51%, la comparativa con las tres comunidades en las que cogobierna deja mal parados a los de Juan García-Gallardo. En Aragón han sumado el 11,53% de los votos. En la Comunidad Valenciana, el 11,51%. En Extremadura, el 9,94%
Echan la culpa en Vox, en el discurso nacional, a la irrupción de una fuerza populista cebada en los canales de Telegram y las redes sociales, la de Alvise Pérez. En Castilla y León, sin embargo, no es donde más votos ha recabado. Se ha quedado por debajo de su resultado nacional, con un 4,04%. Y en Aragón y la Comunidad Valenciana, comunidades donde Vox ha logrado mejores resultados que aquí, 'Se acabó la fiesta' ha rebasado el 5%: un 5,09% en Aragón y un 5,77% en Extremadura.
Así, en cierto modo el triunfo del PP ha contribuido también a que el crecimiento de Vox no fuera mayor en el territorio.Y sobre todo ha dejado patente que la remontada socialista -aunque inacabada, un 22-20 no era lo que se manejaba hace dos meses- no se ha cimentado en Castilla y León, precisamente.
Si Mañueco puede sacar pecho este lunes en el análisis de los resultados, Luis Tudanca se ha quedado en la media, ni fu ni fa. Un 30,44% de los votos, ligeramente por encima del 30,18% que han logrado los socialistas en España a pesar de contar con dos ministros de la tierra, Óscar Puente y Ana Redondo, y llevar a la presidenta del grupo socialdemócrata europeo, la vallisoletana Iratxe García, de gira por la comunidad. El partido ha caído 2,68 puntos en España y 4,59 en Castilla y León, en aquellos comicios que coincidieron con el triunfo de Tudanca en las urnas, pero sin Gobierno socialista en la región.
Insistía Iratxe García en una entrevista en El Norte, en campaña, en que la amnistía ya estaba amortizada, finiquitada por el 12M en Cataluña, con Salvador Illa 'triomfant'. Que los ciudadanos valorarían otras cuestiones relacionadas con la gestión económica, la captación de fondos europeos, etcétera. En una tierra de emigrantes, con cientos de miles -literalmente cientos de miles- de nacidos aquí buscándose la vida en Cataluña, País Vasco y Madrid, que un tipo como Puigdemont se fabrique una amnistía a medida es algo que tiene difícil venta entre el electorado.
Pero es que la izquierda, más allá de los números de un PSOE que ha aguantado el envite a nivel nacional, se ha estampado también en Castilla y León. El número 3 por Podemos, Pablo Fernández, se quedó sin plaza en Europa después de que las encuestas se la pusieran a tiro. Podemos obtuvo en 2019 un 8,06% de los votos para Bruselas en Castilla y León. Cinco años y varias uniones y divisiones después, se ha quedado en un 2,35%. Su alter ego, Sumar, se ha quedado en un 2,9% a pesar de los esfuerzos de traer a Valladolid a Yolanda Díaz en una campaña a contracorriente. Si se traducen los resultados a votos, entre las dos formaciones han obtenido la mitad de los apoyos que recibió Podemos en 2019.
Este resultado conlleva además que Pablo Fernández seguirá en su escaño de las Cortes de Castilla y León como único procurador y no se irá a Bruselas, lo que habría hecho que su puesto lo ocupara María Sánchez, que representa a Sumar, en una reedición a pequeña escala del 'efecto Verstrynge'. Ambos compartieron la papeleta de Valladolid en las autonómicas de 2022. Las siglas entonces, y hoy en las Cortes, eran Unidos Podemos. Es obvio que desunidos, desde luego, no.
La lectura política de los resultados, aunque se reposará este lunes, ya ha empezado. Alfonso Fernández Mañueco, exultante, alardeaba de ser «la segunda organización [del PP] que mayor porcentaje de voto ha obtenido». «Además hemos ganado en todas las provincias de Castilla y León subiendo 14 puntos y sacando una diferencia de 14 puntos al partido socialista. Hemos sido la segunda comunidad con mayor participación», añadía.
Ahora le toca la segunda parte. Recomponer el grupo parlamentario, porque pierde a Raúl de la Hoz, que parte hacia Bruselas desde el cómodo puesto 12 de la lista. Valorar la situación real de su cogobierno con Vox y cómo afrontar desde ahí la media legislatura que le queda. Hay que tener en cuenta que en unas autonómicas entran en liza actores que tienen fuerza territorial y que en las europeas se desdibujan: Unión del Pueblo Leonés (3 escaños), Soria ¡Ya! (3 escaños) y Por Ávila (un escaño).
Los rumores de anticipo electoral en Castilla y León son constantes desde que comenzó el mandato, pero ahora el presidente puede permitirse esperar acontecimientos. Si hay un adelanto de generales a corto plazo, podría pulsar el botón rojo. Pero tampoco tiene prisa. Hay presupuestos para 2024, aunque tardíos, ya se ha empezado a pensar en la elaboración de los de 2025 y los resultados, a ojos de Génova, le consolidan como barón territorial con voz propia y sin los agobios que padeció no hace tanto bajo el mandato de Pablo Casado y Teodoro García Egea. Aquellos líderes que cayeron hace eones, en 2022. Tan antiguos como las elecciones europeas de 2019 que hoy han enviado al recuerdo a Ciudadanos y casi a Podemos, han alumbrado a un Sumar endeble y han aupado a un populista con un canal de Telegram.
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