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El líder del PP Alberto Núñez Feijóo y el president de la Generalitat Valenciana y presidente del PPCV, Carlos Mazón Efe

Feijóo echa el resto para atraer «el único voto que hace daño» al 'sanchismo' con el 9-J en un puño

«El domingo no bastará, pero sin el domingo no vamos a conseguir el cambio», apela el líder del PP frente al intento de «desmovilizar» de su rival

Viernes, 7 de junio 2024, 21:38

El PP lleva desde los prolegómenos de esta convulsa campaña, que menos europea ha sido de todo, permitiéndose bromear sobre la herida por la que aún supura: la confianza en unas encuestas que el 23 de julio le otorgaba una victoria lo suficientemente holgada como para desalojar de la Moncloa a Pedro Sánchez. Alberto Núñez Feijóo ganó, sí, pero quedándose corto frente a un Sánchez que aguantó lo justo y luego cedió lo que precisaba ante los independentistas. Cifrar las expectativas en los sondeos se ha convertido en una suerte de deporte de alto riesgo para Génova; algo parecido a mentar «la soga en casa del ahorcado», ilustran en el cuartel general del partido. Con estas europeas transformadas por el propio Feijóo en un plebiscito para dictar la sentencia de la legislatura, los populares se han cuidado a lo largo de la campaña de pillarse los dedos con estimaciones de voto, han desplegado mensajes para preparar el terreno por si su rival consuma otro ejercicio de resiliencia y lo más que concedían ayer era que «las sensaciones son buenas». Un dirigente arriesga una evaluación más comprometida -este 9-J terminará dilucidándose «en un puño»- con la mirada fija en la activación de su electorado.

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El que dé el arreón final a la movilización se llevará el gato al agua, viene a sostener ese pronóstico, ante unos comicios que, en términos de expectativas, empezaron con la campaña en márgenes más airosos para el principal partido de la oposición que lo que acaban. Hasta el punto de que Feijóo y los suyos han rematado la carrera hacia este 9 de junio jugando en el marco al que se aferra el PSOE: el de que la liza que cerrará el extenuante ciclo electoral de este primer semestre del año se libra en un «empate» técnico.

Sea cierto que los socialistas han enjugado parte de la ventaja de salida, sea una estrategia para que nadie se duerma en los laureles superando la frustración del 23-J o que sean las dos cosas al tiempo. El partido se ha volcado, por una parte, en pedir a sus militantes que no se quede ni uno solo en casa en unas europeas y en acentuar la opa contra el electorado de Vox; y, por otra, en alertar de que todo lo que no sea ganar de manera incontestable le bastará a Sánchez para erigirse de nuevo en el gran resistente y dar cuerda al reloj de la legislatura, a la espera de cómo se resuelva o no la gobernabilidad en Cataluña. Y ahí, en Barcelona, Feijóo martilleó con el mensaje del día en que la campaña bajaba la persiana y la suerte quedaba echada: el voto al PP es «el único que hace daño» a Sánchez, el único que puede actuar de palanca para acelerar el final de la legislatura y consumar el objetivo del centroderecha de forzar la convocatoria de unas nuevas generales. La forma de clamar para que ese voto no siga dispersándose hacia Vox.

La papeleta y González Pons

Un puñado de horas más tarde, en la plaza de Valencia donde los populares llenan, Feijóo definió lo que está en juego este 9-J: «El domingo no bastará», admitió, para remover a Sánchez de su cargo, «pero sin el domingo no vamos a conseguir el cambio». «Aquí no hay desahogo, escarmientos o experimentos. Si le quieres dar un disgusto a Sánchez, coge la papeleta del PP», había proclamado por la mañana, en una descarnada apelación al voto pragmático que, como el 23-J, busca atraer al elector más templado desafecto con el ‘sanchismo y, en el otro extremo, al de Vox que priorice finiquitar la legislatura. Esteban González Pons lo expresó con acidez: hay una papeleta «que saca a Sánchez de la Moncloa» –tras equipararlo a una plaga– y otra «que lo engorda». Si hay empate, «Sánchez se queda y nosotros... no voy a decir cómo, pero también», terminó enredándose.

Feijóo se afanó, en paralelo, en mostrarse convencido de que esta campaña en la que se han sucedido «cosas muy graves» ha insuflado «más ganas de ganas» frente a lo que interpretó como una estrategia de Sánchez de «desmovilizar, desunir y enfadar» a la ciudadanía crítica con él con la sucesión de escándalos y «la sobreactuación sobre la sobreactuación». El líder del PP, que incidió en que su contrincante deberá irse si «ha metido la mano en la caja», se dice persuadido de que el 'sanchismo' «ya no cuela», mientras los suyos inciden en que «mal lo tienen que ver» los socialistas para tirar del 'caso Begoña Gómez' cuando llegaron a la Moncloa sobre la cabalgadura de la lucha contra la corrupción.

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