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Mentiras, dinero y canciones

Domingo, 20 de octubre 2024, 19:03

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Con el objetivo de que el lector no pierda detalle, cada tarde, una newsletter especial repasará la actualidad en torno a las elecciones de EE UU y las anécdotas de la jornada. Escrita por Miguel Pérez, jefe de Mundo, la carta será la aliada perfecta para mantenerse al día de la información sobre la campaña para las elecciones que decidirán quién se convierte en el próximo inquilino de la Casa Blanca: Kamala Harris o Donald Trump. Hoy te presentamos la primera entrega y a partir de mañana la podrás recibir en tu correo electrónico. Apúntate a continuación.

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La campaña electoral en Estados Unidos ha entrado en su etapa decisiva. La recta final. De lo que ocurra estos próximos dieciséis días dependerá el resultado de las urnas. Y de lo que salga de éstas dependerá el futuro de un país sometido a dos ideologías, dos caracteres y dos programas políticos completamente diferentes. Quizá sea esa disparidad lo que esté haciendo de esta campaña la más visceral de la historia reciente. Ni Kamala Harris ni Donald Trump han desgranado sus proyectos lo suficiente como para que los electores puedan votar sobre una base de información y reflexión. Los ataques mutuos y la agitación de los peores fantasmas sociales y políticos priman en los discursos. Esa bipolaridad que mezcla sangre caliente y argumentarios básicos se ha adueñado de la escena también en los Estados Unidos.

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  1. Más agentes en la frontera

El expresidente Donald Trump prometió en un mitin en Arizona contratar a 10.000 nuevos agentes de la Policía de Fronteras para vigilar la divisoria entre Estados Unidos y México. Evitó explicar cómo conseguirá ese número de efectivos que en la práctica supondría casi doblar la plantilla actual de un Cuerpo que desde hace años sufre graves dificultades para reclutar nuevos miembros.

El líder republicano también anunció que pondrá en marcha un programa de deportaciones masivas, pero omitió la parte económica; de dónde obtendrá el multimillonario presupuesto para poner en marcha el necesario sistema administrativo. Y finalmente se comprometió a que el ejército colabore en las labores de patrullaje fronterizo, sin explicar cómo sorteará la legislación y los tribunales que establecen los límites de lo militar y lo civil.

Pero nada de eso importa a los votantes de Trump. Enfervorecidos, en Arizona aplaudieron todas y cada una de las medidas del líder republicano. Resulta inquietante cómo su discurso hiperbólico triunfa sobre la realidad y hasta dónde su electorado es capaz de movilizarse por las vísceras. Pero lo peor es que, en los sondeos electorales, el magnate es el preferido del conjunto de los estadounidenses en cuanto a la gestión de la migración. Poco importan las penurias de miles de desplazados en su camino hacia El Dorado, que frecuentemente acaba en la muerte, el abuso sexual y las redes de tráfico de seres humanos. A Trump aquello de levantar un gran muro de acero y hormigón a lo largo de la frontera con México se le está quedando pequeño.

  1. Detroit: mucho Trump, poca Kamala

Míchigan es un Estado bisagra, lo que en Estados Unidos se conoce como un 'Swing State', cuyo electorado puede bailar de signo de una a otra cita con las urnas. Fue republicano hasta que Bill Clinton lo ganó para los demócratas en 1992. Veinticuatro años más tarde, Donald Trump lo hizo republicano de nuevo. Y en 2020 Biden fue el preferido en las urnas y con él regresó el poder demócrata. Las encuestas dibujan ahora una diferencia de décimas entre Kamala Harris y Trump. El carnet de baile sigue abierto.

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Sin embargo, existe una honda preocupación entre los líderes demócratas por la aparente laxitud con la que el equipo de Harris hace campaña en el Estado y, especialmente, en Detroit, donde Biden cosechó el 94% de los votos hace cuatro años. Sea por un error estratégico o por el convencimiento de que el milagro de 2020 se repetirá ahora, el caso es que la campaña demócrata apenas ha hecho publicidad, ni enviado cartas a los vecinos o movilizado a sus simpatizantes para que el rostro y el programa de su candidata esté permanentemente en las calles.

Basta como ejemplo el enfado de algunos de estos líderes residentes en Detroit que aseguran haber recibido hasta catorce cartas del Partido Republicano recabando el voto para Trump y ninguna de Kamala Harris. O que incluso delante de sus casas, la campaña conservadora haya colocado grandes carteles con el rostro del magnate, que se ha gastado un dineral en publicitarse en la ciudad del motor.

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  1. Dólares y bacalao

Bacalao a la parrilla y medallones de ternera a la plancha. Este es el menú de los 300 principales donantes de fondos de la campaña de Kamala Harris que se sentaron en una cena de recaudación de fondos en la Academia de Bellas Artes de Filadelfia. Hubo diez invitados por mesa. El cubierto parece que costó algo más de 3.000 dólares. Un bacalao de oro. Pero la gente pagó. Hasta ahí, todo perfecto.

La cuestión ahora es: ¿Hasta cuándo? Ese mismo día el Partido Demócrata filtró que había alcanzado los 1.000 millones de dólares en ingresos para la campaña electoral de Kamala Harris. Ella, de hecho, ha sido protagonista de gran parte del 'milagro' económico. Desde el abandono de Joe Biden, las billeteras se han aflojado gracias al entusiasmo generado por su sustituta a la presidencia de Estados Unidos, aunque, significativamente, el partido ha preferido no revelar el monto total de lo recaudado en septiembre. Los estrategas temen que la bonanza financiera haga que mucha gente se pregunte qué va a pasar con el dinero sobrante después de la campaña, o que se reduzca el flujo de donaciones porque, al fin y al cabo, ¿para qué quieres más ayudas si ya tienes mil millones de dólares?

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  1. La edad no perdona

Donald Trump se sometió a una entrevista colectiva de sus simpatizantes en Dakota del Sur. Moderado por la gobernadora republicana, Kristi L. Noem, el expresidente respondió a las preguntas de un público previamente seleccionado preocupado por el precio de la vivienda y las subvenciones a la pequeña empresa. Dos asistentes se desmayaron por el calor. Y a Trump no se le ocurrió otra cosa que preguntar: «¿Alguien más quiere desmayarse?» Y, luego, su jefe de campaña añadió: «Al público le entusiasmó tanto Trump que hubo desvanecimientos».

Todo resultó delirante. El candidato dejó de responder preguntas y puso a bailar a sus votantes con una selección de canciones de Spotify. Trump confecciona sus propias listas durante los vuelos y las repite una y otra vez a su equipo, que cariñosamente le llama 'DJ Trump', sin escapatoria alguna dentro de una aeronave a miles de metros del suelo.

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Por alguna extraña razón, el magnate se ha obsesionado con las listas de canciones a medida que avanza la campaña electoral. Entre sus favoritos figuran los Rolling Stones, Celine Dion, R.E.M., Beyoncé o The White Stripes. Bandas y cantantes se han quejado y exigido la retirada de sus canciones de los mítines republicanos. Su oponente, la demócrata Kamala Harris, considera que estas nuevas manías del expresidente son cosas de la edad, que diría Modestia Aparte.

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