El martes, día 5 de noviembre, se celebraron las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Como es sabido, Donald Trump, el delincuente convicto, candidato por el Partido Republicano (lo que no tiene precedentes) ha logrado un triunfo rotundo, obteniendo la mayoría en el Senado y, al parecer, también en el Congreso. Esto se suma a la mayoría conservadora en el Tribunal Supremo. Se trata de una victoria de su mensaje «America first», lo que va a tener muchas consecuencias en la política exterior, si es que se cumplen las propuestas defendidas en su campaña.
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Hay tres compromisos que van a afectar a las relaciones internacionales y también a Europa. En primer lugar, su deseo de confrontar con China, desde todos los puntos de vista, aunque, de momento, comercialmente, en dónde va a subir los aranceles de forma relevante. Esta subida arancelaria también va a afectar a Europa, y concretamente a España, donde en ambos casos tenemos un superávit comercial relevante con Estados Unidos, lo cuál va a plantear dificultades graves en las relaciones transatlánticas, ya que éstas tienen una base económica y comercial significativa.
En segundo lugar, desde el punto de vista de la seguridad y defensa, Trump ha establecido que los desafíos fundamentales para Estados Unidos están en el Indo-Pacífico, y por lo tanto, ha llegado a firmar por escrito en su programa, la necesidad de reducir o incluso separarse de la Alianza Atlántica. Con ello, pone de manifiesto su poco interés para reforzar los lazos atlánticos en el ámbito de la seguridad. Parece que se van a desentender de forma clara en relación a la agresión rusa a Ucrania, e incluso apoyando en alguna medida las soluciones rusas.
En materia de seguridad, también hay que constatar su acercamiento a Netanyahu, donde, precisamente, en el día de hoy, acaba de sustituir a su ministro de defensa, Yoav Gallant que, hasta ahora, era un freno a la política ofensiva del dirigente en Gaza, Cisjordania y Líbano. Por lo tanto, los acuerdos de paz en Oriente Próximo serán cada vez más difíciles. La política agresiva de Netanyahu ha tenido incidencia decisiva en la victoria de Trump, y el hecho de que, hasta ahora, la política demócrata no consiguiera el alto al fuego ni redujera la agresión.
En tercer lugar, su política antiinmigración, que consiste, no solamente en impedir nuevos ingresos de latinoamericanos en Estados Unidos, si no la expulsión de los irregulares, que son aproximadamente 11 millones, ya que les responsabiliza de gran parte de la criminalidad. Esto también va a tener repercusión con la política europea, en el contexto del debate sobre la migración que está tratando de impulsar Giorgia Meloni desde Italia.
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Con estas breves pautas, podemos comprender perfectamente que Europa, y especialmente la Unión Europea, se va a tener que enfrentar de forma clara a la política de Estados Unidos, tanto desde el punto de vista económico, estratégico y social. Por lo tanto, las implicaciones para su política exterior van a incidir tremendamente en la necesidad del refuerzo de la autonomía estratégica abierta de la Unión Europea. Dentro de ello, especialmente, en el desarrollo de la política comercial y de su política de defensa, que ha tenido algunos avances en la última legislatura.
En esta situación, el informe Letta sobre el Mercado Interior, dónde también trata el tema de la necesidad de una política de defensa, y el informe Draghi, sobre competitividad, y la necesidad de unas inversiones enormes, de incluso 800.000 millones de euros al año, adquieren plena vigencia, ya que, para hacer frente a esta nueva política, será imprescindible abordar las propuestas que hacen estos dos informes. Hace unos meses nos parecían excesivas, pero su aplicación resulta imprescindible.
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Estamos haciendo referencia a Europa y no solo a la Unión Europea, ya que, mañana día 7 de noviembre se celebra la quinta Cumbre de la Comunidad Política Europea en Budapest, organización informal de importancia creciente en la política europea y mundial, ya que se reúnen cada seis meses los jefes de estado y de gobierno de los 46 países europeos que participan en estos encuentros y en los que se tratan temas de gran trascendencia para Europa. En esta quinta cumbre se da la circunstancia que se reúne en Hungría, cuyo líder, Víktor Orbán, es uno de los Presidentes que tiene una posición diferente al resto de los miembros de la Unión Europea y cercano a Trump, lo que puede ser problemático para la cohesión en el desarrollo de la misma.
Por ello, creemos que los resultados de las elecciones en Estados Unidos exigen que Europa se refuerce de una manera clara y decisiva. La relación transatlántica se va a debilitar y Europa necesita profundizar en su camino. Creo que es importante recordar que, hace diez días, el gobierno laborista del Reino Unido solicitó la apertura de negociaciones para la creación de una zona de libre comercio con la Unión Europea. Sin embargo, hay que recordar también, el enfrentamiento fuerte que ha tenido Trump con el Primer Ministro Keir Starmer, como consecuencia de que grupos de laboristas apoyaran a la candidata demócrata.
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Sin embargo, hay que resaltar que, posiblemente, los resultados de las elecciones no sean casuales, sino que, Europa y Estados Unidos cada vez son modelos más diferenciados, tanto desde el punto de vista político, como económico y de su estructura social, ya que en Europa existe una sociedad del bienestar consolidada, consecuencia del equilibrio entre política, sociedad y mercado. En el caso de los Estados Unidos, cada vez se ve más como es el mercado el que condiciona a la política y a la sociedad. A su vez, la diferencia de clases tiende a reducirse en Europa, mientras que en Estados Unidos tiende a aumentar.
Hay que recordar que, en la política europea, concretamente en la comunitaria y en el Parlamento Europeo, las fuerzas de centro derecha y de centro izquierda (Partido Popular, Partido Socialista, los liberales de Renew y los verdes) representan más del 65% de la cámara, y la extrema derecha (los Patriotas Europeos, Europa de las Naciones Soberanas e incluso con los Conservadores y Reformistas) están entorno al 25%. Además, se diferencian de los primeros en que no se ponen de acuerdo en casi nada, mientras que los otros mantienen posiciones comunes.
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Esta semana ha comenzado la prueba de fuego, en la que habrá que ver si esta reflexión es correcta o no tanto, ya que en los hearings y audiciones se va a plantear el debate y la posible aprobación o descarte de los 26 comisarios propuestos por la Presidenta Von der Leyen (del Partido Popular) y donde participan comisarios de estos partidos, o apoyados por ellos, pero con la oposición rotunda, en algunos casos de los grupos de extrema derecha citados anteriormente. La pregunta que nos hacemos es si van a pasar todos esta prueba o si se va a descartar a alguno por razones estrictamente políticas y con el soporte de la extrema derecha, y no por razones técnicas, como ocurrió, por ejemplo, en 2019, donde hubo que reemplazar a tres comisarios.
En la opinión pública de hoy, después de los resultados norteamericanos, se mantiene en gran parte de los medios de comunicación, que las elecciones van a tener una incidencia considerable en Europa. Por un lado, consolidando a la extrema derecha, ya que, en definitiva, es una ola que va a llegar a todo el continente. Por otro, fomentando la desregulación, como va a ocurrir en Estados Unidos a partir de enero. Por lo tanto, entienden que es una ola que empieza en Estados Unidos pero va a abarcar todo Occidente e incluso a Europa.
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Personalmente, mantengo la posición contraria. Creo que, como consecuencia de las elecciones norteamericanas, incluso se va a debilitar el propio concepto de Occidente, en donde Europa y Estados Unidos cada vez tienen una concepción más diferenciada en política, en economía, sociedad, identidad, cultura, etc. En Europa y no solo en la Unión Europea se va a reforzar el proyecto común de las cuatro corrientes políticas enumeradas anteriormente y van a hacer frente a una profundización de carácter político.
Incluso, se va a plantear avanzar en la reforma de los Tratados de una inspiración federal, aunque no sea de forma inmediata, para posibilitar la ampliación, y desarrollando una política económica común más asertiva, con un crecimiento relevante del presupuesto, de cara a las perspectivas financieras 2027-2035, que será lo que posibilite, por un lado, reforzar nuestra política exterior de seguridad y defensa, y por otro, hacer posibles las reformas sociales necesarias para seguir manteniendo el estado del bienestar.
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