En la campaña electoral los candidatos no han dedicado casi tiempo a debatir sobre la política exterior y la defensa, aunque es posible que le dediquen algo de tiempo hoy en el último debate. En el caso de que aborden estos asuntos, las relaciones con ... China, Rusia, Irán e Israel ocuparán su atención y probablemente a Europa ni se la nombre. Si el 3 de noviembre gana Joe Biden, como apuntan las encuestas, asistiremos a una recuperación del diálogo transatlántico.
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La ventaja del demócrata es que, gracias a su dilatada experiencia, conoce a fondo la política europea. Desde sus tiempos al frente de la poderosa Comisión de Relaciones Exteriores del Senado es consciente de que los mejores aliados de Estados Unidos todavía se encuentran en el viejo continente. Biden fortalecería las relaciones con Alemania, a la que pediría más esfuerzos para reducir la dependencia energética de Rusia. Afirmaría los compromisos de su país con la OTAN, aunque exigiría -al igual que Trump, pero con otros modos- un esfuerzo presupuestario mayor de muchos socios. Valoraría el papel de la Unión Europea como motor de estabilidad política del continente y, en especial, su compromiso a la hora de impulsar el comercio global. También trabajaría con los europeos para proseguir con la lucha planetaria contra la emergencia climática y devolvería a Estados Unidos al Acuerdo de París.
A cambio, no facilitaría una relación económica estrecha de su país con el Reino Unido, sin antes lograrse un pacto razonable entre Londres y Bruselas que preserve la libre circulación y los acuerdos de paz en la isla de Irlanda. El lobby de este pequeño país en grandes ciudades como Nueva York, Boston o Chicago es muy poderoso y con un presidente demócrata cobrará todavía más influencia. Pero no se puede esperar de Estados Unidos, cuya prioridad estratégica es China, un regreso a Europa sobre la base de las categorías superadas de la guerra fría. Angela Merkel, la líder del mundo libre por incomparecencia de Trump, lo explicó con mucha claridad hace tres años: Europa tiene que tomar su destino en sus manos. Ojalá sepamos hacerlo y, con voz propia, renovar la asociación con Estados Unidos.
José M. de Areilza es doctor en Derecho por la Universidad de Harvard, Secretario General de Aspen Institute España, miembro del Colegio de Abogados de Nueva York y profesor de ESADE.
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