Hace treinta años Joe Biden ya era considerado un político maduro y de larga trayectoria. En 1990 presidía la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, una de las más poderosas del Capitolio. Una de sus principales iniciativas fue promover una nueva interpretación de las normas ... constitucionales sobre tratados internacionales, que daba la última palabra a la cámara alta.
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Precisamente a estudiar esta «condición Biden», como se le llamó, dediqué mi tesina de master en Harvard, sin saber que estaba escribiendo sobre un legislador que tres décadas después, a sus 77 años, acariciaría la Casa Blanca. Si, como apunta el escrutinio de los últimos miles de votos, le da la victoria en votos electorales sobre Trump, cabe preguntarse qué tipo de presidente será. A Joe Biden no le mueven tanto las ideas como las personas. Tiene muy buena conexión con el ciudadano de a pie y combina la adherencia al ideario demócrata más centrista (en España estaría en ocasiones a la derecha del PP) con una actitud pragmática, abierta al pacto.
Si analizamos sus equipos de campaña, ha decidido rodearse de colaboradores poco dados a veleidades izquierdistas. Es en buena medida un continuador de la obra de su antiguo jefe, Barack Obama. A diferencia del primer presidente afroamericano, no hay grandes expectativas sobre su llegada a la Casa Blanca. Con un país fuertemente dividido, una pandemia descontrolada y una situación económica y social delicada, a Biden se le acumulan los problemas.
No sabe aún si dispondrá de una mayoría demócrata en el Senado -se decidirá el 5 de enero, cuando se dispute el desempate por un escaño en Georgia-. Pero tiene a su favor una capacidad de resistencia ante la adversidad muy probada, después de sufrir varias tragedias familiares. Se le critica por una supuesta falta de energía, al menos en comparación con un hiperactivo Donald Trump. Pero es posible que su serenidad se convierta en uno de sus principales activos como presidente. Estados Unidos necesita como pocas veces en su historia líderes que trabajen para tender puentes. Con su dilatada experiencia de servidor público, Biden es uno de los políticos mejor preparados para ejercer este papel unificador.
José M. de Areilza es doctor en Derecho por la Universidad de Harvard, Secretario General de Aspen Institute España, miembro del Colegio de Abogados de Nueva York y profesor de ESADE.
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