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Joe Biden, presidente-electo de EEUU, junto a su esposa, Jill Biden AFP
Biden elige a su equipo

Biden elige a su equipo

El presidente electo solo ha devuelto las llamadas de países aliados

mercedes gallego

Nueva York

Jueves, 12 de noviembre 2020, 21:40

Joe Biden todavía no es presidente, pero muchos celebran ya la vuelta a la aburrida normalidad. De Berlin a Ottawa, el viejo orden mundial brilla de nuevo. El demócrata sólo ha devuelto las llamadas de felicitación de los aliados tradicionales y ha hecho público un ... cordial resumen de cada una al estilo tradicional que tanto echaba de menos la prensa. Cada día acapara la atención mediática con una predecible y ordenada comparecencia relacionada con el tema del día, que ayer marcó él mismo con su primer nombramiento: Ron Klein, su futuro jefe de gabinete.

Una elección a la antigua, en la que el jefe de gabinete de la Casa Blanca no será el encargado de controlar al presidente, sino de ayudarle en las negociaciones con el Congreso, elegir al personal y filtrar lo que llega le llega a la mesa. Se trata de un veterano de 59 años que trabaja con Biden desde finales de los años 80, cuando era su asesor en el Comité Judicial del Senado que presidía. Luego volvió a trabajar con él cuando fue vicepresidente de Obama. «Un estratega con una mente legal y oído político, el tipo de mano que actúa detrás de las bambalinas más común de las últimas décadas, capaz de manejar todo, desde la crisis del Ebola hasta las confirmaciones judiciales», observó el Washington Post.

Es también una voz relativamente progresista para un presidente de centro, al estar casado con Monica Medina, abogada y activista de medio ambiente que fundó hace dos años la newsletter «Our Daily Planet» (Nuestro Planeta Diario), enseña en la Universidad de Georgetown y fue subsecretaria de Defensa para los Océanos y la Atmósfera con Barack Obama, así como adjunta de la fiscal general Janet Reno con Bill Clinton.

Otro signo progresista es la designación de 15 mujeres entre las 25 personas seleccionadas para dirigir la transición en el Pentágono, un cuerpo conocidamente machista que Trump está poniendo del revés en su salida. Eso ha empoderado las voces femeninas que piden un gabinete de gobierno con mayoría de mujeres.

Klein será el encargado de dar los anuncios de nuevos puestos de gobierno que se esperan la próxima semana. Desde el sótano de Delaware desde el que ha dirigido la campaña electoral más inusual de la historia, Biden entrevista a los candidatos entre los que se encuentran prácticamente todos los candidatos presidenciales con los que compitió y un puñado de senadores. Estos últimos tendrán que ser de estados demócratas para que el gobernador pueda nombrar un sustituto sin que el partido pierda poder en la cámara Alta. Chris Murphy, de Indiana y Tammy Duckworth, de Illinois, son dos de los barajados, aunque la piloto del Ejército que perdió las dos piernas en Irak también se perfila también como posible secretaria de Veteranos.

Según todas las voces, la preferencia de Biden para dirigir su política exterior es Susan Rice, ex embajadora de Naciones Unidas y ex consejera de Seguridad Nacional durante el gobierno de Obama, que ya estuvo a punto de conseguir ese puesto cuando lo dejó Hillary Clinton, pero al no tener los demócratas mayoría en esa cámara no pasaría la criba del Senado, donde se la culpa de la muerte del embajador estadounidense en el consulado de Benghazi. Biden planea reunirse con su viejo amigo Mitch McConnell, líder del Senado, para tener una idea más clara de qué candidatos serían aceptables.

Entre los que difícilmente pasarían la prueba se encuentran también los senadores Bernie Sanders y Elizabeth Warren, que los grupos progresistas impulsan para Secretario de Trabajo y del Tesoro respectivamente. Warren representa a un estado con gobierno republicano, lo que la descalificaría para decepción de sus seguidores.

Con paso firme pero calmado, Biden espera que la realidad venza la resistencia de Trump a aceptar su victoria. Son muchas las voces de alarma por su decisión de no permitirle acceder a la información clasificada de inteligencia que se da a los presidentes electos, hasta el punto de que varios senadores republicanos han dicho que intervendrán si no se resuelve antes de que acabe la semana. Fue precisamente la turbulenta transición entre Bill Clinton y George W. Bush una de las cosas que la Comisión del 11-S culpó de los atentados, por lo que los republicanos se enfrentan a la decisión de poner al país por delante de la patria. Parecería fácil, con un presidente saliente, pero Trump ha ganado 72 millones de votos con los que hacer músculo y chantajear al partido que tomó por asalto hace casi cinco años. En las próximas semanas hará una demostración de fuerza que obligará a todos a retratarse ante la historia.

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