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Salvo que cambien mucho las cosas en el último momento, el escenario que afrontará el PP tras las elecciones de este domingo en Castilla y León diferirá bastante del diseñado en los despachos de la calle Génova de Madrid y María de Molina de Valladolid. ... El adelanto electoral estaba pensado en clave nacional para que la campaña fuera un paseo popular rumbo a la mayoría absoluta, o bordearla, pero se ha convertido poco menos que en un calvario. Todo apunta a una victoria sin épica que puede debilitar más el ya frágil liderazgo de Pablo Casado y desbarataría el cambio de ciclo electoral que persigue el líder de la oposición para desalojar a Pedro Sánchez de la Moncloa.
Las encuestas conocidas y las que manejan los partidos de puertas adentro confirman el triunfo del PP, pero bastante más modesto que el proyectado. Fuentes populares señalan que se mueven en el entorno de los 32 escaños, a nueve de la mayoría absoluta de 41 y solo tres más que los obtenidos en 2019. El «vamos a por todas» de los primeros días de la campaña desapareció. Los más optimistas se aferran al listón de los 35 procuradores en las Cortes regionales que harían innecesario el auxilio de Vox. Pero los sondeos constatan dos datos inquietantes para el PP: ha perdido seis puntos en intención de voto desde que se convocaron las elecciones y el trasvase votos hacia la extrema derecha es superior al que captan del caladero de Ciudadanos.
El candidato popular, Alfonso Fernández Mañueco, ha pasado de la noche al día de contemplar como única hipótesis la de gobernar en solitario a admitir que igual debe pactar con Vox. Un tabú que antes había roto Isabel Díaz Ayuso. Una perspectiva ante la que Santiago Abascal engorda su pliego de peticiones. «Vamos a ser decisivos», subraya el líder de la extrema derecha con la docena de escaños que cree tener ya en el bolsillo.
El precedente de las autonómicas de 2019
Distribución de escaños de las cortes de Castilla y León
35PSOE
29PP
12Ciudadanos
2U. Podemos
1Vox
1UPL
1Por Ávila
41
Mayoría absoluta
81
Procuradores
Reparto de escaños en la comunidad autónoma
Cs
xAV
1
1
Ávila
PP
PSOE
3
2
7
U.P.
Cs
1
2
Burgos
PSOE
PP
5
3
11
UPL
U.P.
Cs
1
1
1
León
6
4
PP
PSOE
13
Cs
1
Palencia
3
3
PSOE
PP
7
Cs
2
PP
Salamanca
4
4
PSOE
10
Cs
1
Segovia
3
PSOE
PP
2
6
PP
2
3
PSOE
Soria
5
Cs
Vox
3
1
6
Valladolid
PSOE
PP
5
15
Cs
PSOE
1
Zamora
3
3
PP
7
á.s./N.C.
Fuente: Junta Electoral y elaboración propia
El precedente de las autonómicas de 2019
Distribución de escaños de las cortes de Castilla y León
Por Ávila 1
Vox 1
UPL 1
U. Podemos 2
Ciudadanos 12
35
29
41
Mayoría absoluta
81
Procuradores
Reparto de escaños en la comunidad autónoma
UPL
UP
Cs
Cs
1
1
1
1
3
6
UP
Cs
4
3
PSOE
PP
PP
PSOE
13
7
1
2
PSOE
PP
5
León
Palencia
3
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Burgos
Cs
Cs
PSOE
Vox
1
3
PP
3
PP
3
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1
3
PSOE
7
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PSOE
PP
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5
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Zamora
Cs
Soria
Valladolid
1
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PSOE
PP
2
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2
PP
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Segovia
4
xAV
PSOE
10
1
1
PP
PSOE
3
Salamanca
2
7
Ávila
á.s./N.C.
Fuente: Junta Electoral y elaboración propia
Antes de llegar a este giro de guion, Casado tenía un plan para Castilla y León que descansaba en dos pivotes. Ganar con solvencia para abrir un nuevo ciclo electoral al que deberían seguir Andalucía y las municipales y autonómicas de mayo de 2023 para desembocar en unas generales a finales del proximo año en un clima de cambio político. La segunda pata tiene una lectura doméstica pero no menos relevante: demostrar que la victoria aplastante en Madrid en mayo pasado no fue patrimonio exclusivo de Ayuso porque la marca PP podía reeditar los triunfos rotundos en otros territorios.
Pero nada ha salido como estaba previsto. La campaña se ha hecho interminable para los populares. Y lo que debería haber culminado en una salida a hombros de Casado y Mañueco lleva camino de convertirse en una ganancia pírrica. Al menos eso aventuran las encuestas.
El problema con el que se ha topado el PP es un clásico en política, el de la gestión de las expectativas. El presidente castellanoleonés adelantó las elecciones para, dijo, abortar una moción de censura de la que nadie ha presentado una prueba. Era el modelo de Madrid, que con Ayuso dio resultado. A partir de ahí, el alto mando del PP diseñó una ruta triunfal que, por lo que se vislumbra, no será tal. Vender la piel del oso antes de cazarlo en política puede pagarse caro.
Han jugado en contra los errores «groseros» de campaña, sostienen algunas voces dentro del partido, que critican el discurso hiperbólico de Casado –«España vive las horas más oscuras», dijo el 1 de febrero– y una puesta en escena de discutible efecto –el líder del PP ha encadenado para las hemerotecas una galería de fotos agropecuarias con vacas, cerdos, jamones y ovejas–. Además, no ha funcionado colocar a Pedro Sánchez en el centro de la diana. «Castilla y León no es Madrid», insisten los dirigentes regionales del partido.
Tampoco ayudó la votación de la reforma laboral en el Congreso, que ha agotado los calificativos del esperpento, y que salió adelante por el error de un diputado propio para pasmo de populares y alborozo de socialistas.
Se ha dado la paradoja, incluso, de que el PP de Castilla y León recurrió a Ayuso como revulsivo para galvanizar su campaña. Una irrupción que no estaba en el diseño de la dirección nacional, que había limitado su presencia a un acto y se han convertido en cuatro. Su rompedora entrada en escena ha demostrado de nuevo que el tirón de la presidenta madrileña supera al de Casado entre militantes y votantes. Una mala noticia para los planes concebidos en Génova.
Los más 'casadistas' empiezan a ponerse la venda antes de la herida. Tratan de aliviar la responsabilidad de su líder si la operación de Castilla y León no sale como se pergeñó. El primero, el propio Mañueco: «Me la juego yo y no Pablo Casado».
El debate, sin embargo, parece inevitable. Los críticos en el PP –parapetados en el anonimato– velan armas para el día después. La diputada Cayetana Álvarez de Toledo, la única que no se refugia en sus críticas en la privacidad, se perfila como la punta de lanza. Hablará el lunes en Pamplona para presentar su libro «Políticamente indeseable».
Las procelosas aguas que se barruntan en los dominios populares han contrastado en el final de campaña con la calma chicha socialista. El PSOE espera un buen resultado, y aunque los más entusiastas ven viable la posibilidad de gobernar con Unidas Podemos, Ciudadanos si es que obtiene representación, y las candidaturas uniprovinciales, ese escenario parece poco realista. Así lo admiten en la calle Ferraz y también en el PSOE castellanoleonés a pesar de las apelaciones de última hora a que las elecciones se van a jugar «en un puñado de votos».
Los socialistas ven lejos repetir los 35 escaños de 2019, pero tampoco contemplan un desastre como el de Madrid. Un escenario que ven más que satisfactorio en una comunidad refractaria a sus candidatos desde 1983 con la excepción del triunfo de Luis Tudanca hace tres años. Sánchez, si se cumplen las previsiones de su partido, evitaría el voto de castigo que se vislumbró en el horizonte madrileño. Aquel resultado sembró la inquietud en el PSOE por el temor a que se tratase de una tendencia nacional.
El PSOE inició la precampaña para las autonómicas de Castilla y León tratando de no reeditar la derrota que la formación había sufrido un año antes en los comicios de Madrid. En Ferraz temían que una amplia mayoría de Alfonso Fernández Mañueco se tornara en voto de castigo a Pedro Sánchez. Aunque los socialistas no echan las campanas al vuelo y tienen bastante claro que las posibilidades de repetir este domingo los resultados de 2019, cuando fueron la fuerza más votada, son escasas, los sondeos detectan que sus perspectivas electorales no son tan negativas como al principio de la campaña. Su candidato, Luis Tudanca, incluso ha llegado a ofrecer a Unidas Podemos, Ciudadanos y las candidaturas de la España Vaciada un Gobierno de coalición si logran sumar.
En Génova prepararon el adelanto electoral en Castilla y León en clave nacional como una posibilidad de erosionar al Gobierno de Pedro Sanchez, situar a Pablo Casado más cerca de la Moncloa y apuntalar a Alfonso Fernández Mañueco como presidente de Castilla y León. Sin embargo, los sondeos han desinflado el convencimiento de los populares de que estas autonómicas iban a ser un paseo militar en el que se reeditara la mayoría de Isabel Díaz Ayuso en Madrid. Todos los datos indican que, pese a que la victoria de su candidato parece más que probable, el PP deberá pactar con Vox si quiere formar un Gobierno. Eso siempre que la cantidad de indecisos (un 23% según el CIS) no acaben por propiciar una sorpresa aún más mayúscula.
Las autonómicas de Castilla y León son un punto de partido para Ciudadanos. Del resultado de estas elecciones, y de las de Andalucía, dependerá el futuro de la formación que preside Inés Arrimadas, que el año pasado fue desalojada de los Ejecutivos de Murcia, Madrid y Castilla y León. Los sondeos solo le otorgan entre uno y dos escaños, lo que podría dejar al partido naranja en la cuerda floja. Su candidato, Fracisco Igea, además se vio obligado a participar en la primera mitad de la campaña aislado en casa de sus padres por un positivo en covid-19. Ahora busca una coalición en la que «queden fuera los extremos» para tratar de seguir manteniendo, al menos, una cuota de poder institucional en la región mientras intentan frenar la fuga de cargos y afiliados.
En Unidas Podemos confiaban con encarar las elecciones de Castilla y León con la maquinaria del nuevo proyecto político de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, ya engrasada. Sin embargo, el «frente amplio» que soñaban encabezar no está ni se le espera este domingo. La participación de la también ministra de Trabajo en la campaña también ha sido muy discreta debido a las negociaciones por la reforma laboral y la subida del SMI. Ahora el objetivo es salvar los muebles y convertirse en la llave del Gobierno de Castilla y León si logran sumar con el PSOE. Pese a todo, las encuestas otorgan al candidato de los morados, Pablo Fernández, entre dos y tres procuradores. Una cifra que, si bien mejoraría o igualaría la de 2019, podría ser insuficiente.
La presencia institucional de Vox en Castilla y León es discreta (solo tiene 64 concejales de casi 13.000) y rinde mejor en las elecciones nacionales que en las regionales: en las autonómicas de mayo de 2019 obtuvo el 5,4% de los votos y en las generales, cinco meses después, el 16,8%. Sin embargo, los de Santiago Abascal quieren irrumpir con fuerza en esta ocasión en las Cortes de Castilla y León tras hacerlo en Andalucía y Madrid. En estos dos caos se limitó a apoyar desde fuera a los Ejecutivos del PP de Juanma Moreno e Isabel Díaz Ayuso, pero ahora no se conformarán con otra cosa que no sea entrar en un eventual Gobierno de Mañueco si las encuestas terminan por fructificar y poner la estrategia así en valor en las próximas generales.
La irrupción de ¡Teruel Existe! en el Congreso tras las generales del 10 de noviembre de 2019 dio alas a una decena de partidos que ahora se presentan en cuatro provincias bajo la denominación de España Vaciada (Burgos, Palencia, Valladolid y Salamanca) y en Soria (con la marca Soria ¡Ya¡). Aunque los sondeos no son especialmente optimistas -otorgan dos escaños a los sorianos y otro para Unión del Pueblo Leonés-, podrían tener la llave del Gobierno regional, ya sea a izquierda o a derecha por lo ajustado de las encuestas y las dudas sobre la participación. Hoy se presentan a un primer test que podría marcar sus expectativas electorales en los futuros procesos electorales y dependerá de su movilización en zonas rurales y envejecidas.
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