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Cada candidato llegó a las Cortes con su idea de debate y la puso en práctica. El resultado fue que no hubo ganador claro. Alfonso Fernández Mañueco pasó apuros durante la cita, pero resistió la contienda.
Luis Tudanca resumió en su primer minuto lo que ... la comunidad se juega el 13 de febrero: «O un Gobierno de PP y Vox o un Gobierno decente». Para ello pidió concretar el cambio que no logró cuajar el PSOE en 2019, pese a ganar las elecciones. El sorteo de turnos dejó la segunda intervención a Alfonso Fernández Mañueco, que aprovechó para asegurar que Castilla y León «sufre» las políticas discriminatorios de Sánchez. Lo hizo una y otra vez, como la ola sobre el acantilado. Y Francisco Igea, desde la casa de sus padres, envió la primera andanada a quien fue su socio de Gobierno. «Nadie esperaba que el tránsfuga fuera el presidente», apuntó sobre la ruptura del pacto de coalición.
A partir de ahí, Luis Tudanca se agarró a la carpeta del cambio desde una localidad de espectador en el ten con ten que mantuvieron durante toda la noche los exsocios. Con Mañueco empeñado en borrar el paso de Ciudadanos por la Junta, colando la coletilla de «mi Gobierno» cada vez que podía, una y otra vez, e Igea reivindicando que había dos partidos en el Ejecutivo autonómico. El primer momento de tensión llegó cuando el candidato popular se atribuyó la gestión de la pandemia recordando visitas a los hospitales de Soria y Segovia o las «noches» de compras de material en los primeros días de la covid-19. «Yo puedo dar nombres de pilotos, de compañías... usted no. Usted estaba a otra cosa, iba a los sitios a hacerse la foto», le afeó Francisco Igea a Mañueco.
El debate apenas llevaba 20 minutos de emisión.
El cara a cara discurrió por carriles previsibles para cualquiera que haya seguido los debates de las Cortes en esta legislatura y lo actos de la campaña, incluidos los rifirrafes de las intervenciones. Mañueco se parapetó tras el burladero de Pedro Sánchez y Luis Tudanca intentó desactivar esa defensa insistiendo en preguntar por qué la Junta no ha empleado los más de 1.600 millones de euros que elGobierno central ha ingresado en las cuentas autonómicas para responder a la pandemia. También una y otra vez.
De la pandemia, a la educación. Era un terreno para coger oxígeno en el que Igea metió a Vox en el debate. «¿Va a hacer consejero de Educación al señor García-Gallardo?», espetó a Mañueco. El popular había contemplado el escenario: «Estoy convencido de que lograré gobernar en solitario». Y ahí llegó la segunda enganchada. Mañueco que si el gobierno de la Junta «es del presidente» e Igea que si es «de todos y si usted cree que es de su propiedad, mal vamos». Y de ahí a la regeneración, que el popular centró en el «diálogo social, político y civil» y en la promesa de una nueva Ley Electoral para abrir los debates a otros partidos, no solo a los que logren formar grupo parlamentario en las Cortes.
Tudanca e Igea no le compraron la propuesta. El segundo aseguró que con Cs se acabó el «clientelismo» en la Junta y denunció que tres días después de la convocatoria electoral, el 23 de diciembre, el nuevo consejero de Sanidad se había reunido sin hacerlo público en su agenda, algo obligado, con una de las empresas licitadoras de un contrato de más de 800 millones de euros. El del transporte sanitario. «No se les puede dejar solos, en cuanto les dejas solos, vuelven a las andadas, a hacer contratos inexplicables para beneficiar a los de siempre», concluyó el orador confinado. Mañueco no entró al trapo.
Y Tudanca sacó el dossier de la corrupción del PP: la Perla Negra, la trama Eólica, la Gürtel, la instrucción por financiación ilegal del PP en Salamanca... «Cada vez que escucho a un empresario decir que no invertía aquí porque le pedían mordidas pienso en los jóvenes que se han tenido que marchar», remarcó el socialista. Fernández Mañueco intentó neutralizar la andanada con lo poco regenerador que fue ser el objetivo de una moción de censura en mitad de una pandemia y lo nada regenerador que son «los indultos a los golpistas» catalanes. «Si quiere hacer oposición al Gobierno de España váyase a la oposición», replicó Tudanca.
«Les gusta mucho ponerse el traje de inquisidores y hacer quemas en la plaza pública», se defendió Mañueco, sobre unos «asuntos» que consideró «no me afectan personal ni políticamente». El popular se mostró dolido por los «insultos y descalificaciones de estas dos personas». Y remató pidiendo «dejar trabajar a la Justicia».
Solventado el terreno más peligroso para el aspirante del PP, el debate entró en materia fiscal. Nada nuevo. Alfonso Fernández Mañueco defendió sus desgravaciones frente al «hachazo» de impuesto del PSOE. Luis Tudanca le recordó que el PP ha votado en las Cortes dos veces en contra de una fiscalidad rural y recurrió a otro clásico: «Cuando escuchen ustedes al señor Mañueco prometer bajadas de impuestos solo tienen que añadir'a los que más tienen». Y Francisco Igea atribuyó el mérito de las últimas rebajas fiscales a los naranjas. «Las bajas de impuestos han sido realidad con Cs», argumentó.
Fiscalidad, medio rural y despoblación. El debate enfilaba la recta final. El «fracaso absoluto» de la gestión del PP que ponen de manifiesto cada revisión que el INE hace del padrón, de Luis Tudanca, es un «problema global que afecta a España y a Europa» para Mañueco. Hubo espacio para el ministro Alberto Garzón y también críticas de Francisco Igea a la hiperinflación de políticos del PP haciéndose fotos con corderos y terneras. «El señor Pablo Casado va a a acabar con garrapatas si no se anda con cuidado», ironizó el de Cs.
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Antonio G. Encinas
Aquí Luis Tudanca introdujo su propuesta de «descentralización» para aplicar en Castilla y León, con una planificación «consensuada» entre los partidos políticos y las entidades locales y provinciales. Alfonso Fernández Mañueco no se opuso a este reparto de organismos entre las provincias que defiende el PSOE, siempre que se que aborde sin ocurrencias y de manera sosegada.
Los intervinientes tuvieron su minuto de oro. Mañueco habló de las «ganas» intactas que tiene para revalidar como presidente de la Junta y de que mejorará los servicios públicos bajando los impuestos. Francisco Igea defendió las bondades de un gobierno con «profesionales» y no «con gente que se ha dedicado toda su vida a la política» y Tudanca apeló a aquellos «que quieren cambiar las cosas», a los que «no soportan que los jóvenes se marchen y tampoco soportan la corrupción política». Pidió su voto para el PSOE y cerró el debate.
Los tres oradores tendrán una segunda oportunidad el próximo día 9, en el segundo debate de la campaña electoral.
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