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El ascenso en 4,2 puntos de la participación en las elecciones de Andalucía a las 14.00 horas con respecto a 2018 insufla aire a las expectativas del PP de Juanma Moreno y Alberto Núñez Feijóo de aproximarse a una mayoría lo suficientemente holgada - ... la absoluta se sitúa en 55 escaños- como para poder gobernar en solitario sin tener que apoyarse en Vox. Los especialistas se tientan la ropa por la dificultad de comparar dos autonómicas tan dispares, por las fechas distantes en que se celebran, como la de este 2022 y las convocadas hace cuatro años. Aquellas se desarrollaron un 2 de diciembre, con una afluencia más tardía del electorado a las urnas; afluencia que acabó quedándose en el 56,5%, la segunda cifra más baja en unos comicios propios desde 1982. Las de hoy lo hacen condicionadas por la ola de calor y la festividad del Corpus Cristi. Aún así, y a la espera de la ratificación de las seis de la tarde, ello no ha retraído el ejercicio del voto. Antes al contrario, éste ha repuntado. Y singularmente en aquellos colegios electorales con mayor peso de los sufragios del centro-derecha. Lo que parece espantar el riesgo para el PP de que otro 'síndrome Arenas' pueda menguar las esperanzas de Moreno de ganar, seguir al frente del Ejecutivo y hacerlo, además, libre de las ataduras del partido de Santiago Abascal.
Tras una campaña de contención, evitando los errores no forzados, y con los suyos persuadidos de que han conseguido morder en el electorado moderado a derecha y también a izquierda que busca afianzar al PP en el palacio de San Telmo, el temor de Moreno y de Génova no pasa esta vez por la movilización de su voto -fijan la fidelidad en el 80%- y sí por un exceso de confianza a tenor de unas encuestas que, a diferencia de lo ocurrido con Alfonso Fernández Mañueco en Castilla-León, no solo no han rebajado el alcance de la victoria del actual presidente de la Junta sino que lo han ido aproximando a la mayoría soñada; incluida la posibilidad de llegar a alzarse con la hegemonía absoluta. Los populares combaten contra el desengaño de las expectativas airosas, una década después de que Arenas -aquellas autonómicas fueron en marzo- marcara un récord para su partido con 50 escaños, pero cortos con respecto a lo que pronosticaron los sondeos e insuficientes para desalojar al PSOE del poder.
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Javier Varela
Sara Rubio Blasco
Paula De las Heras
María Martín, directora de Comunicación de GAD3, desgrana para este periódico las conclusiones de la participación a las dos de la tarde: el ejercicio del voto «no se hunde» pese al buen tiempo y las ganas de disfrutar del ambiente festivo; los electores están acudiendo en mayor número a los colegios situados en el interior que en la costa -el listón más elevado lo está marcando Córdoba-, lo cual, según la integrante de la empresa de prospección de voto, no es una excepcionalidad en Andalucía; y que la activación se está percibiendo de forma más acusada en las áreas inclinadas al centro-derecha. Y cita como referencia dos distritos sevillanos: en los Remedios, con una notable bolsa de apoyos para el PP y Vox, la afluencia está por encima de la media; lo que contrasta con el encogimiento en Cerro-Amate, decantado al centro-izquierda.
Martín constata que un desplome del voto favorecería a los partidos identificados con «los extremos» ideológicos; en este caso, Vox y Adelante Andalucía, la candidatura escindida de las confluencias de Podemos que encabeza el anticapitalismo de Teresa Rodríguez. Pero si la tendencia al alza de las 14.00 horas se confirma al cierre de las urnas, ese repunte acercará las encuestas, sostiene la experta, a la verdad del escrutinio electoral. Traducido: en estos momentos, la movilización consolidaría a Moreno por encima de los 50 escaños permitiéndole soñar con la mayoría absoluta.
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