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En pleno corazón de la zona sur de la ciudad, otrora zona de arrabales, se alza majestuoso el Hospital de la Concepción, protagonista directo de algunos de los capítulos más significativos de la historia de Burgos durante los últimos 500 años. Hoy permanece sin uso, a medio rehabilitar, esperando convertirse de nuevo en el referente que tantas veces fue, pero manteniendo siembre su elegante y sobrio perfil.
De hecho, se trata de uno de los ejemplos de arquitectura civil más importantes de la ciudad de Burgos, por su riqueza patrimonial y la interesante historia que guarda entre sus muros, en la que se mezclan atención sanitaria, educación y conflictos bélicos a partes iguales.
El edificio hunde sus raíces en los primeros años del siglo XVI. Entonces, Burgos, impulsada por el comercio de la lana, se erigía como una de las más ciudades más prósperas de Castilla. La trama urbana, de hecho, ya había comenzado a extenderse extramuros por los arrabales de San Pedro de la Fuente y la zona de Vega. Y fue en los límites meridionales de ese espacio, junto al entonces convento de San Agustín, donde el comerciante Diego de Bernuy decidió levantar un hospital a través de su fundación particular.
Para ello, echó mano de una serie de solares y huertas pertenecientes al Cabildo Catedralicio situadas en el camino de San Agustín (hoy calle Madrid) y encomendó la construcción de un gran edificio de estilo renacentista que se inauguraría el 1 de julio de 1562. Dos años más tarde, el 8 de mayo de 1562, el hospital, que ya era gestionado por la Cofradía de Nuestra Señora de la Purísima Concepción, recibió la Bula Apostólica.
Aunque la autoría del edificio original se desconoce, algunos autores apuntan a la posible intervención del maestro Juan de Vallejo, maestro de decenas de obras a orillas del Arlanzón. El inmueble primigenio constaba de dos naves separadas por un estrecho patio, destinadas respectivamente a la atención de hombres y mujeres, y desde su fundación fue un referente en la ciudad. Hasta el punto de que la propia santa Teresa de Jesús se hospedó allí entre el 25 de febrero y el 21 de marzo de 1582, aprovechando su estancia en la capital burgalesa para fundar un convento.
Tal era la importancia del hospital que apenas unas décadas después de su puesta en funcionamiento se comenzó a hablar de su ampliación. Una ampliación que acabaría siendo impulsada a principios del siglo XVII, cuando el canónigo de la Catedral Juan de Sandoval, legó parte de su herencia a la Cofradía con el objetivo de construir dos nuevas salas de convalecientes y una capilla.
Sin embargo, las obras, supeditadas a la llegada de donativos a la Cofradía, se prolongaron durante décadas. A medida que iban llegando los fondos se iban ejecutando algunos trabajos, según consta en los numerosos legajos que aún hoy custodia el Archivo Municipal.
Gracias a esos legajos sabemos que los diferentes trabajos desarrollados durante todo el siglo XVII estuvieron dirigidos por maestros como Silvestre de la Torre, su padre Pedro de la Torre, Pedro de las Suertes, Tomás Gil, Roque de Albitiz, Domingo de Albitiz o Juan de Ribas. Todos ellos dejaron su firma también en otros edificios de la época a lo largo y ancho de la provincia, incluido el palacio ducal y el monasterio de la Madre de Dios de Lerma o la capilla mayor de la iglesia de Melgar de Fernamental, entre otros.
Sea como fuere, lo cierto es que la documentación existente indica que la ampliación no quedó culminada hasta finales del siglo XVII. Para entonces, el Hospital de la Concepción había superado con creces su estructura original, extendiéndose hacia el norte siguiendo la traza del camino de San Agustín y culminando en la antigua plazoleta de San Cosme. Allí se erigió el acceso principal, aún hoy visible y perfectamente identificable dentro de la trama urbana de la zona sur.
Amén de los casi 7.000 metros cuadrados de superficie construida, el hospital contaba con un gran espacio dedicado a patios y huertas, que completaban el conjunto y cerraban la manzana compartiendo su límite meridional con el convento de San Agustín.
Tras la ambiciosa ampliación, el Hospital de la Concepción mantuvo su carácter hospitalario durante la práctica totalidad del siglo XVIII hasta que en 1799 vivió un nuevo punto de inflexión. Ese año, el antiguo hospital fue reconvertido en colegio de Medicina y Cirugía. Se abría entonces una etapa dedicada a la educación que, sin embargo, se vio truncada apenas unos años después con el estallido de la Guerra de la Independencia. Y es que, las tropas de Napoleón asentadas en Burgos ocuparon las instalaciones (como tantas otras en la ciudad) en 1813 para usarlas como cuartel.
Tras la retirada definitiva de los franceses, el edificio recuperó temporalmente su actividad educativa, pero nada volvió a ser igual. De hecho, durante los convulsos años que siguieron a la expulsión del ejército francés, el Hospital de la Concepción fue utilizado en numerosas ocasiones con fines castrenses.
Así, durante la Primera Guerra Carlista fue usado como hospital militar, y entre 1875 y 1882, una vez desamortizado su uso por parte del Estado, fue sede del Parque de Artillería. De hecho, el Ejército, necesitado de espacios en aquel momento, intentó consolidar el antiguo edificio hospitalario como cuartel, pero el proyecto no terminó de fraguarse.
Aún así, años después, en plena Guerra Civil, el Hospital de la Concepción fue el lugar de pernocta de parte de la Legión Cóndor alemana, que desplegó desde Burgos algunos de sus ataques aéreos, incluido el bombardeo de Guernica.
Todos esos usos temporales, no obstante, no impidieron el progresivo deterioro del inmueble, que fue declarado Monumento Nacional en 1946. La ruina fue avanzando de manera inexorable durante las siguientes décadas y no fue hasta principios de este siglo cuando se consiguió frenar, al menos en parte.
En 2003, el Ayuntamiento asumía la titularidad de la parcela a través de una permuta con terrenos de la antigua Bakimet con el objetivo de construir un aparcamiento subterráneo en las antiguas huertas, donde por cierto apareció un interesante enterramiento documentado por Fabiola Monzón, y paralelamente recuperar la actividad en el edificio. Para ello, el Consistorio cedió el inmueble a la Universidad de Burgos, que en 2012 culminó los trabajos de conservación y rehabilitación parcial.
Unos trabajos que supusieron la inversión de casi ocho millones de euros y que permitieron frenar la progresiva ruina, pero que resultaron insuficientes como para recuperar la actividad. Este objetivo está aún pendiente de la puesta en marcha del gran proyecto anunciado en 2018, mediante el que el Ministerio de Cultura y la Junta se comprometían a intervenir directamente en el histórico inmueble para convertirlo en una nueva sede de la Universidad e instalar allí el Archivo Provincial.
Hoy, casi cinco años después de aquello, no se ha movido ni una sola piedra y el proyecto continúa a la espera de su desbloqueo definitivo. Mientras tanto, el Hospital de la Concepción, otrora protagonista de mil y un avatares, continúa esperando una nueva vida.
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María Díaz y Álex Sánchez
Almudena Santos y Leticia Aróstegui
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