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Viernes, 15 de octubre 2021, 08:11
Los efectos económicos de la crisis sanitaria están incidiendo de forma dispar en la sociedad española: mientras que algunos hogares lidian aún con los estragos de la crisis, que se muestran en modo de desempleo y descenso de los ingresos, otros han visto crecer el ... ahorro en época de limitaciones, lo que ha permitido que más jóvenes accedieran el pasado año a una vivienda en propiedad.
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Las consecuencias de la pandemia en la economía y el mercado laboral golpearon el pasado año en forma de aumento del desempleo, expedientes de regulación de empleo y parones en la actividad de muchos autónomos que hicieron descender sus ingresos. La crisis también se ha notado entre los jóvenes: según los datos de la Encuesta de Población Activa, durante el primer año de crisis sanitaria, entre el primer trimestre de 2020 y el mismo periodo de 2021, el desempleo entre los menores de 25 años aumentó un 13,3%, y un 17,1% entre los jóvenes de hasta 29 años.
Sin embargo, pese a las difíciles situaciones económicas, el porcentaje de jóvenes de entre 16 y 29 años ya emancipados que residen en un inmueble en propiedad aumentó el pasado año en comparación con el anterior, del 25,5% de 2019 al 31, 8% de 2020.
La explicación reside, en parte, en el aumento de la tasa de ahorro de los hogares españoles durante el pasado año, que creció del 6,3% de la renta disponible en 2019 al 14,8% de 2020, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). La crisis económica no afectó igual a todas las familias, y las restricciones a la movilidad y el consumo a las que obligó la pandemia se tradujo, para los segmentos de población con menos dificultades económicas, en un aumento del ahorro. Así lo indican también las cifras del INE: del 14,8% de la renta disponible de ahorro medio en los hogares españoles, el 12% provino de un descenso en el consumo.
En algunos casos, ese aumento del ahorro en los hogares se ha transformado en una inversión en vivienda: o para sí o, en muchas ocasiones, como ayuda para que los descendientes puedan acceder a una vivienda.
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El capital disponible, propio o de sus progenitores, ha venido a solventar el principal problema con que se encuentran los jóvenes que por perfil laboral sí podrían acceder a una hipoteca: las habituales dificultades para ahorrar el 30% del valor de adquisición de un inmueble, condición necesaria para recibir la financiación de un banco y hacer frente a la compra, que comúnmente supone años de espera.
El aumento del porcentaje de jóvenes con una vivienda en propiedad explica en cierta medida el descenso que el pasado año sufrió a la par el porcentaje de los que residían en una vivienda de alquiler, que pasó del 48,2% de 2019 al 45,4% de 2020. Es lógico pensar que una parte de los que accedieron el pasado año a comprar un inmueble residían hasta ese momento en una vivienda en alquiler. Sin embargo, el INE no ofrece datos absolutos, por lo que también es posible que el aumento en el porcentaje de jóvenes que residían en un inmueble en propiedad se debiera a un descenso en el número de los que lo hacían de alquiler, que ante las dificultades económicas y el aumento en el precio de los alquileres regresaron al hogar familiar.
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Tanto un fenómeno como el otro explicarían también el hecho de que en 2020 descendiera también el porcentaje de jóvenes que tenían como residencia una vivienda cedida (del 22,5% al 18,9%), una figura que mayoritariamente se emplea por los descendientes que viven en régimen de cesión en un inmueble familiar: es lógico pensar que mientras que algunos regresaron a casa de sus progenitores, otra parte pudo acceder a una vivienda en propiedad.
Lo que sí aumentó el pasado año fue el número de jóvenes que comparten casa: un 3% más que en 2019, hasta los 567.000 hogares que en 2020 estaban compuestos por personas que no forman ningún núcleo familiar.
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Sí es cierto que desde la relajación de las limitaciones sanitarias los profesionales inmobiliarios han visto descender la edad de los compradores que acceden a una primera vivienda. Son más jóvenes que los que antes accedían a su primer inmueble en propiedad, pero predominan las parejas jóvenes con hijos, con edades que habitualmente superan los 30 años.
Ese perfil de edad sí coincide más con la edad media a la que, según la consultora Colliers, a partir de las estimaciones de la OCDE, se accede en España a la primera vivienda en propiedad: los 41 años, frente a los 34 de media en Europa. Ese dato sitúa a España como el tercer país europeo con una edad más elevada para la primera compra de vivienda, tras Suiza (48 años) y la República Checa (42 años).
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