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Miércoles, 10 de noviembre 2021, 07:31
Además de tratarse de un valor refugio, invertir en vivienda es una decisión estratégica cuando se añade a una cartera con otro tipo de activos como la renta fija o variable. La descorrelación de los factores que influyen en el comportamiento de valores como las ... acciones en bolsa, la deuda pública o la inversión inmobiliaria ayuda a correr un menor riesgo; o, lo que es lo mismo, garantiza no poner todos los huevos en la misma cesta.
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En finanzas, la correlación se explica como la relación entre la dirección que toman dos activos determinados: en un mismo escenario, dos activos correlacionados seguirán una misma tendencia, mientras que dos descorrelacionados se comportarán de manera distinta. La descorrelación puede deberse a que se trata de activos que por su naturaleza se comportan de manera opuesta, que pertenecen a sectores diferentes, que no se ven influidos por las mismas variables, o a que corresponden a mercados distintos.
Existen una serie de activos que por su carácter se consideran en sí mismos descorrelacionados o acíclicos. Es el caso de los bienes de primera necesidad. La vivienda, aunque es también un producto de inversión, se encuentra también en esta categoría, lo que explica que en momentos de crisis económica se mantenga la demanda de inmuebles, o los precios tarden en bajar más que en lo que se refiere a otros sectores.
La mayor descorrelación de los activos de una cartera no asegura el éxito de las inversiones, pero sí puede amortiguar la caída. Destinar toda la inversión a renta variable puede tener consecuencias muy negativas si los valores de la bolsa caen de forma generalizada en un momento de crisis; lo mismo ocurre si se invierte todo en renta fija, en un escenario de recesión o de aumento de las primas de riesgo.
Añadir a esta cartera activos inmobiliarios puede permitir compensar las pérdidas sufridas en otros valores en un momento de bajada. Además, la vivienda es un tipo de inversión más segura que la de la renta variable y ofrece una mayor rentabilidad que otras opciones de inversión como la renta fija.
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La inversión en vivienda con el fin de alquilar es una de las más comunes y accesibles, y una alternativa rentable y bastante segura. Según los datos del portal inmobiliario pisos.com, la rentabilidad bruta del alquiler en España durante el tercer trimestre del año fue del 6,31%, lo que quiere decir que en un año se recupera el 6,31% de la inversión realizada.
En estos tiempos de crisis, los activos inmobiliarios han demostrado ser una inversión segura que, pese a la incertidumbre económica, han mantenido su valor frente a las previsiones negativas de los analistas, que no han visto bajar su precio de mercado. Más bien al contrario, se trata de un tipo de bienes que, por norma general, se revaloriza con el paso del tiempo, especialmente aquellos ubicados en entornos urbanos con potencialidad económica y posibilidades de desarrollo.
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Otra opción es la de invertir en vivienda con el objetivo de rehabilitar para vender. Sin pasar por alto que permiten consolidar el patrimonio. En cualquiera de los casos, a favor del inversor juegan tanto los bajos tipos de interés existentes en la actualidad como la inflación, que provoca una pérdida de valor en aquellos ahorros que no se invierten.
Aunque la descorrelación de la vivienda con otros activos de una misma cartera ayuda a asumir un menor riesgo de pérdidas, la inversión en vivienda, en sí misma, tiene ciertos inconvenientes que también conviene tener en cuenta.
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Uno de los más evidentes es volver a vivir un escenario de devaluación de la vivienda como el sufrido tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Aunque una nueva pérdida de valor de los inmuebles parece improbable a día de hoy, tras la experiencia sufrida en 2008 y los años sucesivos no se puede descartar una situación similar. Afortunadamente, según el análisis de Eurostat, en España no se aprecian indicios de desequilibrio ni de que se esté gestando una nueva burbuja.
Pese a ser una inversión más segura y sencilla que la renta fija o variable, otra de las desventajas de los activos inmobiliarios es su menor liquidez si se compara con aquellos. Además, la vivienda implica tanto dedicar una gran cantidad de dinero a un solo activo como una necesidad de reinversión periódica, a modo de reparaciones o renovaciones.
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