La lucha de los bancos centrales contra la inflación está lejos de terminar. La Reserva Federal (Fed) estadounidense decidió este jueves elevar sus tipos de interés en 75 puntos básicos por tercera vez consecutiva, hasta dejarlos en el rango del 3%-3,25%, máximos de ... 2008.
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Los halcones -como se denomina a los miembros que abogan por un endurecimiento de la política monetaria más agresivo- tomaron el control del organismo hace ya muchos meses. Y este miércoles volvieron a imponer su criterio ante la evidencia de que aplacar la histórica subida de precios requiere de movimientos contundentes.
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El propio presidente de la Fed, Jerome Powell, ya dejó claro hace unas semanas que el proceso implicará «dolor» durante un tiempo para familias y empresas. Un mensaje que volvió a repetir el miércoles. Pero una recesión temporal es el precio a pagar para poner fin a la inflación, que en agosto seguía desbocada en el 8,3%, a pesar de que la institución inició mucho antes que sus colegas europeos la retirada de estímulos.
Así que los tipos seguirán subiendo. La gran pregunta es hasta cuándo. Y la respuesta es clara: al menos hasta que la inflación demuestre un «patrón consistente» a la baja. Es decir, un par de meses de descensos de los precios no será suficiente para que el organismo levante el pie del acelerador. Sobre todo porque la tasa subyacente, que excluye alimentos frescos y energía, se mantiene al alza tras subir del 5,9% al 6,3% el mes pasado, muy por encima de lo esperado.
En este escenario, la clave para el mercado no estaba tanto en la subida de tipos, sino en el denominado diagrama de puntos en el que los miembros del Comité establecen sus expectativas. Y las cifras que arroja el documento reflejan que los tipos cerrarán por encima del 4% este año. Y la media para 2023 se sitúa en el 4,6%, sin previsión de bajadas hasta 2024. Todo en un entorno en el que el organismo no espera que la inflación se acerque a su objetivo del 2%, al menos, hasta 2025.
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La Fed también ha actualizado sus previsiones económicas. Ahora espera que la economía crezca solo un 0,2% este año, desde el 1,7% que anticipaba en junio. Además, se ha rebajado a la baja la expectativa para 2023 y 2024, ejercicios en los que la economía estadounidense crecerá un 1,2% y un 1,7% (cinco décimas y dos décimas por debajo de la anterior estimación).
La reacción del mercado no se hizo esperar y Wall Street giró al rojo. Y en el mercado de bonos las rentabilidades siguen disparadas, con la rentabilidad del bono estadounidense a diez años (que se mueve de manera inversa al precio) en el 3,5%. Más brusco fue el movimiento en los plazos más cortos. A dos años, la rentabilidad supera incluso el 4%.
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La decisión de la Fed no solo imprime presión al mercado. También lo hace sobre el propio Banco Central Europeo (BCE), que debería acelerar el endurecimeinto de su política monetaria para cerrar la brecha con la Fed.
En su última reunión ya aprobó la mayor subida de tipos de las últimas décadas, también en 75 puntos básicos. Pero, de momento, ni ha logrado aplacar la inflación ni tampoco el que puede ser el próximo gran problema para la economía de la región: la extrema debilidad del euro frente al dólar, que estos días también se juega la paridad. Tras la decisión de la Fed, cotiza en 0,9814 dólares.
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