Salvador arroyo
Bruselas
Miércoles, 5 de febrero 2020, 17:50
España se juega mucho con el presupuesto de la UE y en el sprint final de unas negociaciones que arrancaron hace más de un año, parece dispuesta a echar el resto. El objetivo: evitar el tijeretazo en los dos canales de financiación que más ... dinero han reportado al país desde su entrada en el club: la Política Agraria Común (PAC) y los Fondos de Cohesión. Habrá recorte, eso parece inevitable, pero se intenta amortiguar sus efectos. Sobre todo en uno de los pilares de la PAC: las ayudas directas a los agricultores. Con el sector en rebelión, con protestas multitudinarias en distintos puntos del país, Pedro Sánchez optó este miércoles por redoblar la presión con un viaje relámpago a Bruselas.
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«Nuestra actitud es constructiva, pero también firme en relación a los intereses que como Estado miembro queremos ver reflejado en esos presupuestos», aseguraba antes de entrevistarse con Charles Michel, presidente del Consejo Europeo. Por el despacho del belga habían pasado horas antes los mandatarios de Suecia, Portugal, Austria y Países Bajos. Y días atrás los de Hungría, Estonia o Italia. Todos quieren jugar sus cartas con unas cuentas para el periodo 2021-2027 (el conocido como Marco Financiero Plurianual o MFF, por sus siglas en inglés) que serán las primeras sin Reino Unido.
La premura es comprensible. Para el próximo día 20 hay convocada una cumbre extraordinaria de Jefes de Estado y de Gobierno en la que se quiere llegar a un acuerdo. No conseguirlo podría taponar el flujo de ayudas a agricultores, regiones, pero también bloquear la financiación de programas tan populares como Erasmus. Y la cuestión es que este MFF está más atascado que otros que le han precedido. Ha abierto una brecha más profunda entre el norte (Holanda, Austria y los países nórdicos) y el este y el sur, con España y Portugal a la cabeza.
Por simplificar, mientras las capitales del norte abogan porque el presupuesto les suponga una aportación del 1% de la renta nacional bruta, Madrid, Lisboa y el resto de «amigos de la cohesión» (otra decena de socios más) como se autodefinieron en la cumbre que celebraron el pasado fin de semana en la ciudad lusa de Beja, estarían en favor de elevar el porcentaje al 1,3% (el que defiende también el Parlamento Europeo) e incluso mejorarlo. La propuesta técnica inicial, está a medio camino, la de la Comisión Europea: aboga por el 1,114%, unos 1,135 billones, y ya contempla recortes del 5% para los fondos agrícolas y del 7% para los fondos regionales.
«Fondos de cohesión sólidos, PAC fuerte e impulso a la formación y el empleo juvenil», así sintetizaba el propio Sánchez las que serán prioridades de España en esta negociación. Coloca a la PAC en el eje del paquete de soluciones que demandan agricultores y ganaderos. Pero asume que las ayudas de Bruselas no colmarán sus demandas. Así que emplazó a que la UE haga valer «el peso específico que tiene con más de 500 millones de personas» para responder a los aranceles con los que Estados Unidos ha castigado al sector alimentario por las ayudas europeas a Airbus.
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E hizo un llamamiento a las grandes cadenas de distribución para que hagan «autocrítica» sobre su política de precios. El sector denuncia que el consumidor está pagando hasta ocho veces más de lo que las grandes cadenas de supermercados pagan por sus productos. «Hace falta introducir más transparencia para defender los intereses del pequeño y mediano agricultor y ganadero que ven como los precios bajan, bajan y bajan y eso es inaceptable para este gobierno», zanjó Sánchez.
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