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Acaba de iniciar su segundo periodo al frente del Consejo Económico y Social (CES) tras recibir el respaldo unánime de las Cortes. Para Germán Barrios García (Ávila, 1963), la utilidad de la institución se fundamenta en su labor de dar voz a la participación de ... la sociedad y asesorar con información relevante y precisa a los representantes políticos elegidos por los ciudadanos.
–¿Cuál es la diferencia entre la manera de afrontar un primer y un segundo mandato?
–Con entusiasmo y ganas de aprender y mejorar. Creo que canalizamos las preocupaciones de los ciudadanos en unos informes que tienen rigor técnico, objetividad e independencia y solo buscan el bienestar de los ciudadanos. Es nuestra gran misión.
–Ejercer de Pepito Grillo, una de las funciones de la institución de la que usted es la cara visible, ¿es labor agradecida, o quizás frustrante?
–Creo que tenemos el plus de que nuestras recomendaciones y propuestas han tenido gran aceptación en el último mandato, el sexto del CES. Tenemos una influencia directa y nuestras aportaciones, leales, son bien recibidas. Además, tenemos un efecto indirecto a través del Parlamento regional, donde los grupos políticos recogen nuestras recomendaciones en forma de enmiendas que luego se traducen en consensos.
–¿Qué indicador económico cree que mide mejor la calidad de vida?
–Varios. Crecemos económicamente desde hace cuatro años y creamos empleo, pero este es todavía precario, temporal y parcial. Frágil. En el primer trimestre se han firmado 200.000 contratos pero afiliaciones, solo 4.100. Cincuenta contratos para generar un empleo. Se necesita un impulso y un cambio.
–Salarios bajos, jóvenes que no pueden planificar su vida, baja natalidad, ¿vislumbra cambios?
–Aumentar el poder adquisitivo es fundamental. A la fiesta de la recuperación debemos llegar todos, incluidos los trabajadores. Evidentemente, los salarios deben indexarse a la productividad y las empresas que la tienen y obtienen beneficios pueden subirlos más. Un buen salario hace un trabajador satisfecho que rinde más. Y un buen salario hace aumentar la demanda interna, que no olvidemos que da a la economía el doble que las exportaciones y el triple que las infraestructuras.
–Alguna ventaja darán los salarios bajos cuando siguen sin subir...
–Querer impulsar la productividad basándose en salarios bajos es un error. Hay que apostar por el conocimiento y hace un falta un pacto de Estado. No digo por la educación, o no solo, sino por la educación, formación e investigación. Hay que apostar por el conocimiento desde la guardería hasta los investigadores. El capital humano es lo que da productividad y competitividad. En la agenda política deberían estar como principal prioridad las personas y su conocimiento. Es la base para un empleo estable y de calidad.
–Un pacto de Estado. En España. Y universidades que formen al más alto nivel. ¿Lo ve factible?
–El pacto de Estado es fundamental. Viene la industria 4.0, una revolución con muchas incertidumbres, y hay que afrontarla en las mejores condiciones. En Castilla y León tenemos una buena educación primaria, según los informes Pisa y Pirls, pero tenemos problemas en la universitaria. Hace falta mayor transferencia de conocimiento entre la universidad y la economía productiva, que están desligadas. Hace falta una mayor apuesta por el talento y por aplicarlo en la innovación empresarial.
–Con la política tan polarizada y las comunidades autónomas tan centradas en 'lo suyo', ¿no es utópico hablar de pactos de Estado?
–Hay temas que requieren una armonización entre autonomías. El educativo y el fiscal son ejemplos claros. El mercado es único y global y en este aspecto el Estado debe fijar un tipo impositivo único. Y la educación, que es el principal referente de futuro, requiere un acuerdo de todos. En cuanto a los políticos, no son los únicos que deben pactar;hace falta un consenso también con los empresarios y con los representantes de los trabajadores porque cada uno de estos es una parte de la economía. Hay que ligar democracia participativa con democracia representativa. Los ciudadanos deben participar cada vez mas en las decisiones públicas. Los países que más progresan son los que apuestan por involucrar a sus ciudadanos en las decisiones trascendentales.
–Las divergencias entre patronal y sindicatos van in crescendo a cuenta de la negociación colectiva y también de la política fiscal. ¿Van en dirección contraria de esto que dice?
–Hay asuntos en los que los intereses son contrapuestos. Evidentemente, los empresarios defienden que bajen los impuestos y los sindicatos que aumenten para una mayor redistribución de la riqueza. Es un tema complejo y conflictivo. Dentro del CES ambos buscan los resquicios en los que es posible el consenso. Por ejemplo, ambos están de acuerdo en que se debe luchar más contra el fraude fiscal y contra la contratación irregular. En cualquier caso, creo que todos queremos unas políticas sociales y para tenerlas hay que pagarlas. Eso se llama impuestos. Tampoco creo que estemos en uno de los países con más impuestos. Estamos siete puntos por debajo de la media de la UE. Insisto en el problema de la armonización entre comunidades. Hay que darle un repaso ya. Lo que pasa en Madrid es legal, pero perjudica la unidad de mercado.
–Ya que habla de Madrid, su proximidad –cada vez mayor por las comunicaciones–, ¿es una 'condena' insuperable para Castilla y León más allá de sus ventajas fiscales?
–Si se refiere a la despoblación, es un gran problema añadido. Estamos casi repoblando Madrid. De las 57.000 personas que ha ganado recientemente Madrid, 37.000 han salido de Castilla y León. Pero se van porque las empresas abren donde menos pagan. Es un 'dumping' importante.
–¿Alguna idea o propuesta para mejorar el atractivo de la comunidad?
–Bueno, creo que las cosas no se han hecho mal. Tenemos buenos recursos humanos y también endógenos. Un patrimonio natural importantísimo, un gran recorrido en temas como la biomasa, la biotecnología agroalimentaria... Y una paz social importante, que creo que es muy valorada por los empresarios. Tener tejido industrial es primordial. Aquí, el 96% son microempresas, mientras que el empleo lo crean las empresas que crecen. Alemania tiene el 10% más de pymes que España. Si logramos que el 10% de micropymes den el salto a pymes de 70-90 trabajadores, solucionaríamos el problema de la estabilidad laboral, de los salarios y de las futuras pensiones. Para ello hacen falta incentivos por parte de la Administración y menos impedimentos, tanto fiscales como jurídicos. No quiero olvidarme tampoco de que la inversión del Estado en infraestructuras en un territorio tan extenso como el nuestro es un tercio de la que debería ser. Y que necesitamos más banda ancha, mejores coberturas para fijar población rural.
–Diálogo y paz social tenemos desde hace tiempo. ¿Cree que produce algún beneficio a largo plazo o es un parcheo de lo inmediato sin mejoras que perduren?
–El diálogo social es importante, lo ha sido y va a seguir siéndolo. Da estabilidad económica y no solo ha contribuido a defender a los trabajadores, sino a todos los ciudadanos. Ha elevado a derechos subjetivos cuestiones tan importantes como la Renta Garantizada de Ciudadanía o la Red de Protección a las personas más vulnerables. Y otro ejemplo: el sector industrial es el que más empleos ha ganado, 16.000 desde 2014. Creo que es una demostración de que los pactos y los acuerdos tienen resultados.
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