Los parques tecnológicos son una modalidad de polígono industrial especialmente pensados para las empresas que se dedican a la innovación. Para instalarse en los de Castilla y León, una compañía innovadora de base tecnológica solo tiene que cumplir tres requisitos: destinar el 5% de sus ... ventas brutas anuales a actividades de I+D (innovación y desarrollo), dedicar un mínimo del 5% de su personal a actividades vinculadas con I+D y ser respetuosa con el medio ambiente.
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En la comunidad existen actualmente tres parques tecnológicos, propiedad de la Junta de Castilla y León y gestionados por el Instituto para la Competitividad Empresarial (ICE), dependiente de la Consejería de Economía y Hacienda. El más antiguo es el de Boecillo (Valladolid), que funciona desde hace 25 años. A principios de siglo se proyectaron otros dos en León y Burgos. El primero fue inaugurado en 2008. El segundo aún espera su puesta en marcha.
Actualmente, en el parque de Boecillo hay 103 empresas instaladas y en el de León son 26. Las 129 empresas que hay a día de hoy en la región son ocho más de las 121 que quedaron tras el paso de la crisis, que se llevó por delante a 42 compañías entre 2009 y 2015. Desde ese año en el que el número de compañías tocó fondo, se ha recuperado el 19% de las que se perdieron.
Del empleo se ha recuperado algo más, el 31%. En concreto, ahora hay 4.478 trabajadores (3.473 en Boecillo y 1.005 en León). Son, en total, 768 más que los que había en 2014, el año con las peores cifras de empleo, una recuperación que aún dista de los 2.480 empleos que destruyó la crisis en los parques tecnológicos de la comunidad.
El presidente del ICE, José María Ribot, analiza la situación mientras contempla las cifras: «Después de haber pasado por una crisis económica muy fuerte, la situación actual de los parques es buena pero es mejorable, en cuanto a número de empresas y de trabajadores. Y en esas estamos, en dinamizar los parques con una serie de medidas». Ribot se refiere a las medidas que puso en marcha la Junta de Castilla y León en mayo de 2016 en cuanto a la rebaja de los precios del suelo y la facilidad en las condiciones de adquisición. En concreto, las empresas interesadas en comprar el terreno pueden hacerlo en un plazo de 40 años y las que quieran ubicarse en régimen de alquiler pueden disfrutar de un descuento del 50% de la renta -pagan cuatro euros por el metro cuadrado en vez de los ocho de la tarifa general- durante los dos primeros años.
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Y las medidas, entiende, dieron sus frutos. «Desde entonces en Boecillo se han instalado ocho empresas nuevas y en León se han instalado seis y dos de las que ya estaban han decidido ampliar sus instalaciones».
El espíritu de los parques tecnológicos no es solo el de lograr que se instalen grandes empresas multinacionales, sino también el de ver nacer nuevos proyectos. Por eso, además de favorecer la llegada de compañías ya existentes, el ICE prevé beneficios para la instalación de emprendedores de base tecnológica. Estos, en el régimen de alquiler, disfrutan de un arrendamiento gratuito durante el primer año, pagan el 50% de la renta el segundo año, el 75% el tercer año y, a partir del cuarto, la renta general. «La idea es dejar que el proyecto se incube y cuatro años después ver si es capaz de continuar solo», explica Ribot.
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Esta innovación que emanan los parques tecnológicos tiene su reflejo, también, en el personal. El perfil es el de unos trabajadores muy jóvenes, con una media de edad de 36 años, desempeñando puestos de trabajo muy cualificados.
En este afán de dinamizar los parques, la Junta organiza, entre otras actividades, desayunos tecnológicos a los que acuden los empresarios de los parques. «La idea es que se conozcan y que descubran a qué se dedican las demás empresas, porque al lo mejor una de ellas está buscando un servicio que ofrece la que está a su lado», explica Ribot.
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En cualquier caso, los parques de la región aún tienen capacidad para atraer más empresas y, por lo tanto, más trabajadores a sus instalaciones. En la actualidad, la ocupación del parque de León es del 60% y el de Boecillo se encuentra al 70% de su capacidad. La instalación vallisoletana se ha ido construyendo en diferentes fases. Los dos primeros recintos están ocupados en su totalidad y tercero, de reciente creación y el de mayor superficie, se encuentra al 33% de su capacidad.
Además de las empresas, el parque de Boecillo cuenta con una bioincubadora -gestionada entre la Junta y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)- y dos centros tecnológicos, Cidaut y Cartif, y el de León alberga Icamcyl, especializado en nuevos materiales.
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Y, mientras tanto, el Parque Tecnológico de Burgos espera el momento para ponerse en marcha y que las empresas empiecen a instalarse sobre sus parcelas.
De momento, sus 124 hectáreas solo son un conjunto de carreteras, aceras, rotondas y huecos de aparcamiento. Paralizado desde hace siete años, la Junta de Castilla y León ha decidido gestionar su puesta en marcha por partes, en lugar de en todo su conjunto, y centrarse de momento en la primera fase. «Burgos es un parque en el que se ha invertido mucho dinero y que tenemos voluntad de terminar», señala José María Ribot.
Los trabajos de urbanización, que estaban ejecutados al 60%, se paralizaron en 2011, un año después de empezar a construirse, por los recursos del Ayuntamiento de Cardeñajimeno (localidad donde se ubica el parque). Posteriormente surgió otro problema: la empresa estaba haciendo las obras entró (y sigue) en concurso de acreedores.
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Sin embargo, el presidente del ICE se muestra optimista sobre el futuro del parque, que espera que tome un nuevo impulso que le lleve a ver la luz dentro de poco: «En las próximas fechas va a haber una solución al tema, porque tenemos que continuar por algún camino», señala. «Hay que rematar y continuar el parque, que es una oportunidad para las empresas que quieran instalarse. Nosotros somos los primeros que queremos que esa instalación esté cuanto antes en uso», afirma Ribot.
l 3 de noviembre de 1991, El Norte de Castilla destacaba en sus páginas de Local las palabras que una comisión de expertos de la Comunidad Económica Europea había anotado en su informe sobre el Parque Tecnológico de Boecillo después de unos días de visita y evaluación a las instalaciones y de reunirse con representantes de la Junta de Castilla y León y de las Universidades de Valladolid, León y Salamanca. El informe concluía que el parque de Boecillo, en aquel momento conocido como Las Arroyadas, tenía «asegurada su viabilidad» por su «papel esencial en la modernización y diversificación de la economía regional». En aquellos momentos, la actividad del parque se reducía a las obras de construcción de las tres primeras empresas que se instalaron, Crystaloid, Microespace y el Centro Empresarial de Innovación. Además, otras seis compañías habían comprometido su presencia en el parque, anunciando nuevas inversiones.
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Pero la andadura del Parque Tecnológico de Boecillo había comenzado un par de años antes. El 17 de octubre de 1989, El Norte incluía una reseña en sus páginas de Economía para informar de que «las obras de urbanización del parque tecnológico Las Arroyadas, situado en la localidad vallisoletana de Boecillo, han sido adjudicadas por Gesturcal a la empresa Hormigones Zarzuela. El coste de la urbanización asciende a 666 millones de pesetas y, en poco más de un año, permitirá la venta de parcelas a las empresas que deseen instalarse en un parque dotado de los más modernos avances tecnológicos».
Nuevo siglo
Con el inicio del siglo XIX, la Junta de Castilla y León decidió ampliar el espacio destinado a la innovación tecnológica con un nuevo parque en León, previsto para 2004. Cuatro años más tarde, el 8 de febrero de 2008, el presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, inauguraba las instalaciones. Y lo hacía disculpando «las posibles ineficiencias, retrasos y todo aquello que pueda reprocharse». Finalmente, el parque de 32 hectáreas situado en la pedanía leonesa de Armunia nació como «una manera de mirar hacia el futuro» y con el objetivo de crear mil puestos de trabajo. El año pasado se alcanzó esa cifra.
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