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A pesar de las tensiones generadas en las dos últimas semanas en algunos bancos norteamericanos (Silicon Valley, Signature o First Republic) y europeos (Credit Suisse), los bancos centrales han continuado el camino trazado y previsto para combatir la inflación, su principal obsesión en este contexto. ... Las autoridades monetarias de las grandes economías (a excepción de Japón) han optado por subir los tipos de interés este mes de marzo, sin pesar lo más mínimo en su decisión una posible crisis bancaria que pueda afectar a sus economías. En apenas un año, el precio del dinero ha escalado como no lo había hecho nunca desde el mínimo histórico del 0% hasta el entorno de entre el 3,5% de la zona euro o el 5% de EE UU.
Los dos últimos organismos que han insistido en elevar los tipos oficiales fueron ayer el Banco de Inglaterra y el de Suiza. En el primer caso, Reino Unido ha subido su tasa en 0,25 puntos hasta el 4,25%, su nivel más alto desde el otoño de 2008, cuando comenzó la gran recesión con la caída de Lehman Brothers. Lo ha hecho –argumentan– en respuesta a la escalada de la inflación y después de la decisión anunciada ayer por la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), que ha servido de arrastre a Londres.
En este caso, sí ha reducido el ritmo de sus subidas de tipos coincidiendo con la aparición de turbulencias en los mercados financieros. Pero el Banco de Inglaterra insiste en que no puede parar este ritmo después de que la inflación del país repuntara en febrero al 10,4% desde el 10,1% del mes anterior. «La política monetaria garantizará que la inflación regrese a la meta del 2% de manera sostenible en el medio plazo», ha subrayado la institución monetaria inglesa.
Es exactamente el mismo argumento esgrimido por los responsables del Banco Nacional de Suiza ha elevado en medio punto porcentual el tipo de interés de referencia, que pasará a ser del 1,50%, sin que los recientes acontecimientos protagonizados por uno de sus buques insignia, el Credit Suisse, hayan frenado el cuarto incremento consecutivo del precio del dinero.
Justo una semana después de que el conato de crisis bancaria se cebara con el Silicon Valley, y tras un fin de semana en el que las negociaciones se precipitaron para rescatar al Credit Suisse, el mercado ya ha averiguado cuál es la posición de los banqueros centrales en su dicotomía entre inflación versus incertidumbre financiera. Y sigue sin estar convencido de que se hayan disipado las tensiones en el sector. Los inversores ven que el giro en la política monetaria no se corresponde con una rebaja de las presiones inflacionistas sino con un intento por evitar que la crisis financiera vaya a más. De hecho, el Ibex-35 se dejó ayer un 0,4% y abandonó la cota de los 9.000 puntos. Los grandes descensos llegaron desde la banca con retrocesos del 3,5% en CaixaBank, un 3,35% del Sabadell; casi un 3% de Bankinter, un 2,6% de BBVA o un 1,9% del Santander.
Estas turbulencias han coincidido con la celebración de la junta de accionistas de Banco Sabadell, una de las entidades más impactadas en su momento en la Bolsa por la incertidumbre. El presidente del grupo, Josep Oliu, ha advertido de que la adaptación a este nuevo entorno económico «ha provocado y puede provocar episodios de inestabilidad de mercados» como los ocurridos en la última semana por la quiebra del Silicon Valley Bank y la crisis de Credit Suisse.
Además, ha lamentado que el impuesto a la banca «irá en detrimento de la mayor rentabilidad para el accionista». A su juicio, el banco «deberá absorber la contribución extraordinaria» de esta tasa. Además, ha recordado que la política monetaria de los últimos diez años ha provocado que las rentabilidades tuvieran «niveles insuficientes para poder remunerar adecuadamente el capital invertido».
En ese mismo sentido se ha pronunciado la consejera delegada de Bankinter, María Dolores Dancausa, se ha preguntado durante su intervención en la junta del banco si el impuesto temporal tiene justificación a la vista de la situación del mercado. También ha planteado la idea de que este gravamen posiblemente haya privado a las entidades de más recursos para afrontar cualquier situación de tensión.
Y ello a pesar de que cada vez existen más señales que relajan los costes de las empresas: el precio de la energía sigue cayendo;el de los carburantes también;y el de las materias primas se modera. Sin embargo, los organismos monetarios consideran que es necesario seguir elevando el precio del dinero para tratar de enfriar la economía hasta el punto de equilibrio de estabilizar precios pero sin dañar de forma considerable el crecimiento.
También el Fondo Monetario Internacional (FMI) avala esta postura. La responsable de comunicación del FMI, Julie Kozack, considera que «se han tomado acciones rápidas» aunque también apuntó que «sigue habiendo incertidumbre y hay que prestar mayor atención». La institución apunta que siguen «monitoreando los eventos». Y admitió que «los análisis detallados y las perspectivas económicas mundiales incluirán en nuestros informes estos acontecimientos».
En este contexto se reúnen hasta hoy los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea en Bruselas. Lo están haciendo para aprovechar la necesidad de finalizar la Unión Bancaria y la de capitales. Aunque hasta el momento las autoridades bancarias de la UE han insistido en que no existe riesgo de contagio para las entidades bancarias europeas, dada su resiliencia y las estrictas medidas de supervisión a las que están sujetas.
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