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Latinoamérica ha permitido a las empresas españolas convertirse en multinacionales y las ha preparado para competir en un mercado global. Muchas de nuestras grandes empresas llevan décadas en la región y los ingresos obtenidos allí amortiguaron el impacto de la recesión en el mercado doméstico ... y en Europa, pero ahora quien sufre la crisis es América Latina. Según las últimas previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI), la región crecerá un 0,2% este año –el año pasado aumentó el 1%– frente al 5,9% de Asia o el 3,2% de África. En Iberoamérica la desaceleración mundial se agrava con sus propios problemas, como la hiperinflación de Argentina (el año pasado la moneda perdió la mitad del poder adquisitivo al registrarse una inflación del 47,6%, la más alta en los últimos 27 años). Además, el fin del boom de las materias primas aumenta la debilidad económica de estos países, muy dependientes de las mismas. Las revueltas sociales contra los Gobiernos y la inestabilidad sociopolítica se extienden por América Latina debido a la elevada pobreza, la desigualdad o la frustración de las incipientes clases medias.
Las inversiones españolas en esta región desde 1993 superan los 217.000 millones de euros. Es el primer inversor europeo y el segundo mundial, por detrás de Estados Unidos. Los principales riesgos a los que se enfrentan son el tipo de cambio y las expropiaciones, como en el pasado han tenido buena muestra. Sin embargo, Carlos Malamud, investigador del Real Instituto Elcano, subraya que «en los últimos 10 o 15 años se pueden contar con los dedos de la mano las expropiaciones de empresas españolas». Ni siquiera en Argentina, donde el peronista Alberto Fernández ha ganado las elecciones, espera que se repita el pasado, cuando hubo nacionalizaciones que afectaron a Repsol y Aerolíneas Argentinas. «Una cosa es que se deteriore la situación económica, pero no veo en el horizonte una oleada nacionalista», señala Malamud.
En resumen, inestabilidad política, desaceleración económica, tipo de cambio e inestabilidad jurídica son los principales riesgos. Pero también es uno de los principales mercados para las compañías españolas, que no piensan abandonar porque las posibilidades de crecer a medio y largo plazo son mucho mayores que en Europa, donde el negocio ya está muy maduro.
La dependencia energética de Chile, Argentina, Bolivia, Brasil o Venezuela, por poner algunos ejemplos, es tan elevada que ninguna de sus cuentas públicas se sostienen sin los ingresos extraídos del petróleo, el gas o diversos tipos de minerales. Después de dos años con las cotizaciones a la baja, los presupuestos han tenido que ser ajustados y, con ello, las protestas sociales se han reactivado. Ya ocurrió en el año 2000 y en 2014, con mayor o menor grado de intensidad callejera. Pero ocurrió.
Ahora, los expertos reconocen que el retroceso experimentado en los precios de esas 'commodities' impactan directamente en sociedades muy dependientes de sus recursos naturales. «La desaceleración económica mundial también se nota en América Latina», explica Joaquín Robles, de XTB. «Hay una menor demanda mundial de materias primas», indica este analista, por la ralentización de las economías desarrolladas y emergentes. En este contexto también ha influido la guerra arancelaria, que también se deja notar en el dinamismo del Cono Sur.
En el caso del barril de Brent, por ejemplo, su cotización se encuentra en el entorno de los 60 dólares, muy por debajo de los 80 dólares en los que cotizaba hace poco más de un año, periodo en el que ha registrado una caída del 25%.
Además, Joaquín Robles apunta que «las expectativas a medio plazo no son nada alentadoras» para las economías latinoamericanas. Y sostiene que «parte de sus industrias se han visto afectadas por la disminución de los precios», como en el caso del petróleo. «Todos estos países tienen unos presupuestos muy condicionados a estos activos, y cuando caen, los ingresos se resienten mucho», afirma. Y recuerda que algunas de esas economías «han emitido deuda pública» por primera vez en su historia.
Los últimos datos difundidos por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) destacan que Argentina es el país de la región con el mayor porcentaje de deuda externa en relación con su producto interno bruto (PIB). El importe que ese país debe a sus acreedores externos representaba alrededor del 42% del PIB en 2018. Otros como El Salvador, Ecuador, Panamá y Uruguay deben más del 30% de su PIB, mientras que en Brasil, México y Chile, este porcentaje era inferior al 10%.
La entidad presidida por Ana Botín genera en toda América Latina un 46% de sus beneficios, por lo que se encuentra «preparada» ante contextos como el que ahora se da en algunos territorios con más conflictos. El principal riesgo es el de la divisa, por posibles desplomes, aunque el consejero delegado, José Antonio Álvarez, afirma que el banco mantiene su apuesta por estas economías «que son las que ahora generan más crecimiento de volúmenes» frente al estancamiento de la zona euro. «Siempre tenemos preparados planes de contingencia» para hacer frente a la «volatilidad» que se pueda desarrollar.
México es la economía que más porcentaje de beneficios aporta a todo el grupo: más de cuatro de cada diez euros. Por ello, BBVA sigue en su apuesta por ese país y buena parte de América Latina donde está presente, y donde ha unificado todas sus marcas locales por la del grupo. Su consejero delegado, Onur Genç, recuerda que BBVA«está acostumbrado a este tipo de situaciones», como las que se viven en Chile y Argentina. «Esa presencia es parte de nuestro ADN y gestionaremos cualquier conflicto que haya», indica.
En dos de sus viajes más recientes, el presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, ratificó su compromiso con economías como la de México –«estamos firmemente comprometidos con el desarrollo energético y económico, el fortalecimiento de su sector industrial y la generación de empleo de calidad, siempre a través de las fuentes de energía más eficientes y limpias», afirmó–, o Brasil, donde destinará otros 6.600 millones de euros hasta 2022 a través de su filial Neoenergia. Entre ambos generan un 22% de su resultado de explotación (Ebitda). Aunque el grupo asume periódicamente los «riesgos» derivados de cambios de Gobierno como los que ocurrieron durante el año pasado.
Si hay una compañía que ha tenido que hacer frente a todo tipo de situaciones tensas, es Naturgy. Los diferentes Gobiernos, con sus correspondientes regulaciones, han ido modificando la estrategia del grupo, aunque mantiene una fuerte presencia en la región. Ante los últimos acontecimientos, la empresa quiere «comprobar cómo se desarrollan» las medidas anunciadas por sus gobernantes en materia energética, una de las chispas que ha hecho saltar la movilización.
Desde la compañía cuyo consejero delegado es Josu Jon Imaz recuerdan que no tienen activos en Chile ni Argentina. Lo que ha hecho Repsol, que obtiene un 13% de su resultado en América Latina, es adoptar medidas en Venezuela «para continuar su actividad, incluyendo la recepción periódica de crudo en pago de deudas, con pleno respeto a la normativa internacional de sanciones, y está haciendo un seguimiento de su evolución y, por tanto, de los eventuales efectos que pudieran tener» sobre esas actividades.
Es una de las empresas con mayor presencia en América Latina: el 42,8% de la cifra de negocio total de Telefónica, unos 20.800 millones de euros. En su informe de cuentas anuales, reconoce que el grupo se ve «condicionado» por el deterioro del entorno económico o político de los países en los que opera. Es el caso de Argentina, donde explica que los riesgos «tanto macroeconómicos como cambiarios» se mantienen elevados. En su opinión, la economía argentina se enfrenta a desafíos internos (reducción de déficit público en un contexto de recesión y elevada inflación) y externos (financiación de la deuda).
Latinoamérica juega un papel clave en el negocio de la constructora OHL, con el 20,1% del total de sus ventas. Entre sus diez principales contratos a cierre del año pasado, tiene dos grandes obras en Chile, la autopista Vespucio Oriente, con un valor de 325,2 millones de euros, y el Hospital de Curicó, por 146,9 millones. La última oleada de protestas en el país aumenta el riesgo de que el nuevo Gobierno paralice algunos proyectos de obras públicas, perjudicando a sus intereses.
Las actividades que desarrolla Ferrovial están sujetas a entornos regulatorios estables ya que la mayoría son grandes obras públicas como aeropuertos o autopistas. Por ello, aseguran que la inestabilidad política puede conllevar cambios en la normativa que impacten «negativamente» en su negocio. Su actividad en Latinoamérica se limita a una concesión en Colombia y tres obras en Chile: una en Santiago, una central hidroeléctrica en los Andes y una línea de transmisión de alta tensión. En total, un 3,5% del total de su cifra de negocio.
Más de la mitad de las oficinas y de los mediadores de Mapfre se encuentran en los once países latinoamericanos donde está presente. Lleva más de 30 años en la región y su director financiero, Fernando Mata, explica que sus planes de contingencia se actualizan «de forma permanente» y que es «la compañía más experta en entornos hiperinflacionarios» como el de Argentina. Mata no prevé tampoco impacto por los tumultos. No obstante, el resultado neto en Latinoamérica sur ha bajado un 36% hasta septiembre mientras crece en Brasil.
Meliá también lleva 30 años en Latinoamérica y la compañía asegura que seguirá «comprometida con la región» donde va a abrir nuevos hoteles en México y Cuba. «Conocemos las complejidades de la geopolítica en muy diversas zonas del mundo, pero mantenemos una visión de largo plazo, pues creemos en el potencial a largo plazo de los destinos latinoamericanos», subrayan.
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