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La subida de precios que ha experimentado la economía en los últimos meses también tendrá sus efectos en el Impuesto de la Renta que los contribuyentes pagarán en 2022, después de que el Ministerio de Hacienda haya decidido mantener sin cambios este tributo a partir ... del próximo 1 de enero. El proyecto de Presupuestos del Estado no incorpora ninguna subida del IRPF. Aunque el Ministerio de Hacienda, cuya titular es María Jesús Montero, tampoco ha actualizado –deflactar, en términos técnicos– la tarifa en función de lo que ha subido la inflación (un 5,6% interanual hasta noviembre). Por lo que una parte de los contribuyentes (a los que se les suban sueldos o pensiones), acabarán pagando más dinero en su IRPF.
Es el efecto indirecto que provoca el alza de la inflación, una realidad que se verá materializada en la factura fiscal de la Renta a lo largo de 2022 y que supondrá, de media, entre 30 y 40 euros más, para un salario medio de 20.503 euros, el estimado por la última estadística del Mercado de Trabajo y Pensiones de la Agencia Tributaria. Un ciudadano que cobre este año 22.000 euros y al que se le incremente un 3% su retribución hasta los 22.660 euros, tendría que pagar en el IRPF 113 euros más en 2022 si Hacienda deflactara la tarifa (en función de una inflación del 5,6%), sin contar con la actualización del resto de magnitudes del IRPF, como el mínimo personal. Al no hacerlo, pagará 151 euros.
El abono de la Renta no solo depende de la proporcionalidad de la retribución anual, sino también del efecto de dejar de actualizar la tarifa del IRPF por el alza de precios. Así lo explica Luis del Amo, secretario técnico del REAF, quien indica que al final «pagas proporcionalmente más sin ganar realmente más».
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Otro ejemplo en el que se notará este alza del IRPF vinculado al incremento de la cesta de la compra: para un salario anual de 30.000 euros que pase a ser de 30.900 euros desde el próximo 1 de enero, pagará 252 euros más al año. Con ajuste vinculado al IPC, serían 150 euros.
La cuestión de la actualización de la tarifa del IRPF para acompasarla a una subida de precios como la que vive estos meses la economía viene de lejos. Aunque se ha mantenido latente, casi escondida por las circunstancias, durante la última década. La inflación llegó a ser elevada por última vez –tomando como referencia el objetivo del 2% del Banco Central Europeo (BCE)– en 2011, esto es, justo durante la anterior crisis económica. Entonces, el IPC terminó el año con una subida interanual del 3,2%. Tres años antes, en plena burbuja económica de 2008, avanzó más de un 4%, según el INE.
Desde entonces, la subida de precios ha sido mínima e incluso negativa, como ocurrió en 2015, o en un 2020 marcado por la pandemia. En todos estos ejercicios fiscales, Hacienda no ha tenido que afrontar una actualización de la tarifa, independientemente de los cambios normativos en torno a los tipos impositivos o los beneficios fiscales.
En el caso del País Vasco, con su régimen tributario propio, sí han optado por deflactarla para 2022. Será un ajuste del 1,5% –inferior en cualquier caso al 5,6%–, una medida que ya figura en los proyectos de presupuestos que las diputaciones de Bizkaia, Álava y Gipuzkoa han enviado a sus respectivas juntas generales.
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