La actividad industrial española creció en julio a su mayor ritmo desde 2018

Ese avance ha sido posible, según explica Paul Smith, experto de IHS Markit, «ya que la progresiva reapertura de la economía ayudó a respaldar un aumento de la demanda y a impulsar el incremento de pedidos procedentes de fuentes nacionales e internacionales». Los nuevos pedidos, las compras y la producción, componentes que forman parte de la construcción del índice PMI, aumentaron. Y la demanda fue mayor tanto en el mercado nacional como internacional. En particular, la producción y los nuevos pedidos regresaron a la vez al crecimiento en julio y lo hicieron por primera vez desde el mes de febrero. En ambos casos, marcaron máximos desde principios de 2018.

Pero sigue habiendo notas negativas. Como la que tiene que ver con el empleo, con destrucción de puestos de trabajo, que se explican porque las empresas continúan operando muy por debajo de sus capacidades y porque la confianza respecto al futuro sigue siendo moderada. «Queda mucho camino por recorrer hasta que veamos un retorno a los niveles de actividad registrados antes de la intensificación de la pandemia de la covid-19», explica Smith. En este sentido, los pedidos pendientes se redujeron por quinto mes consecutivo, debido a que las cargas de trabajo en general siguieron siendo bajas.

El empleo, de este modo, retrocedió en el sector manufacturero por decimoquinto mes consecutivo, y algunas empresas prevén experimentar un exceso de capacidad en el futuro, lo que anticipa un previsible mal comportamiento del mercado laboral en particular en la industria. Así, si bien algunas empresas esperan que la recuperación se mantenga durante los próximos doce meses, hay otras que siguen preocupadas por los brotes de la covid y la debilidad de la demanda. Paul Smith sintetiza la percepción sobre el futuro afirmando que los fabricantes son «generalmente cautelosos en su opinión sobre cómo se presentará el resto del año y el primer semestre de 2021»; «muchos esperan una recuperación constante, pero con notables riesgos a la baja, dado el claro potencial de un resurgimiento de la covid-19 y el impacto negativo asociado en la actividad económica en general».

Otras notas negativas del informe tuvieron que ver con los retrasos en el suministro de las materias primas y los productos semielaborados. Los plazos medios de entrega de los insumos se alargaron por séptimo mes consecutivo y, de nuevo, a un ritmo históricamente fuerte.

En el conjunto de la zona euro, la industria también volvió al crecimiento, con el indicador PMI situado en los 51,8 puntos (España fue, de entre los países de los que se dispone de información, el que marcó su nivel más alto). En la industria de la eurozona, la destrucción de empleo también persistió. «Las fábricas de la zona euro experimentaron un crecimiento muy positivo para el tercer trimestre, ya que la producción creció al ritmo más rápido en dos años, impulsada por un aumento alentador de la demanda», afirma Chris Williamson, de IHS Market, que añade: «No obstante, las cifras de empleo siguen siendo una preocupación importante, especialmente porque el mercado laboral probablemente sea clave para determinar el camino de recuperación de la economía«.