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La incertidumbre es máxima y son muchos los factores, fundamentalmente exteriores, que pueden modificar drásticamente las previsiones casi de un día para otro. De hecho, y a pesar de que nadie se aventura a dibujar un escenario muy concreto, lo cierto es que se prevé ... un otoño complicado para la economía española en general y la burgalesa en particular.
Así al menos apuntan la práctica totalidad de los indicadores económicos que han ido publicándose en los últimos meses. Los organismos oficiales aventuran un significativo frenazo del crecimiento económico y, en mayor o menor medida, todos los centros de estudios han ido corrigiendo a la baja sus previsiones de crecimiento.
Unicaja, por ejemplo, estimaba en su último informe que la economía burgalesa cerrará el año con un crecimiento del 3,8%. Seis meses antes, la misma entidad preveía un crecimiento del 5,2%. En apenas un semestre, la guerra en Ucrania se llevó por delante 1,6 puntos de crecimiento y aún está por ver si esa corrección a la baja ha quedado ya desfasada. Es más, son muchos los organismos que aventuran la entrada de España en una recesión técnica a partir del último trimestre de este año, cuyos efectos aún están por ver.
De momento, en el caso de Burgos, los malos augurios han hecho que la confianza empresarial se desplome, tal y como apuntaban los responsables de FAE semanas atrás de acuerdo a las conclusiones de su última encuesta sobre la materia. Una encuesta en la que el 85% de las empresas consultadas preveían la llegada de una crisis en el segundo semestre del año a pesar de los buenos resultados obtenidos a grandes rasgos en el arranque del ejercicio.
Unos resultados que han permitido que el mercado laboral burgalés recuperara en los últimos semestres un dinamismo que hacía tiempo que no se veía. Y es que, a pesar del incremento del paro del pasado mes de agosto, lo cierto es que el desempleo en la provincia ha vuelto a niveles previos a la gran crisis de 2007/2008. Qué pasará a partir de ahora en este sentido es la gran pregunta.
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José María Camarero
De nuevo, la incertidumbre es máxima, pero a juicio del decano del Colegio de Economistas de Burgos, Carlos Alonso de Linaje, la economía provincial es suficientemente sólida como para aguantar el tipo. «Salimos de un verano muy bueno, con mucha actividad y buenos datos en exportaciones», que han sustentado un «comportamiento del mercado de trabajo muy positivo» en los últimos meses, aún teniendo en cuenta la inclusión en las estadísticas de empleo de los contratos fijos discontinuos, asegura.
A este respecto, añade, la diversificación de la industria provincial y la escasa dependencia de sectores más volátiles, como el turismo, suponen un punto de anclaje muy firme. «Tenemos una situación privilegiada en este sentido y a no ser que varíe mucho el escenario, no creo que vayamos a ver una destrucción de empleo significativa en Burgos».
Lo que sí se antoja mucho más posible, puntualiza, es que el crecimiento del empleo «se ralentice» de manera más o menos significativa en los próximos meses, siguiendo la estela de la ralentización del crecimiento económico. Y siempre, insiste, en función de la coyuntura internacional y de las decisiones estratégicas que se puedan tomar en ámbitos como el energético o los impuestos.
En todo caso, Alonso de Linaje recuerda que «no tiene nada que ver el escenario que tenemos ahora mismo con el que vivimos en la crisis de 2007 y 2008». Y no tiene nada que ver por numerosas razones, empezando porque, en esta ocasión, buena parte de los problemas derivan directa o indirectamente de la guerra en Ucrania. «Esa es la clave. Lo que pase en los próximos meses con Rusia marcará» la agenda económica, concluye.
Todas las noticias de Burgos, en BURGOSconecta.
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