Mario Draghi y su sucesora Christine Lagarde, durante el acto celerado en la sede del BCE. AFP

Los grandes líderes europeos ensalzan la figura de Mario Draghi en su despedida

Merkel y Macron destacan la entrega del italiano en el BCE y un legado «que ha hecho irreversible no solo el euro, también la UE»

Salvador Arroyo

Bruselas

Lunes, 28 de octubre 2019, 19:31

La sede del Banco Central Europeo (BCE) despidió este lunes a Mario Draghi con un acto sobrio y perfectamente protocolizado que contó con la presencia de Angela Merkel (Alemania), Emmanuel Macron (Francia) y Sergio Mattarela (Italia), los jefes de Estado de las tres grandes potencias ... del euro (ninguna alta representación gubernamental de España, la cuarta). Todos coincidieron en el compromiso de mantener el legado del italiano, de seguir avanzando en la consolidación de la moneda que comparten diecinueve países del club comunitario. Y reconocieron, sin escatimar halagos, su contribución histórica: «Ha hecho irreversible el euro, pero también el proyecto de la UE», destacó la canciller germana.

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Una hora y cuarto, cinco discursos (incluido el del propio Draghi) y una imagen para la historia: la entrega a Christine Lagarde de la gran campana que simboliza el traspaso de poderes (que se hará efectivo el viernes 1 de noviembre). «Yo no la he usado en ocho años», le dijo Draghi a Lagarde en ese momento, uno de los pocos en los que aparcó ese carácter reflexivo y serio que le caracteriza. La broma tenía su miga. Estaba insinuando a la francesa que no había necesitado llamar al orden a los miembros del Consejo Ejecutivo del BCE durante su mandato. Aun cuando en numerosas ocasiones (y especialmente en los últimos meses) han trascendido las divisiones entre halcones (ala dura) y palomas (acomodaticios). Lagarde esbozó una sonrisa.

En los discursos, tonos diferentes. El de Merkel, el más espartano. Recordó que cuando Draghi entró en 2011 en el despacho noble del banco inició un mandato marcado «por tiempos turbulentos» (la crisis de deuda soberana, desempleo elevado e inflación disparada). Luego subrayó su aportación «crucial a la estabilidad de la eurozona» además de hacer del BCE «una entidad más independiente». También se refirió a los mecanismos de refuerzo que contribuyó a gestar (el Mecanismo Europeo de Estabilidad MEDE, la semilla hacia la unión bancaria y monetaria o el presupuesto del euro), que las discrepancias entre las capitales no han permitido culminar aún.

«Humanizó» las finanzas

Macron fue más a la fibra sensible. Calificó de «enorme» su legado. «Ha encarnado las características de un buen servidor público» por su «conocimiento, valor y humildad». Y disparó el carácter emotivo cuando se refirió a su «humanidad». Draghi fue consciente, ensalzó, de «lo importante (que son las finanzas) en la vida de los ciudadanos. Salvando el euro aseguró la vida de los europeos», dijo. Mattarela, por su parte, se centró en «las cotas históricamente altas» de apoyo que ha conseguido para la divisa entre los ciudadanos.

Y Draghi en su alegato final... fue Draghi. Insistió ante los líderes en la necesidad de un mayor compromiso fiscal de los Estados porque «compartiendo los riesgos se ayuda a reducirlos. Se pueden contener con el diseño apropiado». «El camino hacia una capacidad fiscal probablemente será largo» (la base, deslizó, podría ser la lucha contra el cambio climático). Pero «necesitamos una Europa más fuerte», enfatizó. Todos se pusieron en pie para despedir con aplausos a un banquero.

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