Salvador Arroyo
Bruselas
Viernes, 8 de noviembre 2019, 18:46
La nueva etapa que se abre en la negociación del fondo de garantía de depósitos bancarios o el EDIS, como se conoce a este mecanismo por sus siglas en inglés, se ha recibido con una mezcla de optimismo (moderado) y muchas dudas en el ... club del euro. Alemania levantaba esta semana, después de cuatro años, su veto al único de los pilares de la futura Unión Bancaria que sigue pendiente de desarrollo. Pero lo ha hecho a cambio de una serie de condiciones que no encajan por igual para los diecinueve Estados que comparten divisa. Todos coinciden en que el paso dado por Berlín es «un gran avance». Pero también, que los debates que quedan por delante no serán nada fáciles.
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La esencia del plan alemán es que ese fondo -permitiría a cualquier entidad europea garantizar depósitos de hasta 100.000 euros de un ahorrador si su banco quebrara- se articule siempre y cuando se eliminen los incentivos que tienen los bancos por adquirir deuda soberana. En otras palabras, que al final se acote la compra de los bonos que lanzan los Gobiernos para frenar la tendencia que tienen las entidades a acumular deuda de su propio Estado matriz. Deberían diversificar este tipo de compras y evitar que acaben convirtiéndose en un lastre, como sucedió en la última recesión.
La propuesta la firma el ministro alemán de Finanzas, Olaf Scholz y ha sido analizada estos días por sus colegas en Bruselas. ¿El resultado? Un sí, pero no. Y, desde luego que lo que toca «es ir paso a paso», como destaca el presidente Eurogrupo, Mario Centeno. Francia es una de las delegaciones que más se ha acercado a la postura alemana. Bruno LeMaire, su ministro económico, aseguró este viernes en la capital comunitaria que estaba de acuerdo en ligar fondo e incentivos a la adquisición de deuda pública. «Nosotros también establecemos un vínculo entre la garantía de depósitos europea y la lucha contra el riesgo del círculo entre la deuda soberana y los bancos», aseguraba, aunque con ciertos matices. Por lo que pueda pasar. «Y es que en este asunto, el diablo está en los detalles», apostilló.
La ministra de Economía en funciones, Nadia Calviño, que se entrevistó con Scholz el pasado jueves antes de la celebración del Eurolgrupo (este viernes por cuestiones de agenda no pudo asistir a la del Ecofin), mostraba más reticencias que su homólogo francés al entender que no debería establecerse relación entre el Fondo de Garantía de Depósitos y el tratamiento de la deuda soberana porque «se trata de cuestiones que, consideramos que no están relacionadas».
Aunque sin duda ha sido Italia, el país que pude sentirse este viernes más directamente aludido por el plan alemán (su deuda pública rebasaría este año el 136%), el que ha lanzado el mensaje más crítico. Su ministro, Roberto Gualtieri, alerta, de hecho, «del impacto negativo» que tendría modificar las condiciones que rigen a nivel internacional sobre el tratamiento de la deuda pública.
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La negociación en definitiva tendrá turbulencias, pero al menos habrá negociación, algo que apenas ha existido desde 2015. La voluntad del club del euro es fijar en diciembre una hoja de ruta para el próximo año que permita catapultar la ansiada Unión Bancaria.
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