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salvador arroyo
Bruselas
Viernes, 4 de junio 2021, 21:31
Niveles récord de endeudamiento público por la crisis pandémica, necesidad acuciante de incrementar los ingresos y unas normas fiscales obsoletas que permiten la fuga de miles de millones de euros. El cóctel perfecto para una reforma global del impuesto de sociedades que obligará a las ... multinacionales, especialmente las tecnológicas (Google, Facebook, Apple o Amazon) a pagar más impuestos. Los ministros de finanzas del G7 (el grupo de los grandes países industrializados), reunidos en Londres empujan un cambio en las reglas del juego de calado inédito en un siglo.
El objetivo es que las grandes corporaciones se queden sin recovecos para la elusión y la evasión fiscales (a paraísos reconocidos o a países con sistemas permisivos) y, al mismo tiempo, complicar su enrevesada ingeniería financiera. Tras más de una década de disputas globales, también en el seno de propia UE, y con un pulso transatlántico en 'stand by' con Estados Unidos, con fuego cruzado de aranceles herencia de Donald Trump, parece que todo cambiará en este 2021.
El impulso que llega desde Lancaster House, donde se reúnen los responsables económicos de las siete grandes potencias occidentales (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Canadá, Japón) no es aún definitivo. Tendrá que limarse en la cumbre de líderes del G7 en Cornualles (entre el 11 y 13 de este mes) y en la del G20 de Venecia, prevista para julio. La referencia final será ya en otoño (en torno al mes de octubre) con un acuerdo en el seno de la OMC que implicaría a al menos 135 países.
A esta cita los tres grandes de la UE acuden con un propuesta secundada por España. «El compromiso de una tasa impositiva mínima efectiva de al menos el 15%» se considera «un comienzo prometedor», firmaban sus ministros económicos (Nadia Calviño incluida) en una misiva publicada por el británico 'The Guardian'. Una apuesta segura puesto que Estados Unidos ya la había abrazado los últimos días después de rebajar su ambición inicial de tomar como referencia el 21% de carga impositiva. «Estamos a un milímetro de un acuerdo histórico», declaraba el francés Bruno Le Maire a la BBC.
La fórmula de aplicación, si se completa con éxito el final del camino -se insiste, el próximo otoño- tendría una dimensión doble: la tributación extra para los países en los que se implantan empresas extranjeras por los beneficios obtenidos en sus jurisdicciones; pero también para aquellos en los que éstas tienen fijada su sede social. El tipo final acordado se cuadraría con añadidos a los gravámenes ya existentes.
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