España mira a EE UU y Asia para salvar el descenso de los mercados maduros

Pero esos nuevos máximos estadísticos no esconden una realidad preocupante de la que ya venían alertando voces autorizadas. La recuperación de destinos mediterráneos competidores –sobre todo Egipto, Turquía y Grecia–, unido a los problemas de las economías alemana, británica y francesa –los tres principales mercados emisores de viajeros de ocio hacia España– apuntan que el sector tendrá que reinventarse. No abandonar el tradicional y exitoso 'sol y playa', pero potenciar más otras alternativas donde el factor precio no resulte tan decisivo.

Ya empezó a hacerlo hace unos años empujado por la fuerte crisis económica –España sufrió dos recesiones entre 2008 y 2013– y ahora se empiezan a ver algunos efectos positivos, con incrementos importantes en la demanda de viajeros de largo radio, sobre todo de Norteamérica, Asia y Oriente Próximo, que por ahora compensan la caída –tan temida como esperada– de los mercados europeos más maduros. En concreto, la afluencia de británicos en 2019 bajó más de dos puntos (-2,2% hasta noviembre conforme a las últimas cifras publicadas por el INE), la de alemanes casi dos (-1,8%) y la de franceses un 1,3%, lo que en volumen de personas significa 710.350 visitantes menos entre los tres a falta de computar datos de diciembre.

No fueron los únicos mercados emisores tradicionales que perdieron fuelle para España. Los turistas de Países Bajos descendieron un 4,4% y los de países nórdicos otro 4,5%, esto es, casi otros 389.000 visitantes foráneos perdidos respecto al ejercicio anterior. Por regiones, la peor parte de esos 1,1 millones de viajeros que cambiaron de destino de vacaciones se la llevó Canarias, con un descenso de más de 400.000, solo explicado en parte por la quiebra del gigantesco turoperador Thomas Cook que quebró el 23 de septiembre.

Sin embargo, para la ministra del ramo, Reyes Maroto, las grandes cifras aún «demuestran la fortaleza del modelo turístico español» pese a incertidumbres como la crisis referida de Thomas Cook, los disturbios en Cataluña en octubre tras la sentencia del 'procés' o la incertidumbre sobre algunas bases de Ryanair. De hecho, según ella, «se puede seguir creciendo», aunque admite que ha de hacerse «mejor» en referencia a las iniciativas en marcha para desestacionalizar el flujo de llegadas de visitantes internacionales, todavía excesivamente centradas en primavera y verano, y diversificar los productos turísticos nacionales.

Desde las empresas del sector, el 'lobby' Exceltur –por boca de su vicepresidente ejecutivo, José Luis Zoreda– habla de «enfriamiento» del ritmo de crecimiento del PIB turístico, que terminó 2019 con una tasa del 1,5% –por tercer año consecutivo inferior al propio aumento de la actividad económica del país– y repetirá dato este año, según sus previsiones. Aún así, de nuevo las grandes cifras avalan que se está en niveles récord: 153.000 millones de euros de actividad el último ejercicio, con incrementos superiores al 3% en ventas y resultados de las compañías.

El problema es como mantenerse en los próximos años o, al menos, no bajar escalones de forma acusada dado que precisamente los peores datos turísticos de 2019 se dieron en las zonas de sol y playa: en Canarias, por ejemplo, el mercado cayó un 7%. La alternativa son los viajeros de largo radio, con mayor capacidad de gasto que los europeos.

De la docena de países ajenos a la UE cuyos ciudadanos gastan más dinero en sus estancias en España –y que en volumen sumaban 7,4 millones de turistas hasta septiembre– destacan EE UU (cuya afluencia subió un 13% en todo el año pasado, con 410.500 visitantes más), Rusia, México (24,7% más hasta septiembre), China (13,6% más), India, Corea (43,4% más), Japón (25,5% más), Emiratos Árabes Unidos (24,7% más) y Arabia Saudita(28,9% más).

Son datos del instituto especializado The Shopping & Quality Tourism, que destaca que ese avance compensó el leve crecimiento general del 1,2% en las llegadas –de un total de 34 grandes mercados turísticos, el español ocupó el año pasado la posición 26 entre 34 como uno de los países con menor incremento– frente al 4% de promedio mundial. Contrasta claramente con un alza anual media del 13,1% en la afluencia de turistas de largo radio a España. Y las arcas del sector –que aportó el 12,3% del PIB en 2018, solo comparable a la construcción– lo acusan de forma positiva: el gasto medio de un visitante chino es de 2.428 euros por estancia, 2.245 si es mexicano y 2.213 el de un emiratí, mientras que un inglés o un alemán apenas pasan de los 1.000 euros.

Mientras Competencia (CNMC) y los ayuntamientos mantienen en los tribunales su pugna por la regulación de los pisos turísticos, por vez primera en una década su oferta de plazas ha caído. En concreto, 17.000 en un solo año, esto es, un 4% en 2019. Son datos de la alianza Exceltur, que sitúa como principal causa «la ·multiplicación de normativas a escala autonómica y local para regular este fenómeno». Con ello la proporción entre este tipo de viviendas y la oferta hotelera en los 22 principales destinos urbanos españoles «se ha estabilizado en niveles parejos»: 413.033 turísticas frente a 415.404 habitaciones.