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A la nueva junta directiva de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE) le ha tocado vivir un momento complicado. Muy complicado. Apenas unas semanas después de tomar las riendas de la asociación, estalló la pandemia y la crisis sanitaria se llevó por delante todos sus ... planes. Sin embargo, ahí siguen, intentando ayudar a los jóvenes emprendedores a sacar adelante sus proyectos en un contexto inédito, pero también plagado de oportunidades. Así lo reconoce el presidente, Álvaro Peso, el más joven en dirigir la asociación en toda su historia, quien, sin embargo, lamenta la falta de espíritu emprendedor en España.
Asumió la presidencia de AJE en febrero. Y en marzo llegó la pandemia. Vaya estreno, ¿no?
La verdad es que sí. Somos una junta directiva prácticamente nueva, aunque tenemos el apoyo de miembros de anteriores juntas directivas. Comenzamos a trabajar con los temas que teníamos pendientes, empezando por el Premio Joven Empresario, que queríamos haber lanzado para este mes de octubre, pero tuvimos que suspenderlo todo. Tuvimos que cambiar nuestra estrategia por completo.
¿Ha condicionado mucho la pandemia el trabajo de AJE?
Sí. En la asociación trabajamos fundamentalmente en dos frentes: actividades con nuestros socios y la gestión del Espacio Emprende. En el caso de las actividades con los socios, tuvimos que paralizarlas casi por completo. Sin embargo, sí que hemos podido mantener la actividad del Espacio Emprende, aunque tuvimos que empezar a hacer todos los cursos de manera online y la atención pasó a ser telemática. También gestionamos el Vivero de Empresas municipal, que ha seguido funcionando, aunque con las restricciones generales.
¿Qué tal funciona hoy en día el Vivero?
Bien. Si no me equivoco, ahora mismo sólo hay un espacio libre. Cuando montas un negocio, todo son gastos al principio, hasta que consigues una cartera de clientes y comienzas a expandirte poco a poco. Es complicado conseguir que una empresa se estabilice en poco tiempo. Por eso, cuanto más puedas reducir los gastos, mejor. Aun así, el Vivero de Empresas no da respuesta a todas las necesidades de una empresa cuando arranca.
Muchos de los emprendedores de hoy son hijos de la crisis de 2008. Y ahora se ven golpeados por otra.
En mi caso, la crisis de 2008 me pilló muy joven y no la sufrí laboralmente, pero sí que es cierto que después de aquella crisis, mucha gente emprendió por necesidad, ya que había perdido su trabajo y vio en el emprendimiento una solución. A partir de ahí, en los últimos años estábamos viendo cómo ya no se emprendía tanto por necesidad, sino porque realmente había una inquietud y una idea innovadora.
¿Teme que se vuelva a ver ese perfil de emprendedor por necesidad?
Sí. Por los datos que vamos manejando, sí.
Entiendo que eso no es bueno.
No es lo ideal. Si se emprende por necesidad, se pierde toda la esencia.
La pandemia y el consiguiente estado de alarma nos mostró muchas debilidades de la economía española, sobre todo en el ámbito de la digitalización, ¿no?
Sí, sin duda. La digitalización es fundamental para cualquier empresa. Si no está digitalizada, lo va a pasar muy mal en el futuro. El ámbito online está en continuo crecimiento y, mucha gente se ha dado cuenta a raíz de la pandemia.
A muchas empresas, de hecho, les ha pillado a contrapié.
Sí, y se han tenido que poner las pilas muy rápido, que normalmente no es lo más adecuado.
Sin embargo, esa digitalización forzada está suponiendo un nicho de mercado para otras empresas.
Ese de hecho es nuestro caso particular (Beapp). Nosotros dependemos del comercio electrónico y muchos de los comercios que no vendían a través de internet, vieron cómo su facturación paso a ser cero. Mucha gente vio entonces que era necesario dar el paso y lo hizo, aunque con diferentes resultados. Al final, no todo el mundo está preparado para entrar y vender en internet, ni tampoco para reinventar su negocio.
¿Puede ser también una ventana de oportunidad para proyectos emergentes?
Sin duda. Este año, el ámbito digital ha crecido bastante. Hay muchos sectores que hasta ahora no tenían gran visibilidad en la red, pero en los últimos meses se han puesto las pilas y ya están en todos los sitios.
A pesar de que la pandemia lo ha condicionado todo, son muchas las dificultades que se arrastran desde hace años, ¿verdad?
Lamentablemente, sí. Los problemas son siempre los mismos, y nunca mejoran. Estamos hablando de todo el proceso de constitución de una nueva empresa, de los pocos beneficios fiscales, de las ayudas a la contratación o de la excesiva burocracia. Al final, en España, el ámbito del emprendimiento está muy poco potenciado.
¿Falta espíritu emprendedor?
Sí. En España no existe el aprendizaje para el emprendimiento, y eso es básico. Si durante los estudios no se enseña esa posibilidad, la gente no la va a tener en cuenta. De hecho, un gran porcentaje de los emprendedores españoles provienen ya de familias emprendedoras. Hay gente que tiene una buena idea, pero no se quiere lanzar y acaba trabajando por cuenta ajena o siendo trabajador público.
¿Es miedo al fracaso?
Puede haber una parte que se deba al miedo, pero yo creo que es más desconocimiento de las posibilidades que hay.
¿Es Burgos una buena plaza para emprender?
La verdad es que sí. Aunque a veces no lo parezca, en Burgos hay muchas empresas pequeñas que están haciendo cosas muy innovadoras y muy potentes, que de hecho están ya presentes en el ámbito nacional e incluso internacional.
Pero año tras año se consolida la fuga de talentos hacia las grandes capitales.
Eso se debe a la forma que tenemos en España de concebir el emprendimiento, pero gracias a toda la aceleración digital de los últimos años, al final te da igual montar la empresa en Burgos que en Madrid. Obviamente dependes de las condiciones fiscales de los territorios, pero a través de internet, tienes acceso a clientes de todas las partes del mundo.
Pero se siguen marchando y, en su mayoría, no vuelven.
Si la gente que estudia en Burgos se va a trabajar a Madrid, las empresas que puedan poner en marcha, las van a fundar ya en Madrid. Y entonces ya es muy difícil que vuelvan.
La figura del autónomo sigue estando en el centro de la polémica. ¿Les gusta cómo está articulada?
No. De hecho, a los autónomos no hacen sino asfixiarnos constantemente. Durante la pandemia, los autónomos, sobre todo de los sectores del comercio y la hostelería, han sido los primeros en pagar las consecuencias. Además, la cuota de autónomos en España es desorbitada con respecto a otros países de nuestro entorno, donde en algunos casos es incluso gratuita.
¿Y cuáles son las propuestas para mejorar la figura del autónomo?
Pues, por ejemplo, se podría plantear una cuota en función de la base de cotización o por la facturación que se realice. Ahora mismo está implantada la tarifa plana durante los dos primeros años, que está bastante bien, pero no es la solución, ya que lo único que hace es retrasar lo inevitable.
¿Es fácil la contratación?
Cuando la empresa es estable y mantiene un cierto crecimiento, la contratación no es un problema. Sí que cuesta algo más cuando estás empezando. Las primeras contrataciones son las más duras, sin duda. Lo que no tiene sentido es que las ayudas que se reciben para la contratación sean las mismas para las grandes empresas que para los pequeños negocios.
¿Ha repercutido la pandemia en el acceso a la financición?
Ahora mismo es muy complicado. Se ha paralizado. Eso sí, en muchos casos, el acceso a la financición no es lo más importante. Depende mucho del sector. Para alguien que comience en el mundo digital, quizá sólo le haga falta un ordenador en casa.
¿Los ERTEs son la solución para amortiguar la crisis?
Han ayudado mucho, sobre todo para retrasar el golpe y ver qué expectativas hay de cara a los siguientes meses, pero no es la solución definitiva. Al final, el dinero público es el que es y no hay para todo. Además, hay que tener en cuenta que las empresas, aunque estén en ERTE, deben mantener su actividad. Si no, lo van a perder del todo.
¿Cómo llega alguien con 23 años a fundar y dirigir una empresa y a presidir la Asociación de Jóvenes Empresarios?
La verdad es que soy el presidente de AJE más joven de la historia. La media de edad para emprender en España se sitúa en el entorno de los 30 ó los 35 años. En mi caso, tras finalizar mis estudios, estuve trabajando en varias empresas del sector del comercio digital en Burgos y, al ver que no parábamos y que poco a poco se iba incrementado el interés por la digitalización, vi el nicho de mercado y me lancé a la piscina dejando atrás un trabajo fijo.
Es el paradigma del emprendedor.
Vi que el momento era este. Si salía bien, genial. Si salía mal, anda que no me quedan años para dedicarme a otra cosa. Y la verdad es que estamos creciendo muy rápido. Empecé en febrero del año pasado yo solo en el CEEI. A los cuatro meses tuve que contratar a una persona y nos mudamos a una oficina propia. Y en plena pandemia hemos contratado a otras dos personas. Así que mi consejo es que cualquier persona que tenga una idea, que se acerque al Espacio Emprende y se lance a la piscina.
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