El presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, considera que el parque nuclear puede finalizar su actividad cuando se agoten los plazos estimados actualmente para el desestimiento de sus actividades, sin necesidad de prolongar su vida útil, porque una decisión de tal calibre no tendría que ... afectar «para nada el suministro», e incluso podría lograrse «con una reducción potencial en el coste de generación».
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De esta forma, Galán mantiene una postura opuesta a la que el miércoles manifestó el consejero delegado de Endesa, José Bogas, quien estima que el cierre total de los siete reactores en vigor a medida que cumplan los plazos -entre 2021 y 2028- es «imposible» porque afectaría de forma negativa al suministro, los precios y los costes del sistema. Esta posición contraria de ambas compañías sobre el mismo asunto surge en un negocio en el que comparten la propiedad de tres centrales: Almaraz, Ascó II y Vandellós. A partir del verano, tendrán que decidir qué hacer con la primera planta que va a agotar su vida útil, con el reactor de Almaraz I.
Galán, quien este miércoles indicó a los analistas que comparte por completo los objetivos marcados por la Unión Europea para alcanzar un 32% de energías renovables en 2030, afirmó que prolongar la actividad de las nucleares supone «invertir varios miles de millones de euros que van a tener su impacto y efecto sobre los precios». Iberdrola tiene una capacidad instalada de 3.110 megavatios (Mw) en España frente a los 3.443 Mw de Endesa, con unos plazos de amortización que también son diferentes entre ambas firmas.
El presidente de Iberdrola reconoció que está «muy en línea» los postulados de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, porque coinciden con la visión de la compañía. «Tenemos las expectativas de cambio de verdad en la política y el planteamiento a seguir respecto a la transición energética», indicó. Galán se había mostrado opuesto a prolongar la producción nuclear, más allá de la vida útil, si no cambiaba el régimen fiscal que se aplica a estas centrales desde la reforma del sector en 2012, una opción que el anterior ministro de Energía, Álvaro Nadal, nunca contempló.
En cuanto a sus resultados semestrales, Iberdrola ha obtenido un beneficio neto de 1.410 millones de euros entre enero y junio, lo que representa un 7,1% menos que en el mismo periodo del año pasado. Esta reducción se debe a la ausencia de resultados extraordinarios positivos, que sí obtuvo en 2017, como consecuencia de la fusión de Siemesn Gamesa (aportaron 442 millones) y la revisión del precio de los contratos de aprovisionamiento de gas. Excluidas esas partidas puntuales, el beneficio ordinario ha crecido un 27% hasta los 1.367 millones.
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En cualquier caso, los ingresos de Iberdrola se han aproximado a los 17.600 millones, un 17,5% más que en el primer semestre de 2016. El beneficio bruto de explotación (Ebitda) se ha incrementado también un 17,1% hasta los 4.435 millones.
Todas las áreas de negocio han registrado una evolución positiva. En el caso de las renovables, el Ebitda mejora un 25,5% hasta los 1.184 millones; en el de redes, casi un 21% hasta los 2.387 millones; y en el negocio de generación y cliente, un 1,7% hasta los 877 millones.
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La compañía mantiene sus previsiones de cara al segundo semestre de 2018, en el que prevé cerrar con un beneficio de explotación superior a los 9.000 millones y un beneficio neto cercano a los 3.000 millones, lo que le permitiría seguir incrementando el dividendo en línea con la evolución de sus resultados.
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