Las cotizadas sacrifican su dividendo para lograr liquidez ante un año caótico

Una de las primeras cotizadas que actuó fue Banco Santander. La entidad presidida por Ana Botín anunció hace una semana la revisión de su dividendo de este año, que se retrasará para un pago consolidado en 2021, así como recortes en la retribución de la alta dirección y del consejo de administración. Marcaba así el camino que en los días posteriores han seguido la mayor parte de las compañías del sector bancario. CaixaBank ha reducido el dividendo en efectivo propuesto con cargo a los resultados de 2019 de 0,15 a 0,07 euros por acción y, con ello, su 'pay out' (el porcentaje del beneficio destinado a retribuir al accionista) también se reduce a la mitad. Bankia también ha suspendido el dividendo de 2.500 millones previsto en su Plan Estratégico 2018-2020 en aras de la solvencia.

La banca se encuentra en el punto de mira de los inversores. De hecho, la Federación Bancaria Europea (EBF, por sus siglas en inglés) reclama a las entidades suspender el pago de dividendos y las recompras acciones este año para incrementar la concesión de crédito a empresas y particulares afectados por el coronavirus. Esta llamada llega después de varios meses en los que los supervisores europeos (el BCE y el Banco de España) pedían a al banca una dosis de moderación en sus dividendos para centrarse más en las cuestiones de capital y solvencia. Ahora, por la vía de los hechos, se han visto obligados a recortarlo.

Para los analistas, esta estrategia (también anunciada por otras firmas como Repsol o Amadeus) tiene todo el sentido del mundo en un contexto como el actual. «Los dividendos proyectados lo eran en base a unas perspectivas que ahora van por otro lado», explica Joaquín Robles, analista de XTB. Para este experto, «la suspensión o reducción de ese reparto trata de preservar al máximo la liquidez de la empresa ante una caída brutal de los ingresos, como ya la están comprobando», apunta Robles.

En el caso concreto de la banca, Romain Boscher, CIO Global de renta variable en Fidelity International «agradece los llamamientos de algunos reguladores europeos» que solicitan que los bancos del viejo continente difieran temporalmente los pagos de dividendos hasta que disminuya la incertidumbre. «Si las perspectivas económicas se deterioran aún más, los aplazamientos pragmáticos crearán un amortiguador de capital adicional para que los bancos absorban los posibles choques financieros y reduzcan el riesgo de aumentos de capital altamente diluyentes», explica.

Y ello a pesar de que admite que los dividendos «juegan un papel inestimable en la economía, especialmente para los ahorradores a largo plazo, y esto no debe subestimarse», explica Boscher. También apunta a esta realidad Joaquín Robles, consciente del impacto entre los accionistas minoritarios de estos recortes de dividendos. Sin embargo, considera que «no tiene sentido mantenerlos y endeudarte más ante la situación actual». En España el dividendo «siempre se ha utilizado como una vía de fidelización con el pequeño inversor y ahora cuesta retirarlo, pero en muchos casos no hay más remedio», explica Robles. Hay compañías que, por ahora, no han modificado sus políticas de retribución, como Iberdrola, Endesa o Naturgy, a pesar de la crisis.

De hecho, nada más conocer sus intenciones, el mercado ha aplaudido ese recorte de dividendos que ha anunciado parte del sector empresarial. El inversor valora más que la compañía tome decisiones para garantizar su actividad a lo largo del año que mantenga el pago de un dividendo que, a la larga, pueda resultar dañino para la evolución del negocio en el que invierte.