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Mercedes gallego
Nueva York
Domingo, 10 de mayo 2020, 00:52
No todo lo apocalíptico del coronavirus es malo. Las calles se han quedado vacías, se acabaron los atascos. Ciudades como Los Ángeles o San Francisco han registrado una reducción del 60% de tráfico y con ello el aire más limpio que se haya respirado en ... mucho tiempo. El mundo experimentará este año una reducción del 8% en las emisiones de carbono responsables del cambio climático, según Carbon Brief, y eso no acabará con la desescalada, porque muchos de los empleos no volverán y otros seguirán en modo teletrabajo durante una buena temporada. Con menos viajes a la oficina, menos combustible.
La demanda energética caerá este año un 6%, siete veces más que durante la crisis financiera de 2008. Con ello el precio del petróleo se ha hundido a los niveles más bajos de las últimas dos décadas y se ha desvanecido el espejismo del 'fracking' contra el que habían luchado los activistas durante más de una década. Gracias a esta técnica para la extracción de petróleo o gas natural mediante fracturación hidráulica, EE UU emergió milagrosamente como el mayor productor mundial durante el Gobierno de Barack Obama. Bajo su mandato la producción de gas aumentó un 35%, la de crudo un 80% y el consumo de gas un 19%.
Una tras otra, las plantas han cerrado y todo indica que las que reabran se encontrarán con un mercado muy distinto. En los últimos cinco años el mito del 'fracking' se ha derrumbado pese a generar el 80% del gas natural de EE UU. Los activistas han logrado demostrar que no genera la energía limpia que algunos creen, sino que deja cerca de 600 agentes químicos bajo tierra que contaminan los acuíferos. Y además requiere de ingentes cantidades de agua para su extracción.
Antes incluso de que nadie hubiera escuchado hablar del Covid-19, las 30 mayores compañías de 'fracking' habían perdido conjuntamente 50.000 millones de dólares entre 2012 y 2019. El proceso de extraer petróleo y gas natural de las entrañas de la tierra inyectando líquidos a alta presión es caro. Con la falta de demanda en tiempos del coronavirus y los precios más bajos de gas natural que se hayan visto en los últimos 10 años, la industria se prepara para entrar en números rojos y confrontar «una enorme deuda durante bastante tiempo», observa Tom Sanzillo, director de finanzas del Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero.
El precio del petróleo ha caído a la mitad desde principios de año y el de barril ha llegado a bajar de los míticos 20 dólares –e incluso a cotizarse en negativo–, cerrando el viernes a 24,62 dólares tras una semana de gran volatilidad. En su intento por salvar el negocio compañías como Shell, Appalachian Resins o Braskem America han iniciado planes para abrir plantas manufactureras de plástico con las que crear una nueva demanda para el etano que se desprende del 'fracking'. Pese a los esfuerzos concertados para levantar el precio del crudo, que ha vuelto al terreno positivo en las cotizaciones de futuros de junio, el gran perdedor es sin duda el 'shale' que se obtiene con esta técnica tan invasiva para el medio ambiente, porque además necesita de mayores precios para ser rentable.
Su caída pone en la línea de fuego a los bancos y fondos de inversión que han asumido su deuda en los últimos años, confrontados ahora con la amenaza de impagos. Las petroleras tenían ya a finales de 2019 una deuda neta de casi 182.000 millones de euros, según FactSet, repartida en 80 productoras de petróleo estadounidense, de la que más de 50% no está respaldada. Según el bufete de abogados Haynes and Boone, especializado en el sector energético, entre enero y abril se registraron un total de siete peticiones para acogerse a la Ley de Bancarrota que permite presentar suspensión de pagos.
Whiting Petroleum, la empresa de Denver que más 'fracking' realiza en Dakota del Norte, se convirtió a principios de abril en la primera gran compañía estadounidense en buscar la protección de la Ley de Bancarrota que le permitiera evadir los pagos de la deuda, totalizada en el sector en más de 32.000 millones de dólares al año. Para entonces Fitch Ratings ya había vaticinado que en el 2020 habría un 7% de incumplimiento de pagos, pero cuando los futuros del crudo entraron en terreno negativo Fitch subió la proyección al 17%, con docenas de productores de 'shale' en riesgo. Empresas como Chesapeake Energy, Ultra Petroleum y California Resources han advertido que no podrán mantener los pagos y necesitarán especialistas para renegociar la deuda con sus acreedores. Una dolorosa opción de último recurso que a Whiting Petroleum le ha llevado a canjear 2.200 millones de dólares en bonos por un 97% de las acciones de la empresa reestructurada.
Ante el descenso del consumo y la escasez de almacenamiento, muchas compañías se han visto obligadas a frenar en seco la producción. Para el mercado eso puede ser un péndulo que haga pasar del superávit al desabastecimiento. Para las empresas de 'fracking' será la diferencia entre la vida y la muerte. Travis Stice, jefe ejecutivo de Diamondback Energy, una compañía de Texas que ha mandado a casa a todo su personal de 'fracking' para el resto del trimestre, dijo a Bloomberg que hasta que los precios no se estabilicen alrededor de los 30 dólares no se planteará volver a producir. «En este nuevo orden mundial creo que la industria va a tener un aspecto muy diferente de lo que históricamente estamos acostumbrados», vaticinó.
La caída de 17 dólares por barril a -40 dólares en un sólo día fue la confluencia de una tormenta perfecta en la que la bajada de precios se encontró con el descenso de la demanda por el Covid-19, la imposibilidad de cerrar los pozos de la noche a la mañana y 100.000 contratos abiertos del mes de mayo en el último día para negociarlos. Nadie quería comprar y mucho menos encontrarse con mil barriles en la mano y con las instalaciones de Cushing (Oklahoma), donde se almacena el crudo Texas (WTI), llenas. Alquilar espacio costaba más que los barriles. ¿Volverá a pasar lo mismo el día 18, cuando maduren los contratos de junio?
Jeff Nichols, copresidente de Energy Practice Group y miembro del comité ejecutivo de Hayne's Boone, con dos décadas representando a clientes del sector energético, cree que no. «Aquello fue un doble golpe: la OPEP bajó el precio del barril a 20 dólares para el 6 de mayo y el coronavirus redujo un 90% la demanda, pero todo el mundo está trabajando para evitar que vuelva a ocurrir». Las empresas energéticas están desviando sus depósitos de Cushing a Houston y a otros lugares del Golfo de México. Los 'traders' han aprendido la lección y no esperarán al último día para deshacerse de los contratos. «Los productores estadounidenses están reduciendo rápidamente la producción, que caerá 3 millones de barriles diarios para final de año (un 30%)», explica Nichols.
Sólo esta semana han cerrado 34 pozos y el número de perforaciones operativas en EE UU ha caído a 374 desde las 988 de hace un año. De cumplirse la proyección de Nichols, EE UU podría perder el título de mayor productor mundial frente a Arabia Saudí, aunque sea de forma temporal. El experto estima que 90 empresas están en riesgo de bancarrota, especialmente aquellas que extraen mediante la técnica del 'fracking', que a 30 dólares el barril sólo cubren gastos.
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