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El presidente Trump, junto al vicepresidente Pence (izquierda) y el secretario del Tesoro Mnuchin, este miércoles tras el acuerdo. FOTO: REUTERS
EE UU y China pactan el fin de la guerra comercial con 200.000 millones por medio

EE UU y China pactan el fin de la guerra comercial con 200.000 millones por medio

Donald Trump se reserva aranceles para garantizar el cumplimiento de los acuerdos y disponer de «una carta» con la que negociar la segunda parte

mercedes gallego

Corresponsal. Nueva York

Miércoles, 15 de enero 2020, 22:12

Boeing, Jeep, Citibank, eBay... Todos los altos ejecutivos de las grandes empresas estadounidenses estaban este miércoles sentados en la sala Este de la Casa Blanca en la que se firmó la primera fase del acuerdo comercial con China. Satisfecho con ese éxito, Donald Trump pasó ... luego más media hora saludándolos por su nombre para demostrar al país el poderío de un acuerdo que impresionó al ex secretario de Estado Henry Kissinger, también presente.

La tregua le cuesta a China 200.000 millones de dólares (179.380 millones de euros) anuales en compras de productos y servicios estadounidenses. El desglose es estremecedor: 50.000 millones de dólares (44.845 millones de euros) en productos agrícolas y ganaderos como soja o cerdo, otros 50.000 en energía, 40.000 o 50.000 en servicios financieros y 75.000 en manufacturas.

La segunda fase del pacto se firmará en Pekín, donde viajará el presidente norteamericano

El propio Trump contó este miércoles lo irracional de sus demandas: «China ofrecía 16.000 millones, mi gente le pidió 20.000 y yo les dije: 'Que sean 50.000'. Y mi gente me respondió: 'Señor, nuestros agricultores no tienen capacidad para producir tanto...' 'Pues que salgan y se compren un tractor más grande'».

Desde Iowa, Michael Doch, director de comunicación de la Asociación de Productores de Soja, advertía al periódico local de que «nadie saldrá corriendo a por un tractor John Deere en al menos seis meses», porque incluso si se cumplen las promesas de «bonanza y prosperidad», la prioridad será pagar las deudas que han acumulado. La crisis venía de cinco o seis años atrás, fruto de la competencia con Brasil y Argentina en el mercado chino, pero la guerra comercial fue el tiro de gracia. Ni los 28.000 millones que Washington ha inyectado desde 2018 para paliar el sufrimiento de los aranceles habían logrado frenar la sangría. Según el Departamento de Agricultura, sin esos subsidios, que supusieron un tercio de los beneficios en 2019, los ingresos totales de los granjeros estadounidenses hubieran bajado un 8%.

Los 40.000 millones pactados en el acuerdo firmado este miércoles, que Trump eleva a 50.000 y China solo «si la demanda lo requiere», parecen tan desorbitados que hacen desconfiar de su cumplimiento. Los expertos recuerdan que el récord de adquisiciones chinas en productos de granja, en 2012, antes de que se repartiera el pastel amarillo, estaban en 25.900 millones de dólares, por lo que el país tendría que comprar mucho con el único propósito de almacenarlo.

Aunque la bonanza de Trump no se limitaba a ellos. Según el presidente, el extenso acuerdo de 86 páginas -que todavía guarda muchos detalles en secreto para no «alterar los mercados» con su revelación-, promete a los bancos un nuevo mercado de servicios financieros, a las empresas mayor protección de sus secretos comerciales, de copyright y de transferencia tecnológica y a todos, ya en general, «el principio de un nuevo capítulo entre las dos mayores economías del mundo».

Trump ni siquiera ha cedido en levantar todos los aranceles, como buscaba China. «Si lo hubiéramos hecho nos hubiéramos quedado sin cartas para negociar», explicó el presidente, que piensa ir personalmente al país asiático a negociar la segunda fase aún sin fecha fija. Solo ha aceptado cancelar los que hubieran entrado en vigor el 15 de diciembre pasado a productos más palpables para el estadounidense medio como ordenadores, teléfonos, ropa o juguetes, y reducir a la mitad los que impuso el 1 de septiembre a productos por valor de 120.000 millones de dólares, pero mantiene los que pesan sobre importaciones por 360.000 millones, que son el grueso de las ventas anuales chinas a EEUU.

Manipulación de divisas

En respuesta a la promesa china de realizar reformas estructurales, proteger la propiedad intelectual y no manipular la divisa, EEUU ha sacado al país de la lista de los que penaliza por alterar artificialmente el precio de su moneda. Pero las autoridades de Pekín se han resistido a negociar la ciberseguridad y a acabar con los subsidios a empresas estratégicas. Material para una segunda fase que se desarrollará en torno a las elecciones estadounidenses, en cuya campaña de reelección Trump podrá presumir de haber logrado «el mayor acuerdo de todos los tiempos».

El incumplimiento del mismo sería un desastre electoral para el presidente, que necesita demostrar a sus bases que el sufrimiento temporal era el precio necesario para forzar la mano del gigante asiático, al que le seguirá el europeo (UE), como ya han caído el mexicano y el canadiense. La ley del más fuerte se impone, aunque los analistas están convencidos de que China aprovechará la paz para fortalecer su independencia industrial. O como dijo el viceministro Liu He, «transicionar de una economía de rápido crecimiento a un desarrollo de alta calidad para un mercado doméstico próspero y moderno».

«Estados Unidos vuelve a la razón», celebra China

ZIGOR ALDAMA | Shangái

«China y Estados Unidos avanzan en la normalización de sus relaciones comerciales». Así de positivo titulaba este miércoles su editorial el diario ultranacionalista chino 'Global Times', que también celebraba la decisión de Washington de retirarle a China la etiqueta de 'manipuladora de divisas'. «Al suprimir esta designación inmerecida, EE UU abre la puerta a discusiones más fructíferas», concurría el diario oficial 'China Daily', que también consideraba que sacar a China de esa lista negra «no es hacer ningún favor».

Ambos mencionaban que esa medida forma parte de la primera fase del acuerdo comercial firmado este miércoles por Donald Trump y el viceprimer ministro chino Liu He. «Parece que Estados Unidos está volviendo al territorio de la razón», incidía el 'Global Times'. «Nunca es tarde para recuperar el sentido», añadía el 'China Daily'. Y ambos subrayaban esta victoria para Pekín porque necesitan hacer creer que el acuerdo es lo que en la terminología empresarial se conoce como 'win-win', beneficioso para ambos. «Los 18 meses de conflicto comercial demuestran que la estrategia americana de aplicar la máxima presión posible, ya sea en el terreno de las divisas o de los aranceles, no favorece a ninguna de las partes», criticaba el 'China Daily'.

A pesar de las grandes concesiones que China ha tenido que hacer para revertir algunos de los aranceles, el Gobierno chino busca la forma de aparecer como vencedor ante su opinión pública. Es evidente que Trump va a utilizar el acuerdo con fines electoralistas y aunque su homólogo chino no sufre la presión de las urnas, la noticia también es un alivio en un momento crucial: justo antes de las celebraciones por el Año Nuevo Lunar y en un momento en el que la economía del gigante asiático pierde lustre.

Pero después de la resaca de Año Nuevo, China y EE UU tendrán que volver negociar para comenzar a dar cuerpo a la segunda fase del acuerdo, un paso mucho más difícil de dar.

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