La economía burgalesa, expectante ante el impacto de la guerra en Ucrania

La más inmediata viene de la mano de las sanciones económicas impuestas por buena parte de los países de occidente sobre la economía rusa, que está arrastrando a muchas firmas españolas con presencia en territorio ruso. De hecho, algunas factorias burgalesas ya han suspendido algún contrato específico que tenían firmado con empresas de Rusia.

No es un tema baladí, ya que las sanciones implican directamente la pérdida de un socio comercial de cierta relevancia para la economía burgalesa, cuyo potencial deriva precisamente del músculo exportador. A pesar de no ser uno de los grandes mercados internacionales para las empresas burgalesas -Francia, Portugal, Alemania y Reino Unido son los principales destinos de los productos 'made in Burgos'- lo cierto es que Rusia mantiene una relativa importancia en este ámbito. Prueba de ello es que las empresas burgalesas vendieron el año pasado a Rusia productos por valor de algo más de 45 millones de euros, la mayor cifra del último lustro tras tocar techo en 2014 con casi 70 millones).

Por su parte, el mercado ucraniano estaba creciendo de manera paulatina en los últimos años y las exportaciones de las empresas burgalesas alcanzaron un valor de algo más de 11 millones de euros en 2021.

Ahora mismo, buena parte de ese comercio está totalmente paralizado, como también lo está el flujo comercial en sentido inverso, y la llegada de materias primas se ha ralentizado, afectando ya a un puñado de empresas locales y algunos grandes grupos empresariales. Por ejemplo, Michelín Aranda parará su producción varios días ante la falta de materiales.

En este sentido, llaman la atención dos cuestiones. La primera es que el saldo comercial con ambos países es positivo. Esto es, que las empresas burgalesas exportan más productos de los que importan. La segunda es que en los últimos años, Ucrania ha adelantado a Rusia como proveedor de las empresas burglaesas, con ventas superiores a los 6 millones de euros en 2021, frente a los 3,9 millones importados desde Rusia. En ambos casos se trata, fundamentalmente, de materias primas.

Pero, más allá de la pérdida de esos dos socios comerciales de mayor o menor nevergadura, lo cierto es que las repercusiones de la invasión de Ucrania irán mucho más allá. A este respecto, los principales temores se basan, según explica el presidente de Femebur, Andrés Hernando, en una carencia sostenida de ciertas materias primas y, sobre todo, en la inflación derivada del incremento de los costes energéticos. «No sabemos lo que va a pasar, o cuánto va a durar esta situación, pero evidentemente, a medio plazo generará una mayor inflación» por el incremento del precio de la energía, que ya «se está notando», explica el presidente de la patronal del metal.

Ese alza de los precios, además, llega para rematar una suerte de 'tormenta perfecta' en la que se han juntado ya otros factores, empezando precisamente por la escalada de previa de precios de la energía, la pandemia de la covid-19 o la crisis de los semiconductores. Eso sí, de momento, y a pesar de todas las dificultades, lo cierto es que la economía burgalesa «aguanta el tipo». De hecho, en muchos aspectos ya ha recuperado la situación previa a la pandemia y el empleo presenta una imagen que no se veía desde la crisis de 2008.