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La pandemia de la covid-19 ha provocado una crisis económica sin precedentes inmediatos, con caídas del PIB similares a las registradas en tiempos de guerra. Sin embargo, en Burgos «podemos estar orgullosos» de haber mitigado parte del tremendo impacto generado por la crisis sanitaria.
Así lo ha asegurado hoy Carlos Alonso de Linaje, decano del Colegio de Economistas de Burgos, que ha cuantificado en un 7,95% la caída del PIB de la provincia en este 2020. Se trata, sin duda, de la mayor caída de la actividad económica registrada en décadas, pero también es una caída significativamente inferior a las previstas en Castilla y León y España en general, donde se prevén descensos superiores al 11% a final de año.
En este sentido, Alonso de Linaje ha destacado dos factores fundamentales en Burgos, como son la diversificación de la economía y el gran peso que tiene sobre esta el sector industrial, tradicionalmente menos dependiente de los vaivenes económicos a corto plazo. Así, el buen dinamismo que han tenido varios sectores durante este año ha permitido amortiguar el tremendo impacto que ha tenido la crisis sanitaria en otros, como el del turismo, la hostelería, el comercio y la automoción.
Sin duda, el que mejor resultado ha tenido a lo largo del año ha sido el sector agrario, con significativos incrementos en el volumen de producción de vino o cereal respecto al 2019. De hecho, la producción agraria se ha incrementado un 9,32% hasta alcanzar los 910,28 millones de euros en Burgos, un resultado muy positivo.
También ha tenido un buen resultado el subsector de las frutas y hortalizas, si bien, el sector ganadero, sobre todo el más vinculado al canal de la hostelería y restauración (HORECA) ha sufrido mucho (un 2,12% de caída de la producción).
La caída de la actividad hostelera también ha repercutido sobre el sector de la industria agroalimentaria, uno de los más importantes de la provincia. Sin embargo, ha subrayado el decano del Colegio, el comportamiento «no ha sido tan negativo como se esperaba» tras los meses más duros de la pandemia.
El sector industrial, por su parte, ha arrojado luces y sombras durante este ejercicio, con muy mal comportamiento de la automoción debido a la caída de la demanda nacional e internacional y la incertidumbre sobre el propio modelo de mercado. El resultado de este cóctel ha sido una caída aproximada del 30% en el volumen de matriculaciones y del 22% en el volumen de producción. Aunque Burgos no cuenta con ninguna planta de ensamblado de automóviles, sí cuenta con una potente industria auxiliar que obviamente se ha visto afectada, sobre todo en los momento más crudos de la pandemia.
La nota positiva en el ámbito industrial ha venido de la mano del sector farmacéutico y parte de la industria química, con resultados dispares, en todo caso. A este respecto, desde el Colegio de Economistas se hace especial hincapié en la importancia del mercado exterior de Burgos. Y es que, la capacidad exportadora de buena parte de las industrias de la provincia ha sido fundamental para aliviar el impacto de la crisis sanitaria. Lo curioso del asunto es que la propia pandemia ha disparado el volumen de ventas al exterior, dejando un escenario «increíble» a partir de la primavera, según Alonso de Linaje.
Las cifras en este ámbito hablan por sí solas. Tras cuatro años de caídas en el volumen de productos exportados, en los diez primeros meses de este año se ha registrado un incremento del 2,3% de las ventas hasta alcanzar los 2.576,1 millones de euros, que ha permitido a Burgos consolidarse de nuevo como la segunda gran provincia exportadora de la comunidad autónoma después de Valladolid. Una cuarta parte de las exportaciones de Castilla y León provienen de empresas burgalesas.
Además, el gran resultado ha venido de la mano de un «desplome» del volumen de importaciones (1.568,6 millones de euros). El resultado de la conjunción de ambos factores arroja un saldo comercial positivo de 1.007,5 millones de euros, es decir, un superávit del 164,2%. Casi nada.
A la espera de la llegada de las ayudas comprometidas por las administraciones local y autonómica a los sectores más castigados por la crisis sanitaria, el decano del Colegio de Economistas vaticina que no serán determinantes para la recuperación.
No en vano, ha señalado Alonso de Linaje, las cuantías planteadas para cada negocio son «muy limitadas» y no supondrán una gran diferencia.
Sí que servirán como fuerte estímulo los fondos europeos, cuyo reparto se prevé para dentro de unos meses, pero habrá que ver cómo y en qué se invierten esos fondos para saber si su impacto será determinante.
No obstante, la pandemia ha dejado muchas sombras en otros sectores, fundamentalmente los vinculados al turismo, la hostelería y el comercio, con «comportamientos muy negativos» durante todo el año. «En muchos casos, los establecimientos no han podido desarrollar su actividad» por las restricciones, que han hecho que el número de viajeros y pernoctaciones se desplomara en índices superiores al 60% en la provincia, mientras que el comercio y la hostelería afrontan una «profunda crisis».
Eso sí, el impacto sobre el empleo ha sido más «contenido» gracias a la herramienta de los ERTE. Aunque las cifras varían de manera significativa entre un sector y otro, lo cierto es que el paro se ha incrementado en Burgos un 16,2% respecto a las cifras de hace un año, con 21.972 inscritos en las oficinas del Ecyl a finales de noviembre. Con esas cifras, la provincia cuenta con una tasa de paro del 11,68% según la EPA. Se trata de un porcentaje casi dos puntos superior al registrado en el tercer trimestre de 2019, pero inferior a la media de Castilla y León (12,19%) y de España (16,26%).
Esto es, que los ERTE «han funcionado», aunque para ello haya sido necesario incrementar como nunca antes la deuda pública del Estado. Y es que, ha subrayado, la alternativa era dejar morir a las empresas, y reactivar la economía en ese escenario siempre es «más lento y costoso». A este respecto, Alonso de Linaje aplaude la apuesta por los ERTE, pero insiste en que no se pueden prolongar sine die, y que en cuanto comience la recuperación, el superávit de las cuentas ha de destinarse a amortizar la tremenda deuda pública adquirida en estos meses.
A las incertidumbres generadas por la crisis sanitaria se le unen de cara a 2021 las dudas por el impacto del Brexit sobre la economía burgalesa. No en vano, Reino Unido es uno de los principales socios comerciales de las empresas burgalesas.
A este respecto, desde el Colegio de Economistas se insiste en que «el Brexit es malo para todos», sobre todo para el propio Reino Unido. Sin embargo, el decano del Colegio no prevé un impacto significativo de cara a 2021, ya que los acuerdos alcanzados son relativamente positivos.
El impacto, en todo caso, llegará a medio plazo, ya que «Reino Unido quiere todo lo bueno de estar en la UE», pero no quiere lo malo, y «no se puede soplar y sorber».
En todo caso, el panorama de cara a 2021 se antoja plagado de incertidumbres. No en vano, y a pesar de que se espera una importante recuperación económica de cara al año que viene, cualquier previsión está sujeta a la evolución de la pandemia de la covid-19. En el caso de que las medidas adoptadas (incluyendo la vacunación) permitan reabrir los mercados y recuperar la actividad a corto plazo, el rebote será «rápido». En caso contrario, las previsiones acabarán como agua de borrajas.
Esta idea es extensiva tanto a la economía nacional como a la provincial, aunque tomando como base la situación actual, la recuperación en Burgos en el mejor de los escenarios podría ser incluso superior a la nacional.
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