Cuatro empresas burgalesas, entre las diez con mayor facturación de Castilla y León

Esos dos subsectores, unidos al químico, el aeronáutico y el farmacéutico son los grandes motores de la economía burgalesa, con la presencia en la provincia de varias empresas y centros productivos referentes en su ámbito

Especial relevancia tienen en este aspecto cuatro firmas: Campofrío, Grupo Antolín, Bridgestone y Michelin, todas ellas con plantillas que superan de manera holgada el millar de trabajadores en los diferentes centros productivos repartidos por la provincia. Sólo Campofrío cuenta con cerca de dos millares de trabajadores entre sus dos grandes fábricas de la capital provincial (La Bureba y Campofrío Frescos). A su zaga van Bridgestone, con cerca de 1.400 empleados en el polígono industrial Burgos Este, y Michelín, con alrededor de 1.300 trabajadores en Aranda de Duero.

Mención aparte se merece el Grupo Antolín, sin duda la empresa burgalesa con mayor presencia internacional (alrededor de 28.000 trabajadores repartidos en más de 150 plantas en 26 países). En este caso, la firma cuenta con cinco centros productivos (Aragusa, Dapsa, Eurotrim, Plasbur y Glass) además de la sede central. En total, alrededor de 1.300 trabajadores en Burgos. Y eso a pesar de la venta, años atrás, de parte de su conglomerado a Lear, que mantiene otros dos centros productivos en la provincia con una plantilla conjunta de cerca de 400 trabajadores.

Un escalón por debajo de las 'cuatro grandes' aparecen varias firmas, todas ellas con plantillas superiores a los 500 trabajadores. Destacan, en este nivel, compañías como Pascual, con una plantilla de alrededor de 900 trabajadores en los diferentes centros productivos de la Ribera del Duero, GSK con alrededor de 600 empleados también en Aranda, Pepsico, con cerca de 600 en sus centros productivos y logísticos de la capital, Benteler y L'Oréal, en el polígono de Villalonquéjar, y Grupo Aciturri, con alrededor de medio millar de empleados en el entorno de Miranda.

A partir de ahí, la lista de grandes empresas de la provincia, al menos a efectos fiscales (facturación anual mayor de 6.010.121,04 euros), se completa con una miríada de firmas repartidas por todo el territorio. Destacan, por su trayectoria, facturación o plantilla, firmas como Adisseo, Kronospan, Norpetrol, Skretting, Hispanofil, Aranda Coated Solutions, Ubisa, Ferroli, Nicolás Correa, Gala, Alucoil, Tecnoaranda, Frias Expal, Asti o Prevennova, entre otras muchas.

Y son muchas, ciertamente. No en vano, la quinta parte de las empresas con mayor facturación de todo Castilla y León están radicadas en Burgos. Grupo Antolín, con más de 5.000 millones de euros anuales, es la segunda con mayor facturación de toda la comunidad, sólo por detrás de Reanult España. Campofrío (1.055 millones en 2020), GSK (842 millones) y Benteler (701 millones) también se cuelan en el top-10 en cuanto a facturación.

Buena parte de todas esas firmas, por cierto, tienen una amplísima trayectoria en la provincia. No en vano, al albur del Polo de Desarrollo, se implantaron en la capital provincial multitud de grandes empresas. Algunas acabaron siendo el germen de algo mucho más grandes, como son los casos de Antolín, Campofrío o Gonvarri, matriz del Grupo Gestamp, uno de los gigantes industriales del país.

A este respecto, patronal, sindicatos y administraciones coinciden de manera reiterada en el análisis del potencial industrial de la provincia, que hasta ahora ha permitido a Burgos sortear las diferentes crisis con algo más oxígeno que otros territorios. No obstante, todos ellos también coinciden al apuntar que hace décadas que no llega una gran inversión a la provincia, más allá de las ampliaciones de algunas plantas o, como en el caso de Campofrío, su necesaria reconstrucción.

Lejos de ellos, en los últimos años, varias grandes empresas han echado el cierre en la provincia. Quizá, los dos ejemplos más paradigmáticos se vivieron en las comarcas de Merindades y Miranda tras el cierre de Rottneros, auténtico emblema de la industria de la ciudad del Ebro, y la desconexión de Garoña, donde diariamente trabajaban alrededor de 700 personas. Esos dos golpes fueron muy duros, pero no han sido los únicos en los últimos años.