La economía burgalesa tardará todavía un tiempo en recuperarse del impacto de la pandemia de la covid-19. Así lo apuntan todos los estudios elaborados hasta la fecha, incluido el Boletín de Coyuntura Económica elaborado por la Fundación Caja Rural de Burgos en colaboración con ... la UBU. Un boletín en el que destacan, entre otras conclusiones, que la economía burgalesa no se recuperará hasta bien entrado el año 2022.
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En este sentido, y tomando en consideración las innumerables «incertidumbres» que se mantienen a respecto de la evolución de la pandemia, los autores del informe apuntan que la recuperación podría comenzar en el segundo semestre de este mismo año, tras superar un primer semestre aún muy complicado. A partir de entonces, y si la situación sanitaria está controlada, la recuperación irá cogiendo ritmo hasta alcanzar los niveles de PIB previos a la crisis a mediados de 2022.
Algo más tardará en recuperarse el empleo, que habitualmente avanza o retrocede con cierto retraso respecto al PIB. En este sentido, la previsión que se maneja apunta a «finales de 2022» para recuperar todo el empleo perdido, que no ha sido poco, por cierto.
De hecho, según ha explicado esta mañana el coordinador del informe, José María Calzada, acompañado de Manuel Morqillas, durante el pasado 2020 se han perdido sólo en la provincia de Burgos alrededor de 10.000 puestos de trabajo, lo que ha disparado la tasa de paro, tanto la oficial (11,7%) como la efectiva (15,5% tomando en consideración también los ERTE). Se trata de una cifra que no se veía desde hacía mucho, y que supone un retroceso a índices registrados durante la recuperación de la anterior crisis económica. Una recuperación que, entre 2013 y 2019 permitió la creación de unos 13.000 puestos de trabajo en la provincia.
Más allá de la crisis coyuntural provocada por la pandemia de la covid-19, los autores del informe económico advierten del «principal problema social y económico de Burgos», que no es otro que la despoblación y el paulatino envejecimiento de la misma.
Una tendencia que se arrastra desde hace una década, pero que por fin, este año arroja datos positivos. De hecho, de acuerdo a los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, Burgos ha conseguido frenar la sangría poblacional y ha recuperado habitantes gracias a la llegada de ciudadanos extranjeros.
Además, el saldo migratorio interior ha llegado a un índice casi nulo (-75 habitantes), después de muchos años en cifras muy negativas.
En este sentido, los autores del informe, que insisten en que las previsiones han de ser tomadas con mucha prudencia, aventuran una recuperación «asimétrica» por sectores y condicionada por la evolución de la crisis sanitaria y la confianza de los consumidores. Eso sí, preocupa especialmente la evolución del sector industrial, no porque se prevea que vaya a ser mala sí o sí, sino por las incertidumbres actuales y por el peso que tiene dentro de la economía burgalesa.
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En todo caso, de momento, la economía burgalesa arroja ciertas luces y algunas sombras. En este sentido, cabe destacar que la caída del PIB y del empleo están siendo, de momento, más contenida que en el resto del territorio nacional. En principio, y a la espera de consolidar los datos del mes de diciembre, que «no ha sido bueno», se prevé que la contracción del PIB en Burgos oscile entre el 9% y el 11% en términos interanuales. Si se cumplen los pronósticos, la recuperación en 2021 será de aproximadamente el 5% en la provincia.
En todo caso, el contexto actual está totalmente condicionado por la llegada de la pandemia en marzo, que ha supuesto un auténtico «cisne negro». No en vano, según ha recordado el director general de Cajaviva Caja Rural, Ramón Sobremonte, las previsiones que se manejaban a principios del año pasado eran radicalmente diferentes.
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Eso sí, la gestión de la crisis está siendo muy distinta a la de la crisis de 2008. A este respecto, Sobremonte ha destacado la gran influencia que han tenido las medidas adoptadas por las grandes instituciones supranacionales, como la Unión Europea y el Banco Central Europeo, que están permitiendo contener el impacto de la pandemia. En caso de que las medidas adoptadas hubieran seguido el guión de 2008, la crisis «podría haber sido mucho peor», ha concluido. Es sí, a medio plazo, «habrá que pagar esa factura».
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