Bruselas emitirá deuda desde junio para el plan de recuperación

Los parlamentos nacionales tienen que autorizar la decisión de recursos propios, ese endeudamiento paneuropeo. Y solo seis lo han hecho a fecha de hoy. «Todo depende de ese proceso. Sabemos que muchos otros países lo tienen avanzado, pero hacemos un llamamiento a avanzar rápido», subrayó. El tope está en abril (España, en concreto, prevé hacerlo a finales de marzo).

La idea para esa primera tanda es conseguir dinero suficiente para cubrir «el 13% de financiación» que se entregaría por adelantado a los Estados y que en el caso de España supondrían en torno a 10.000 millones de euros del total de 140.000 millones que le corresponden del grueso del plan, entre ayudas no reembolsables y préstamos «en condiciones muy favorables». Al fin y al cabo la Comisión mantiene una nota de solvencia Triple A y emisiones como las llevadas a cabo con el programa Sure de cobertura a los ERTE se han resuelto con tipos de interés negativos.

La vicepresidenta económica, Nadia Calviño, insistía esta semana en que España dará preferencia a conseguir los 70.000 millones de euros en subsidios porque deben movilizarse entre este año y 2023. «Se dará prioridad a la totalidad de las transferencias y si es preciso también (se hará uso) de los créditos disponibles». El plan de recuperación de España se está ultimando con las autoridades comunitarias -los últimos debates se centran en las reformas del mercado laboral y las pensiones-.

A partir de este viernes podrían tramitarse formalmente todos los planes nacionales (hasta ahora muchos han sido borradores). Con ellos encima de la mesa, la Comisión tiene dos meses para analizarlos y emitir un dictamen. En una siguiente fase (un mes más como máximo) es el Consejo Europeo el que debe dar luz verde para que el dinero fluya. Que se trabaje mano a mano con Bruselas en el diseño de los planes busca precisamente acortar esos plazos.

La cuestión es que el dinero se distribuirá coincidiendo con los «signos fuertes de recuperación que esperamos a partir de la segunda mitad del año», resaltaban al término del Ecofin desde la presidencia portuguesa. En línea con las últimas previsiones económicas de la Comisión Europea.

La oficina de estadística Eurostat confirmaba este martes que el PIB de la eurozona se desplomó un 6,8% el pasado año (frente al 7,8% que se preveía en noviembre) y que el empleo cayó un 1,8%. La segunda ola de la pandemia empujó a la baja la economía el último trimestre (sobre todo las caídas en Francia e Italia) y la tercera ola, la incertidumbre sobre las nuevas mutaciones del virus y los aún bajos ritmos de vacunación, obligan a fiar la remontada al segundo semestre.