J. J. Vaquero, anoche, en plena actuación en los Premios e-volución. Gabriel Villamil
XI Premios e-volución de El Norte de Castilla

«Está bien tener autocensura, pero sin llegar a ciertos límites»

El conductor de la gala ·

J. J. Vaquero condujo la gala de los Premios e-volución

Álvaro Gómez

Valladolid

Jueves, 9 de mayo 2019, 18:13

Es de sobra conocido en Valladolid, su ciudad, y podría decirse que lidera la cantera de buenos cómicos locales que se han convertido en estrellas nacionales. José Juan Vaquero presentó anoche el acto de los Premios e-volución 2019 y lo hizo de la forma ... que mejor sabe: haciendo reír a los asistentes.

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–Presenta la entrega de Premios e-volución 2019 con la comedia como hilo conductor. ¿Es difícil hacer chistes relacionados con el mundo digital?

–No es que sea difícil, pero es más fácil sacar chistes de las cosas que han evolucionado mal que de las cosas que han evolucionado bien. Pero bueno, podría ir a temas que no se van a tratar en la gala, más genéricos, como la comida o la evolución de las tazas del wáter, y no habría problema.

–Ha dirigido la gala, pero también podemos verle en la televisión, sobre los escenarios o en la radio. ¿Dónde está más cómodo?

–En la radio. Primero, porque mi estética no es agradecida. Cuando pareces un jabalí puesto de pie… No es que tenga una gran voz, pero aún así es mucho mejor que mi cara. Luego, aparte de eso, creo que en la radio las ideas duran más. Cuando escuchas que en la radio se ríen, te sientes parte de ese grupo. Si lo ves en la televisión te preguntas que de qué se ríen esos. El humor interno en la radio funciona mucho mejor.

«Al final, con los chistes va a llegar un momento en el que vas a decir 'buenas noches' y te van a criticar los de los días»

–También es activo en redes sociales. ¿Cree que Twitter puede ser el nuevo teatro para los cómicos?

–No, de hecho yo a Twitter no le veo ningún futuro. Ahí acabará quedándose la gente que insulta, y el resto encontraremos redes sociales más agradables donde vivir. Dicho esto, yo creo que las redes sociales han venido para quedarse y está claro que el teatro lo hizo hace miles de años. El teatro es imposible cambiarlo por nada porque es gente viva diciendo cosas en ese momento. Si alguien del público dice algo, le contestas en el momento. En Twitter, tienes tiempo para pensar.

–En las últimas semanas, los cómicos Iggy Rubin y David Suárez se han visto perjudicados por hacer ciertos chistes. ¿Hay que censurar algún tipo de humor?

–Que a la gente no le gusten esos chistes me parece bien. Si alguien me dice que uno no le ha hecho gracia, me parece superrespetable. Cuando dicen 'no tiene gracia', ya es creerse en poder de la razón. En esos dos casos trabajaban para marcas y, al final, la marca decide. Iggy hizo el monólogo directamente en Movistar y David usó su cuenta de Twitter, pero al final es una cara muy visible de Vodafone. Dicho esto, que no nos vayan quitando los chistes, porque al final yo tengo miedo de escribir. El otro día estaba haciendo un chiste de que olía mal, había un bebé en mi casa y mi mujer pensó que había sido el bebé. Vio que no y me preguntó si había sido yo. Contesté: 'Si hubieras pensado que he sido yo, no dirías que el bebé se ha cagado, sino que se ha muerto'. Ella me dijo que cambiase bebé por gato.

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«Es más fácil sacar chistes de las cosas que han evolucionado mal que de las que lo han hecho bien»

–Al final hay cierta autocensura.

–De repente tenemos tanta fobia de que nos pueda pasar factura el chiste que mi mujer por protegerme se fue a la autocensura. Está bien tenerla, pero que no llegue a ciertos límites. Al final, vas a decir 'buenas noches' y te van a criticar los de los días.

–¿Es más especial actuar en Valladolid?

–Tiene muchas ventajas. Por ejemplo, hace diez minutos [antes de comenzar la gala] estaba con mi hija en el sofá, y cuando actúo en Murcia, no es así. Luego, conozco muy bien al público. Si voy a Galicia, puedo decir que llueve; si viene un humorista de fuera, puede decir que aquí hace frío. Pero yo sé que el Yovilant está abierto hasta las cuatro de la mañana. Puedo localizar en pequeño y eso a la gente le gusta mucho. La gente puede pensar que es guay que ese tío que está ahí arriba me está contando al bar que iba yo después de salir cuando tenía 20 años. Eso es mágico, a mí me encanta.

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–¿Qué es lo más gracioso que le ha pasado en una actuación?

–Siempre cuento una que me hicieron actuar en un remolque que iba cayendo, pero poco a poco. Entonces yo sabía que no se iba tanto el remolque como para parar, pero que a la media hora iba a estar muy lejos del público. Otra vez, actuando en Isla Cristina, en un bar muy pequeñito, estaba hablando y conté un chiste de mi perro y justo entró un cocker y se sentó en la banqueta. La gente aplaudiéndome y pensando que tenía amaestrado al perro.

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