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Goirigolzarri (izq.) y Gortázar, el pasado viernes en la sede de CaixaBank en Valencia. Efe
Así se fraguó la fusión de CaixaBank y Bankia

Así se fraguó la fusión de CaixaBank y Bankia

Relato del último mes y medio de negociaciones, iniciadas por Fainé en pleno agosto, y del papel de Calviño para culminar la operación hasta hoy

Domingo, 20 de septiembre 2020, 00:19

Poco antes de las vacaciones de agosto, el consejero delegado de Bankia, José Sevilla, lanzó la primera piedra sobre un posible futuro compartido de Bankia ante la acuciante crisis del coronavirus:«Es posible que todo este contexto genere un caldo de cultivo favorable para ver ... un proceso de consolidación adicional», indicó Sevilla al referirse a la recesión. «Somos favorables a las fusiones si tienen sentido», apuntó. El ejecutivo no recibió ninguna respuesta, al menos en público. Tres días después, el consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, descartaba cualquier proceso de este tipo, salvo que surja alguna «oportunidad».

La coletilla, de la que se valen todos los banqueros cada vez que se les pregunta por esta cuestión, le ha servido a Gortázar para justificar, apenas 34 días después, el anuncio oficial del inicio de las negociaciones entre CaixaBank y Bankia para fusionarse.

A esa treintena larga de días se le han sumado otras dos semanas, hasta que el pasado martes la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, y el presidente de la Fundación La Caixa –la organización que controla CaixaBank–, Isidro Fainé, cerraban los últimos flecos de la absorción. Aunque oficialmente las conversaciones no comenzaron hasta el 3 de septiembre, en realidad fue durante el mes de agosto, con media España en la playa, cuando ambas partes comenzaron, prosiguieron y avanzaron en la que sería la gestación del primer banco en España.

Gortázar explicaba gráficamente este viernes, en presencia de Goirigolzarri, durante la presentación de la operación en Valencia, el sentido de la operación: «Para casarse en tiempos difíciles es importante elegir a la pareja correcta». Siguiendo esa metáfora, fue Isidro Fainé quien se dirigió a la ministra Calviño para proponerle la gran operación. La ministra encontraba así una luz al final de un túnel que se había convertido en una patata caliente para el Gobierno de turno. También para éste, el de coalición, con Unidas Podemos reclamando la conversión de Bankia en un banco eminentemente público.

Las negociaciones y el cruce de documentos comenzó entonces a protagonizar el puente aéreo entre Barcelona y Madrid. Prácticamente nadie en el Gobierno lo sabía, salvo el presidente Pedro Sánchez y el círculo de allegados, según fuentes de Moncloa.

Las jornadas fueron transcurriendo en agosto con el intercambio de documentación.Todas las fuentes consultadas coinciden en señalar el papel que ha jugado el consejero delegado de Bankia, José Sevilla, durante el proceso de negociación entre ambos grupos. A pesar de que finalmente quedará fuera del consejo de la nueva entidad, tiene reservado un puesto directivo.

La operación estaba tan encarrilada que el 25 de agosto se reunieron los consejos de administración de los dos bancos. La fusión estaba más cerca. Pero quedaba lo peor: los detalles, los flecos, las aristas...

El 3 de septiembre, a medianoche, la CNMV recibía los hechos relevantes en los que se oficializaba la fusión. Desde entonces, los equipos liderados por Gortázar y Goirigolzarri siguieron trabajando.

Pero faltaban algunos de calado que hicieron intervenir no solo a Calviño sino al mismo vicepresidente del BCE, Luis de Guindos. El Estado quería una participación que no bajara del 15%. Y había que conjugar ese deseo con el suelo del 30% que exigía la Fundación la Caixa. Para cuadrar el círculo, De Guindos permitió que CriteriaCaixa –el brazo inversor de la Fundación– elevara al 41% su propiedad en CaixaBank ahora, para después situarse en el 30%. Otro punto conflictivo desatascado.

Los encuentros de Calviño y Fainé, en Madrid, durante esta semana han culminado el proceso. Economía se asegura «la mejor de las opciones posibles» para el futuro de Bankia. CaixaBank consigue extender su posición de liderazgo en toda España y, de paso, aliviar la presión del independentismo político con esta integración netamente financiera.

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