Salvador Arroyo
Bruselas
Jueves, 12 de septiembre 2019, 15:32
El deterioro de los indicadores de crecimiento en la eurozona han llevado este jueves al Banco Central Europeo (BCE) a lanzar gran parte de su artillería para neutralizar una amenaza de recesión que muchos expertos vaticinan desde hace meses. Con un nuevo golpe sobre la ... mesa, Mario Draghi, en el tramo final de un mandato que expira en poco más de un mes, ha anunciado una rebaja en diez puntos del coste que supone para los bancos tener depositado su dinero en el BCE. Y así, fija un mínimo histórico del -0,50% frente al -0,40% que venía siendo referencia desde 2016.
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Se trata de una medida esperada desde hace meses que pretende espolear una mayor salida de liquidez a los mercados. Precisamente para paliar los efectos secundarios de la medida, sobre todo en lo que se refiere a los márgenes de beneficios de las entidades se promoverá un sistema para «remunerar las reservas» de forma que se 'proteger' una parte del exceso de liquidez de los bancos de hacer frente a esta tasa de depósito. Al tiempo que ajusta ese tipo a la baja, el BCE mantiene los niveles para las principales operaciones de refinanciamiento como la tasa del interés de referencia y la de facilidad de préstamo, en el 0% y el 0,25%, respectivamente.
El Consejo de Gobierno ahora espera que las tasas de interés clave del BCE se mantengan «en sus niveles actuales o más bajos» hasta que se constante que las perspectivas de inflación «convergen sólidamente a un nivel suficientemente cercano, pero inferior al 2% dentro de su horizonte de proyección, y dicha convergencia ha sido constante reflejado en la dinámica subyacente de la inflación».
Asimismo, el Consejo de Gobierno de la entidad bancaria, en la reunión que ha mantenido este jueves en Franckfort, ha dado luz verde a una nueva compra de deuda que establece en los 20.000 millones de euros mensuales a partir del 1 de noviembre. «Se espera que esta compra funcione durante el tiempo que sea necesario para reforzar el impacto acomodaticio de sus tasas de política y que finalicen poco antes de que comience a elevar las tasas de interés clave del BCE».
También seguirá reinvirtiendo la totalidad de los pagos principales de la deuda de los anteriores programas de compra de activos a medida que vayan venciendo y por un periodo de tiempo «prolongado más allá de la fecha en que el Consejo de Gobierno comience a elevar las tasas de interés clave del BCE, y en cualquier caso durante el tiempo que sea necesario», se insiste.
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Draghi ha insistido durante su intervención en que el Consejo de Gobierno reitera «la necesidad de una postura altamente acomodaticia de la política monetaria durante un período prolongado de tiempo», dejando abierta la posibilidad de que esos instrumentos sean aun más ajustado por la que será su sucesora, la francesa Christine Lagarde. «Estamos listos para ajustar todos nuestros instrumentos, según corresponda, para asegurar que la inflación se mueva hacia nuestro objetivo de manera sostenida, en línea con nuestro compromiso con la simetría».
El italiano a revisado a la baja también las previsiones de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) en la zona euro para este año y 2020. La nueva fotografía fija se refiere al 1,1% en 2019, 1.2%, en 2020 y 1,4 (2021). Las previsiones de junio se referían al 1,2% (2019), 1,4% (2020) y 1,4% (2021). «La información actualizada indica una debilidad más prolongada de la economía de la zona del euro, la persistencia de importantes riesgos a la baja y presiones inflacionarias silenciadas», ha precisado Draghi.
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En lo que se refiere a los niveles de inflación, también se confirma ese alejamiento del 2% de referencia. Las expectativas de inflación válidas hasta este jueves apuntaban al 1,3%, 1,4% y 1,6% (2019 y los dos siguientes ejercicios). Ahora se habla del 1,2%, 1,4% y 1,4%.
«Para obtener todos los beneficios de nuestras medidas de política monetaria, otras áreas de política deben contribuir de manera más decisiva a aumentar el potencial de crecimiento a más largo plazo, respaldar la demanda agregada en la coyuntura actual y reducir las vulnerabilidades», ha remarcado el banquero italiano, quien ha vuelto a insistir en la necesidad de que los Estados «intensifiquen sustancialmente sus políticas para impulsar la productividad y el potencial de crecimiento de la zona del euro, reducir el desempleo estructural y aumentar la resiliencia. Las recomendaciones específicas para cada país de 2019 deberían servir como señal relevante».
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En cuanto a las políticas fiscales, la postura fiscal de la zona del euro, ligeramente expansiva, actualmente está proporcionando cierto apoyo a la actividad económica. No obstante, «en vista del debilitamiento de las perspectivas económicas y la continua prominencia de los riesgos a la baja, los gobiernos con espacio fiscal deberían actuar de manera efectiva y oportuna». Así, ha vuelto a recomendar que en los países donde la deuda pública es alta, los gobiernos deben seguir políticas «prudentes» que creen las condiciones para que los estabilizadores automáticos operen libremente. «Todos los países deberían reforzar sus esfuerzos para lograr una composición de las finanzas públicas más favorable al crecimiento».
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