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Gracias a que el último trimestre del pasado año fue el de mejor evolución económica de los cuatro, Castilla y León logró cerrar 2017 con un crecimiento en su Producto Interior Bruto (PIB) del 2,5%, justo la previsión de la Consejería de Economía y ... Hacienda. El repunte que entre los meses de octubre a diciembre registró la industria manufacturera, unido al empuje -este se prolongó durante todo el ejercicio- del sector servicios y la construcción hicieron posible que en el cuarto trimestre la economía regional avanzase el 0,9% en tasa trimestral y el 2,8% en comparación anual.
La consejera Pilar del Olmo ha recordado en la presentación de los datos que «veníamos de un año (2016) récord en apartados como las exportaciones, la producción industrial y el crecimiento del PIB» y que «hay que tener en cuenta el mal año agrícola y energético que hemos sufrido», de modo que se ha dado por satisfecha por un resultado que, sin estos últimos contratiempos «habría sido un crecimiento muy parecido al del conjunto de España (3,1% anual) o al de la comunidad el año anterior (3,3%).
Quizá el apartado más decepcionante de la Contabilidad Regional difundida esta mañana sea el del empleo. Después de que en 2016 la comunidad registrase un incremento del 3,2% en los puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo (más de 31.000), el año pasado este dato se limitó a un avance anual del 0,8%, logrado gracias al comportamiento del mercado laboral en la primera mitad del ejercició (avances trimestrales del 3% y el 1,7%) y a pesar de la segunda parte (decrecimiento del 0,5% y el 1%). En definitiva, el empleo a tiempo completo ganó 7.759 puestos en 2017, que según Del Olmo habrían sido diez mil más «si el sector primario hubiese tenido un resultado normal».
Según ha comentado la consejera, la Junta mantiene la previsión de crecimiento del 2,8% para el presente año. «Creemos que se puede cumplir y algunos servicios de estudios tienen previsiones que dicen que incluso será más y que seremos la quinta comunidad de mayor crecimiento», ha señalado, a la vez que se ha felicitado por que el año haya comenzado bien «desde el punto de vista de la evoluciónd el paro y también de la climatología».
Según ponen de manifiesto los datos de la Dirección General de Presupuestos y Estadística, en el conjunto de 2017 la economía de Castilla y León registró una variación anual del 2,5% y la evolución trimestral del crecimiento económico fue de progresiva desaceleración hasta el último trimestre del año, en el que se observó una aceleración.
El VAB del sector primario y de la industria tuvieron peor comportamiento, mientras que el de la construcción y el de los servicios se anotaron mejores resultados que en 2016. El sector primario experimentó un decrecimiento del 9,9% en 2017, frente al crecimiento registrado en el año anterior, con un importante descenso de la producción agraria compensado, en parte, por un mayor crecimiento de la ganadera. La industria registró una variación anual del 0,5% durante el pasado ejercicio, muy inferior a la del año anterior (4,7%). Dentro de sus componentes, las ramas manufactureras se desaceleraron hasta el 1,8%, mientras las ramas energéticas, directamente, restaron (9,6% menos que en 2016, cuando ya decrecieron el 1,9%. Las ramas que más contribuyeron al menor crecimiento de la industria manufacturera en 2017 fueron las alimentarias y la de material de transporte, es decir, la más importante y la tercera
La construcción remontó con brío y creció el 3,3% el pasado año, bastante por encima de la variación de 2016 (1,7%). La edificación residencial y la obra civil aumentaron su actividad frente a los descensos observados en el año anterior, mientras que la edificación no residencial se aceleró. Por otra parte, el conjunto del sector servicios se incrementó el 3,5% en el último año (2,8% en 2016), resultado del mejor comportamiento de los servicios de mercado, que pasaron del 3,5% al 4,4%, y de una desaceleración de los servicios no de mercado (del 1% al 0,6%).
Desde el otro punto de vista por el que se puede analizar el crecimiento del PIB, lo más relevante es que la demanda interna tuvo una aportación de 3,2 puntos porcentuales, (igual que en 2016). El gasto en consumo final de los hogares se elevó el 2,5% (lo mismo que en el año anterior) y el de las Administraciones Públicas pasó del 2,2% al 3,3%. En cuanto a la inversión de las empresas, se incrementó el 4,9% durante el ejercicio pasado, menos que en 2016 (5,5%), con la relativa a los bienes de equipo creciendo menos (3,9%, frente a 6,2% en 2016) y la de la construcción yendo a más (hasta el 5,6%, desde el 4,8%).
Las exportaciones se desaceleraron en mayor medida que las importaciones totales, mostrando variaciones del 1,2% y 2%, respectivamente. Como conclusión de ello, el sector exterior tuvo una contribución negativa al crecimiento del PIB estimada en 0,7 puntos porcentuales, frente a la positiva observada en 2016, de 0,1 puntos.
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