Si hay dos compras a las que los ciudadanos han sido especialmente sensibles este verano, esas han sido las del aceite de oliva y la de los combustibles. No hay prespuesto familiar que no se haya visto aquejado por la compra del óleo más utilizado ... para cocinar en España y por la necesidad de repostar para los viajes de estas últimas vacaciones. Ambas variables -alimentos y combustibles- constituyen ahora mismo el talón de Aquiles para la inflación, cuyo dato definitivo de crecimiento ha sido del 2,6% en la tasa general (tres décimas más que en julio) y del 6,1% para la subyacente (una décima menos que el mes anterior), según el INE.
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Los registros de Estadística muestran cómo el día a día se ha hecho complejo para los hogares que han visto cómo el litro de aceite de oliva se ha situado entre los 8 y los 10 euros este mes de agosto. La escalada de este producto básico de la dieta mediterránea ha experimentado en un solo mes, en apenas 30 días, un incremento de precio del 8,7%. Si a este último repunte se le acumulan los que vienen incrementando su coste en el último año, la subida ha sobrepasado el 52%. Es su mayor incremento interanual en dos décadas.
Los productores de olivares han venido alertando de que las sequías a las que se han enfrentado en casi dos campañas consecutivas han ido elevando el precio del aceite en los últimos meses. Y de que posiblemente seguirá muy elevado estas semanas. El ministro de Agricultura, Luis Planas, anticipó que solo una época de lluvias generosas (durante un mes seguido, llegó a indicar) podría aliviar esta situación. Los precios son tan caros que muchos consumidores optan por otros productos alternativos, como el aceite de girasol, y hasta en muchos supermercados las botellas de oliva llevan incorporada una cadena de seguridad para evitar robos masivos.
El alza del aceite representa la evolución de la cesta de la compra de los alimentos de los españoles. Aunque su tasa interanual ha cedido en agosto hasta el 10,5% (frente al 10,8% anterior de julio), lo cierto es que el coste del conjunto de todos estos productos básicos para comer lleva incrementándose casi un año y medio de forma relevante, siempre por encima del 10%. En los 17 últimos meses, la inflación de la cesta de la compra no ha bajado nunca de esa cota de dos dígitos.
Ni siquiera medidas como las rebajas del IVA en alimentos básicos, aplicada por el Gobierno desde el 1 de enero, ha conseguido tener un efecto más importante en lo que gastan los ciudadanos en su día a día. Los alimentos llegaron a subir un 16% hace un año y aunque ese dato ha ido reduciéndose es, ahora mismo, el que más tira de la inflación hacia arriba. Y sobre todo lo hace en la subyacente (la que excluye energía y alimentos no elaborados), que sigue por encima del 6%.
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Por su parte, los combustibles se han convertido en el otro hándicap de la inflación una vez transcurrido el apogeo del verano. Su precio se ha incrementado un 5% en agosto, según el INE, lo que supone un incremento del 7,5% desde que comenzó 2023. A pesar de que su precio aún es más bajo que el que tenían hace un año, en realidad esa diferencia se va acortando con el paso de los meses. Ahora, apenas es de un 3,8%.
El litro de gasolina marca ya una media -y también un nuevo máximo este año- de 1,731 euros, según los últimos datos del Boletín Petrolero de la Comisión Europea. Una cifra que eleva a más del 9% el encarecimiento de este combustible desde que comenzó la temporada estival.
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Así, llenar un depósito medio de 55 litros cuesta ahora 95,20 euros, unos 8,3 euros más que hace un año, cuando el litro rondaba los 1,579 euros tras aplicar la bonificación de 20 céntimos aprobada para el Gobierno y que, en el caso de los particulares, estuvo vigente hasta finales de 2022. Por aquel entonces, parar a repostar costaba 86,84 euros.
Así, habría que remontarse hasta finales de julio del año pasado para encontrar un nivel más alto para el precio del litro de este combustible teniendo en cuenta la bonificación. Y la tendencia alcista también se observa en el diésel, de una forma incluso más intensa. En concreto, este carburante se ha encarecido cerca de un 13% desde comienzos de julio, con el precio actual en 1,622 euros por litro.
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El fuerte repunte, no obstante, no ha derivado en que el diésel sea más caro que hace un año. En concreto, en la misma semana de septiembre de 2022 el precio rondaba los 1,721 euros (con bonificación), con lo que llenar el depósito tenía un coste de 94,65 euros. A los precios actuales el coste es de 89,21 euros.
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