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enric gardiner
Martes, 6 de octubre 2020
Después de 15 años y 12 títulos, a Rafa Nadal aún le quedaba algo por descubrir en la pista Philippe Chatrier. Desde aquel debut ante Lars Burgsmüller en mayo de 2005, en los 100 partidos que ha disputado en el Bosque de Bolonia Nadal nunca ... había jugado con la luna de testigo. Hasta el martes. La duración de los partidos previos, la decisión de poner al balear el último en el orden de juego y la introducción del techo y de la sesión nocturna en esta edición, por primera vez en la historia, posibilitó que Nadal, en su centenar de partidos en París, probase el sabor de la noche. Y, como en 98 de ellos, salió victorioso.
El joven Jannik Sinner, uno de los jugadores jóvenes y más excitantes a sus 19 años, fue la piedra más dura que se ha encontrado Nadal en el camino, pero sucumbió por 7-6 (3), 6-4 y 6-1 pasada la medianoche en París. El italiano, número 75 del mundo y debutante en Roland Garros, puso por primera vez a Nadal contra las cuerdas en un torneo que estaba siendo demasiado plácido para el español. Apretó desde el inicio, tuvo oportunidades de rotura en el primer set y quebró al manacorense en el 5-5, poniéndose en posición de llevárselo, pero ahí se despertó del sueño y se dio cuenta de lo que estaba profanando. Nadal le devolvió la rotura con dos derechas paralelas y terminó su insubordinación en el 'tie break'.
A Sinner le pasó algo parecido a lo que le ocurrió a Dominic Thiem cuando se midió a Nadal en la segunda ronda de 2014. Será un gran campeón, pero aún está algo tierno. Mientras el balear llegaba a los 100 partidos solo en Roland Garros, Sinner disputaba su encuentro número 40 como profesional.
Tras una hora y diez minutos de primer set, la batalla pasó factura a Sinner, que recibió atención médica en el aductor, pero no aflojó. Anclado en una derecha potentísima y en un revés palanca muy fiable, el transalpino volvió a domar a Nadal y le lideró por 3-1. Pero si hay una tarea complicada en tierra, como es romper el saque del balear, hay otra peor, y es aguantar el saque al juego siguiente. Sinner falló ahí en las dos ocasiones y entregó el segundo set por 6-4, pese a su ventaja inicial.
Su potencia fue decreciendo a medida que Nadal aprendía a domesticar al italiano y el reto al que se enfrentaba el español iba poco a poco cayendo en sus garras.
Convertido ya en el partido que más tarde ha acabado en la historia de Roland Garros, Nadal se transformó en hombre lobo cuando la noche más cerrada estaba en la capital francesa, agarró el último parcial por 6-1 y se queda a dos triunfos de décimo tercer título en París.
En semifinales se enfrentará a Diego Schwartzman, que derrotó a Dominic Thiem en una batalla de más de cinco horas, por 7-6 (1), 5-7, 6-7 (8), 7-6 (5) y 6-2. El campeón del US Open no estuvo cómodo en ningún momento y pudo irse antes del torneo, pero se agarró al encuentro, lo que, unido a los errores del argentino, precipitó un quinto parcial en el que claudicó el austríaco.
Para Nadal no será un rival sencillo. Schwartzman ya le derrotó, por primera vez en diez partidos, en los cuartos de final del pasado Masters 1.000 de Roma impidiendo al español revalidar el título en la capital italiana. A su favor juega el balance en Grand Slam, donde en cuatro enfrentamientos solo le ha sacado dos sets el bonaerense. En estas pistas ya se cruzaron en 2018 y Schwartzman se llevó el primer set y llegó a tener contra las cuerdas a un Nadal al que salvó la lluvia.
Este martes también quedó definida la primera semifinal femenina, que enfrentará a la argentina Nadia Podoroska, que venció a Elina Svitolina (6-2 y 6-4), y a Iga Swiatek, que pudo con Martina Trevisan (6-3 y 6-1).
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