A Federer se le escapa el último Grand Slam

En un principio, el parón en el tenis parecía beneficiar a Federer, puesto que decidió saltarse Indian Wells y Miami, además de toda la gira de tierra batida, para someterse a una artroscopia en la rodilla derecha y llegar en perfectas condiciones a la hierba. La suspensión de los torneos por el coronavirus y la congelación del ránking y los puntos conseguidos el año pasado le beneficiaban, puesto que este año no iba a jugar y los iba a perder de todas formas.

Pero la extensión de este parón con la consiguiente eliminación de la temporada de césped, donde se jugaba otro de sus torneos fetiche, Halle (diez títulos), compromete sus opciones de aumentar a 21 su marca de Grand Slam y distanciarse de Nadal (19) y Djokovic (17).

2020 parecía el año perfecto para una despedida por todo lo alto, con los Juegos Olímpicos de Tokio, último gran reto para Federer, y un posible adiós de Wimbledon, su Grand Slam más prolífico. Pero la cancelación de todo y estando en suspense el resto de la temporada le puede obligar a jugar en 2021, al borde de los 40. De momento, ya se ha comprometido a estar en Halle la temporada que viene, torneo con el que tiene firmado un contrato de exclusividad que le obliga a ir cada campaña.

Wimbledon es otra historia, porque Federer se marchó el año pasado con el mal sabor de boca de haber desperdiciado dos puntos de campeonato en la final ante el serbio Novak Djokovic. Parece imposible que Federer quiera que su último recuerdo en el All England Club, lugar en el que ha triunfado en ocho ocasiones, sea aquel amargo desenlace.

Sus opciones en el resto de grandes citas parecen mucho más limitadas. Pese a que alcanzase el año pasado las semifinales en Roland Garros, París es una quimera para sus intereses, con solo un triunfo en 2009. Australia es el recinto en el que ha conquistado dos de sus últimos tres 'major', pero la recuperación de Djokovic y el calor australiano hacen impensable pensar en que Federer pueda levantar el que sería su séptimo grande oceánico.

Y Nueva York, donde ganó cinco entorchados entre 2004 y 2008, no le ha reportado grandes resultados en sus más recientes participaciones debido a que el torneo estadounidense tiene lugar en la recta final de la temporada, cuando más castigado está el físico del suizo.

Solo Wimbledon aparece como una opción razonable, siempre que le acompañe su cuerpo. La rapidez del juego hace que los partidos a cinco sets, con un día de descanso entre ellos, no perjudique tanto a Federer. Ya demostró el año pasado su capacidad de superación, ganando a Rafa Nadal en su camino a la final, pero en 2021 lo tendrá que hacer con 39 años.

Perseguirá los nueve títulos de Martina Navratilova y el récord de ganador más veterano de un Grand Slam, ahora en poder del australiano Ken Rosewall, que lo logró con 37 años y dos meses. Aun así quedaría lejos de Arthur Gore, quien en 1909, en los albores de Wimbledon, se llevó el título con más de 41 primaveras.

El recoveco para las esperanzas helvéticas es su rendimiento en la última ocasión que hubo Juegos Olímpicos y Wimbledon el mismo año. En 2012, Federer se llevó su séptimo título en el All England Club antes de aterrizar en la final de los Juegos apenas unas semanas después. El desgaste del verano, junto a una titánica semifinal ante Juan Martín del Potro (partido más largo de la historia de los Juegos con más de cuatro horas) hizo que se tuviera que conformar solo con la plata ante Andy Murray.

Basilea, su ciudad natal, y la Laver Cup, organizada por su agencia de representación, serían otros de los escenarios que no podrían faltar en la despedida de Federer del tenis, que parece más clara que nunca en 2021.