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Enric Gardiner
Madrid
Domingo, 2 de febrero 2020, 00:50
«El Abierto de Australia es un torneo en el que juegan 128 tenistas y siempre gana Novak Djokovic». Es la frase que Gary Lineker hubiera pronunciado si hubiese nacido varios años más tarde y le hubiera dado por empuñar una raqueta en lugar de ... calzarse unas botas de fútbol. En un escenario tenístico que siempre espera un nuevo campeón, Novak Djokovic se recompuso en una de las finales más duras de su carrera (6-4, 4-6, 2-6, 6-3 y 6-4) para levantar su decimoséptimo Grand Slam ante un monstruoso Dominic Thiem, que sigue gafado en las grandes citas. «Tendrás más oportunidades en el futuro, seguro», dijo Djokovic al austríaco.
La furia del serbio, maltratado por el público y por la fuerza de los golpes de Thiem, resurgió en su guarida y remontó un partido del que pareció en muchos momentos fuera, para hacerse con un título que le deja a tres del récord de Roger Federer y a dos de Rafa Nadal. Además, se proclama nuevo número uno del mundo, por encima del español, que este lunes amanecerá con 325 puntos de desventaja respecto al serbio y con más que defender de aquí hasta Roland Garros.
Este desenlace, sin embargo, estuvo puesto en duda. En una gran duda. Djokovic hizo frente, probablemente, a la, por nivel de juego, peor final de 'major' de su carrera. Si el año pasado contra Nadal cometió nueve errores no forzados en todo el partido, esta vez hizo 57. Sólo la de Federer en Wimbledon 2019 le tuvo más al borde del fracaso. Nunca había remontado dos sets a uno en contra en una final de estas características y era un escenario en el que se había visto en siete ocasiones.
Thiem, como Wawrinka en el Abierto de Estados Unidos 2016, tenía todas las armas y la confianza para cargarse al balcánico. Empezó abajo, como le ha ocurrido en las anteriores dos finales de Roland Garros que ha disputado, pero fue emergiendo.
El agarrotamiento del novato se le pasó una vez entregado el primer parcial. El austríaco se llenó de tenis y le ayudaba el público, siempre amante de las sorpresas. Cuando igualó el encuentro, Djokovic comenzó a ver fantasmas. Se metió en una refriega con el juez de silla, que le pitó dos advertencias por tiempo al sacar. «Has conseguido hacerte famoso, enhorabuena», exclamó Djokovic, encendido.
No sirvió para frenar a Thiem, que se aisló de los problemas de su rival para seguir castigando desde la línea de fondo. Su revés paralelo era poesía y su derecha un martillo. Djokovic ponía gestos y caras y se despedía del segundo set. Parada para ir al médico, ausentándose unos cinco minutos de la pista.
Estrategia o realidad, lo cierto es que le sirvió. Thiem mantuvo la compostura hasta el 3-4 del cuarto parcial. Encajó dos juegos seguidos, revivió a Djokovic y preparó un quinto set que era una trampa para un novel como él. Era una escabechina ante el mejor tenista de la historia en Australia. Thiem entraba a la boca de lobo oliendo a sangre y Djokovic lo remató. No se dejó ir el austríaco, que peleó hasta el final, pero no pudo darle la vuelta. Djokovic fue el que recibió su octavo título en Melbourne de las manos de Marat Safin. Uno de los más sufridos, pero de los que mejor sabor de boca dejará al serbio, rey indiscutible del cemento australiano. Seguramente Lineker habría aceptado la frase. Al final, aquí siempre triunfa Djokovic.
Novak Djokovic admitió tras vencer a Dominic Thiem que conseguir el número uno histórico como jugador con mayor número de Grand Slams es uno de sus principales objetivos. «Los Grand Slam son mi principal objetivo, por lo que sigo compitiendo y jugando toda la temporada. Intento lograr el número uno histórico», aseguró tras conquistar su decimoséptimo 'major'.
El defensor del título en Melbourne Park explicó que no estuvo de acuerdo con la penalización de un servicio que recibió por agotar el cronómetro para sacar porque se trataba de un momento muy delicado. «La segunda no fue necesaria. Pudo reaccionar un poco mejor en esa situación. Esas situaciones puede cambiar la dinámica completamente del partido, era un juego muy importante. No he estado agresivo con él en cuanto a increparle físicamente», dijo al referirse al incidente con el juez de silla, cuando le tocó tres veces la zapatilla.
«Después de perder el segundo set me he empezado a encontrar muy mal«, continuó Djokovic. »No entiendo la razón, porque he preparado el partido y he hecho lo mismo que en los otros. El médico dijo que no me estaba hidratando lo suficiente», argumentó. «He tenido el privilegio de ganar este gran torneo hasta en ocho ocasiones. Empezar la temporada con este título catapulta tu confianza y tus expectativas para el resto del año. Pase lo que pase, esta temporada ya es exitosa», concluyó tras conquistar su octava corona a orillas del río Yarra.
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