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BORJA GONZÁLEZ
SEPANG
Domingo, 3 de noviembre 2019, 00:26
Maverick Viñales terminó satisfecho la carrera de la pasada semana de Phillip Island. Había dominado los entrenamientos, marcado una pole poderosa, mandado en casi todas las vueltas de la prueba del domingo y caído a un giro del final al tratar de recuperar el ... primer puesto que le había birlado Marc Márquez en el inicio de esa vuelta definitiva. De poder ganar, de ser el favorito, a terminar por los suelos. Pero estaba satisfecho, o por lo menos eso quería transmitir. Pero es que Viñales venía de un año extraño, deprimido en el comienzo del curso por la falta de competitividad de su M1, presionado por el revuelo causado por el recién llegado Fabio Quartararo, con una moto teóricamente inferior.
Aunque Viñales no cejó en su empeño. Siguió mostrando un gran ritmo en entrenamientos, fallando en el inicio de las carreras, salidas y primeros giros, pero siendo constante después y terminando cerca de los primeros, siempre con Márquez ahí delante, a veces con Quartararo. Pasaba esto, pero él seguía con su discurso optimista, dando valor al trabajo, al propio y al hecho con el grupo que ha formado este año, con Julito Simón, con su nuevo técnico Esteban García, con su inseparable Alex Salas, hasta con su padre, Ángel, reaparecido en el paddock tras un largo tiempo de ausencia.
El sábado, tras ser segundo en el entrenamiento oficial, detrás otra vez de Quartararo, se mostraba serio; lamentaba la ocasión perdida de plasmar lo hecho en las sesiones de pruebas con un nuevo récord de Sepang. Hablando con la prensa consideraba que iba a vivir una dura prueba el domingo, por las condiciones, en un trazado en el que no creía ser capaz de sacar tanto de sí mismo como en Phillip Island. Con el objetivo de subir al podio, algo que no había hecho en Sepang en MotoGP, un escenario en el que ya había ganado en las otras categorías. «Saldré, tiraré y veremos qué sucede», apuntaba, un deseo que cumplió.
La carrera se definió en gran parte en la salida. Viñales esta vez no perdió posiciones, todo lo contrario que el autor de la pole, Quartararo, y el tercero de la primera línea, la Yamaha de Morbidelli. Y brillaron dos pilotos que acostumbran a hacerlo en este arte del arranque: Andrea Dovizioso, uno de los señalados por Viñales como rival el sábado, que partía décimo; y, cómo no, Márquez, aún con el subidón del título de su hermano, y que en menos de una vuelta solventó el mal oficial y su undécima posición y se metió delante. Aunque Jack Miller, el mejor en el inicio, terminó incrustado entre el campeón y Viñales, que desde el primer puesto hizo bueno su plan. Impuso su ritmo y abrió un hueco que esta vez Márquez no pudo salvar.
«No me esperaba recuperar tantas posiciones en la salida y lo he podido conseguir, pero lástima que en esa segunda y tercera vuelta no he podido adelantar a Miller y ahí destrozamos los neumáticos, pero era su estrategia y no he podido ser del todo hábil en ese momento y al final Maverick se ha escapado», analizaba el campeón. «Y sabía que si se escapaba era muy difícil cogerle pues hoy era el más rápido en pista y mi única táctica era intentar hacer como en Australia, pegarme e ir toda la carrera ahí, pero hoy, cuando ha cogido ese segundo y medio de ventaja, aunque lo he intentado, cuando he cometido el error en el que me he salido de pista he pensado que el segundo estaba bien». agregó Márquez.
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La prueba terminó siendo un monólogo de Viñales, que pudo así sacarse la espina de Australia, repetir lo hecho en Assen, en junio, en la que era su única victoria de 2019, y darse un baño de moral de cara a 2020, el punto de mira que todos tienen en MotoGP desde que Márquez cerró el Mundial en Tailandia.
«Sigo apostando a tope y el año que viene puede ser un gran año. Seguiremos trabajando duro y picando piedra. Todo lo que estamos haciendo es pensando en el año que viene, para empezar a un gran nivel», analizó el de Yamaha, que en Valencia tiene en su mano cerrar el tercer puesto de la general de la clase reina.
Márquez, por su parte, logró en un día que pintaba complicado mantener su espectacular racha de primeros y segundos de este año mágico. Por detrás, Dovizioso completó el cajón y derrotó a Valentino Rossi, que pese a no salir con un trofeo de Malasia se redimió de un largo periodo de grises domingos, y a Álex Rins, otro que tiene que dar un paso hacia delante de cara a 2020 y que tras su quinto puesto perdió muchas partes de las opciones de terminar tercero en el Mundial de Marc Márquez.
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